San José.— Teresa está triste y sin esperanza de solución o mejoría.
Como millones de cubanos atrapados en la más grave situación socioeconómica de Cuba en el siglo XXI, ella lucha por subir una rampa plagada de líos que en 2020 exhibieron una de las crisis más hondas, pronunciadas y duras en casi 62 años de revolución comunista.
“Esto está malo, pero malo, muy malo”, dijo la mujer por teléfono a EL UNIVERSAL, en un relato sobre la angustia de formarse en filas interminables en los comercios para tratar de conseguir alimentos y bienes básicos y, al final del camino, toparse con la temida respuesta: “No hay”.
“Es una escasez como nunca. Hace cinco días que no consigo ni café. En las tiendas de moneda nacional todo escasea y en las de dólares sí hay más productos, pero el dólar está muy caro”, narró esta cubana que pidió reserva de su nombre por miedo a represalias del aparato de control parapolicial en los barrios de Cuba.
En una devaluación en un país con salarios mensuales de 25 o menos dólares, salvo excepciones, el precio del dólar en el mercado negro subió este año de 24 a 36 o 40 pesos cubanos y de uno a uno y medio en pesos convertibles.
“Ni café hay”, contó la periodista opositora Yoani Sánchez, directora del diario digital 14ymedio.com que opera en la ilegalidad en Cuba. “Este café es un milagro. Este café sabe a milagro (…) Lo estoy estirando”, afirmó.
Con el desabasto de alimentos y bienes esenciales que se agudizó en 2018 y 2019, y se heredó a 2020, y una acelerada dolarización este año, entre la población cubana cunde un temor: comenzar a repetir, y ahora con mayor crudeza, el “periodo especial” de la década de 1990.
“Periodo especial” identifica una fase de sacrificios impuesta por el régimen cubano ante el conflicto socioeconómico y político que Cuba enfrentó por el desplome, a partir de 1989, de sus aliados del campo socialista de Europa del Este que, comandados por la ya desaparecida Unión Soviética, le subsidiaron desde 1960.
Como otros años, 2020 aportó desastres por fenómenos meteorológicos, pero con una diferencia: el coronavirus, que agudizó la crisis socioeconómica.
Un reporte de octubre de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) anticipó que, por efectos como la emergencia sanitaria, el Producto Interno Bruto de Cuba tendrá en 2020 un crecimiento negativo de 8%, luego de que aumentó sólo 0.5% en 2019 y 2.2% en 2018.
Con un aparato productivo limitado y con un reducido sesgo exportador, Cuba debe importar 80% de sus necesidades. “Ni el virus y ni las tormentas tienen la culpa de todo. Esto viene desde mucho tiempo antes. La gente está cansada”, reprochó Teresa.
La respuesta oficial por las complicaciones siempre señaló al mismo culpable: el embargo económico que EU impuso en 1962 a Cuba. Washington recrudeció “de forma extrema y sin precedentes el bloqueo a Cuba aprovechando las terribles condiciones de la pandemia”, acusó en octubre el canciller cubano, Bruno Rodríguez.
En una cifra récord desde 1962, los daños anuales provocados por las sanciones de EU llegaron a 5 mil 570 millones de dólares de abril de 2019 a marzo de 2020, precisó. El monto acumulado en más de 58 años ascendió a 144 mil 413 millones de dólares, “una carga verdaderamente abrumadora”. Ante el desgaste del discurso oficialista, y aunque toda organización opositora es ilegal, ahora son más frecuentes las protestas callejeras por el malestar económico y político en contra del Partido Comunista de Cuba, única fuerza partidista legal. La policía política desató desde mediados de este mes una oleada de arrestos de opositores en La Habana y otras zonas.
“Asesinos”, gritó la periodista disidente cubana Iliana Hernández, del ilegal Movimiento San Isidro, al fustigar el asedio de agentes de seguridad ayer a una casa de La Habana en la que, con otros siete miembros de ese grupo, está en huelga de hambre hace dos días para exigir la liberación de un opositor.
“¡Ya está bueno de abusos!”, clamó.