Bruselas.— La denominada coalición semáforo llegó al poder bajo el mando del socialdemócrata Olaf Scholz con un ambicioso programa de gobierno de 177 páginas y bajo el lema “Atrévete a progresar más”.
El objetivo de la alianza formada por socialdemócratas (SPD), verdes y liberales (FDP), era que Alemania diera un salto cuantitativo hacia una nueva era.
Un año después de que Scholz asumiera el rol de canciller y pusiera punto final a 16 años de mandato conservador liderado por Angela Merkel, Alemania muestra un rostro distinto.
La mayor economía de la Unión Europea (UE) ha sufrido en los últimos 12 meses una marcada metamorfosis. Algunos cambios son atribuibles a la coalición tripartita, otros a la evolución geopolítica provocada por el retorno de la guerra al Viejo Continente luego de la invasión de Rusia a Ucrania.
A la coalición; por ejemplo, se le atribuyen políticas como el aumento del salario mínimo interprofesional, una de las bazas principales de la campaña de Scholz en las elecciones celebradas en septiembre de 2021. Pasó de 9.8 euros a 12 euros en octubre, beneficiando a 6.2 millones de trabajadores.
Al comportamiento hostil del presidente ruso Vladimir Putin y a la acumulación de crisis provocadas por la pandemia, la escalada inflacionaria, el encarecimiento de los precios de los granos y fertilizantes, así como el aumento del costo de los carburantes, se le adjudica el haber acelerado el proceso hacia la autonomía energética.
El año pasado, Alemania obtuvo 55% de su gas de Rusia. Para reducir esa dependencia, el gobierno de Scholz revivió una iniciativa que por años permaneció en papel en la agenda gubernamental, la de construir terminales de gas natural licuado en el mar del Norte.
La primera terminal inició operaciones en noviembre para recibir suministro procedente de Qatar, Noruega y Estados Unidos. El ministro de Medio Ambiente, Christian Meyer, precisó que el objetivo final no es sólo importar gas, sino adaptar el puerto para recibir hidrógeno verde y energía renovable del mar del Norte.
Giro radical por la guerra
En tanto, la guerra en Ucrania obligó a Alemania a dar un giro radical en su política de seguridad y defensa. Berlín reaccionó a la agresión de Putin con un histórico plan de rearme y el envío de armas pesadas por primera vez a un tercer país.
El cambio de rumbo inició el 27 de febrero, a partir del discurso conocido como Zeitenwende emitido por Scholz; se anunció el incremento de la inversión anual en defensa con el objetivo de alcanzar 2% del PIB, un compromiso político adquirido en la OTAN y a la fecha incumplido por los socios alemanes.
De arranque asignó a la Bundeswehr, las fuerzas armadas de la República Federal, un fondo especial de 100 mil millones de euros para emprender la ruta hacia la modernización.
“En estos meses hemos aprendido a conocer a Scholz como un canciller que toma decisiones tarde y del que no debemos esperar muchas sorpresas, porque su política es una de primero esperar y ver, no de precipitarse”, dice a EL UNIVERSAL Hanco Jürgens, investigador del Instituto Alemán de la Universidad de Ámsterdam.
“Mientras la situación no sea tan mala para los alemanes y las crisis puedan ser gestionadas, Scholz continuará trabajando como hasta hoy, como un canciller que opera con diplomacia y trata de acercar a las partes, no hay que olvidar que hay 16 estados federados, cada uno con su presidente de gobierno”.
Beneficios, a los de a pie
Jürgens dice que en un año se han alcanzado logros en beneficio del ciudadano de a pie, como el aumento del salario mínimo, la ayuda extraordinaria para pagar las facturas eléctricas y la reforma del sistema de prestaciones sociales básicas.
Afirma que el crédito es para los socialdemócratas aun cuando las encuestas no les sean favorables. El SPD aparece con 19% de las preferencias electorales, por debajo de la alianza conservadora CDU/CSU, que figura como la principal fuerza política con 28% de las preferencias electorales, de acuerdo con el portal PolitPro.
“Hay una imagen encontrada sobre el gobierno, por un lado han sido efectivos y por el otro han carecido de brillo”, dice Jürgens.
Sostiene que la imagen del gobierno se ha visto impactada por la falta de claridad de dirección, los desacuerdos al interior de la coalición y el discreto estilo de gobernar de Scholz, el cual no favorece.
“En muchos aspectos Scholz es muy similar a Merkel, es algo reservado, no pretende ser muy popular”, explica el estudioso.
Sudha David-Wilp, subdirectora de la Oficina en Berlín del German Marshall Fund for the United States, sostiene que si Alemania se ha transformado en los últimos meses, ha sido principalmente por la evolución del entorno político en Europa y el mundo.
“La coalición inició con la gran ambición de hacer cambios domésticos, pero no se anticipó a las crisis externas pese a las advertencias hechas por Reino Unido y Estados Unidos, así que al final el país fue obligado a cambiar pero por la situación geopolítica”, afirma en entrevista David-Wilp.
“Los días de gas ruso barato terminaron, al igual que el dejar la seguridad nacional en manos de otros. Entendieron que Alemania necesita buscar un nuevo modelo económico y del poder duro para preservar la prosperidad y democracia”.
Aunque la gran prueba para Scholz está por llegar, anticipa la investigadora. Por un lado, en 2023 deberá encontrar la fórmula que permita conservar el apoyo popular hacia Ucrania. La presión aumenta debido a la alta factura que están teniendo que pagar los hogares alemanes.
También debe encontrar el mecanismo para reestructurar la economía, acabar con los procedimientos burocráticos y estimular la competitividad de Europa frente a socios como Estados Unidos y rivales como China.
Afirma que las decisiones ya fueron tomadas, pero el proceso de implementación resulta lento por tanto trámite y procedimientos. Insiste en que Berlín está obligada a una transformación estratégica por el nuevo momento que enfrenta Europa y el mundo.
“Aparte del tema económico y militar, el tercer dossier en el que el gobierno debe prestar atención tiene que ver con la manera como se está diluyendo la imagen de Alemania en el mundo, particularmente en Europa”.
Asegura que socios claves como Francia y los vecinos del este no están convencidos del compromiso alemán ni de su voluntad por trabajar en sintonía.
“Scholz tampoco saca 10 de calificación en comunicación, sólo cuando lo ponen contra la pared sale a decir algo, y muchas veces es muy poco y muy tarde. Saben que Alemania no puede funcionar sin Europa y viceversa, por lo que ha llegado el momento de reconocer que cometieron errores en el pasado con respecto a Rusia para poder ver hacia el futuro”.
Igualmente, continúa, los alemanes deben aceptar que muy probablemente es momento de hacer sacrificios, de endeudarse más de lo permitido y de admitir que ahora son ellos los que necesitarán del apoyo de otros europeos, como podría ser en materia de suministro de gas.
En cuanto a Merkel, los analistas coinciden en que no se extraña más. Sostienen que su imagen de estrella en Alemania y Europa dejó de brillar a velocidad de meteoro por sus políticas hacia Rusia, las cuales hicieron que Alemania permaneciera de alguna manera estática por la confortable situación energética y de seguridad en la que se encontraba. Las vulnerabilidades alemanas salieron a relucir con la guerra en Ucrania.
“No es que extrañemos a Merkel, lo que se extraña es una voz, de una figura que represente a Europa. En este momento, ¿quién representa a Europa? No hay líder como tal en Europa”, asegura David-Wilp.
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