San José. – Con una cena sin excesos y unas bebidas espirituosas precedidas por un ramo de flores y con “final feliz” en un hotel de paso , una pareja de enamorados venezolanos debería reunir unos 100 dólares en Venezuela—que equivalen a 1 00 salarios mínimos y a ocho años de trabajo—para poder celebrar hoy el Día de San Valentín ... sin lujos y con alegría.
La conmemoración del día del amor y de la amistad , al igual que otras fechas como Nochebuena , Navidad y fin de año , solo ratificará las profundas carencias alimentarias y de bienes básicos de subsistencia que, todos los días, provocan la desintegración familiar y social de los casi 27 millones de venezolanos que todavía viven en su país, atrapados en la hiperinflación y en la devaluación sin control.
En un éxodo forzado por la crisis, más de 5.5 millones de venezolanos—novias, novios, esposas, esposos, amantes, hijos, hijas, madres, padres y amistades—ya migraron a destinos distintos del exterior.
Unas y otros escaparon de la peor crisis socioeconómica e institucional de Venezuela desde la caída, en 1958, de la dictadura derechista de 1952 a 1958 del general Marcos Pérez Jiménez (1914—2001) y tras la instalación, en 1999, del régimen izquierdista del comandante Hugo Chávez (1954—2013) todavía en el poder.
“Dicen que amor con hambre no dura”, recordó la opositora y ex—prisionera política venezolana Lizbeth Añez, dirigente de la (no estatal) Fundación Mamá Lis, de ayuda humanitaria.
“Aquí en Venezuela prácticamente no existe lo que es la vida social. Solo la gente que tiene mucho dinero puede salir a un restaurante o hacer un regalo a un ser querido”, dijo Añez a EL UNIVERSAL .
“No sabría cuánto puede gastar una pareja para celebrar el Día de los Enamorados, pero un almuerzo con uno de mis hijos me cuesta de 25 a 30 dólares por persona. Eso no incluye regalo y con 100 dólares creo que sería una salida quizás limitada”, explicó.
Debacle. Un dato que el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas—FVM) suministró a este periódico exhibió la profundidad del drama de la sobrevivencia socioeconómica en Venezuela: la canasta alimentaria familiar subió de 247 millones 289 mil 343 bolívares (moneda local) en diciembre de 2019 a 323 millones 523 mil 329 bolívares en diciembre de 2020, lo que repercutió en las reuniones de familiares y de amistades de fin de año.
El incremento de 76 millones 233 mil 986 bolívares entre ambos periodos equivalió a 69 dólares con 30 céntimos, para ubicarse al cierre del año anterior en 294 dólares con 11 céntimos.
Con un sueldo mínimo de 1 millón 200 mil bolívares, lo que correspondió a un dólar con nueve céntimos, se requirieron 269,60 salarios mínimos al mes u 8,98 al día para poder adquirir la cesta de provisiones básicas familiares.
Cendas—FVM precisó que el valor de la canasta alimentaria familiar llegó en octubre de 2020 a 141 millones 808 mil 837 bolívares con 30 céntimos, en un alza de 27 millones 780 mil 682 bolívares con 24 céntimos con respecto a septiembre anterior o de mil 769,5% entre octubre de 2019 y el del año pasado.
Para octubre de 2020 se requirieron 354.52 salarios mínimos de 400 mol bolívares para poder adquirir la canasta alimentaria para una familia de cinco miembros, lo que significaron 4 millones 726 mil 961 bolívares con 24 céntimos diarios, 11.82 suelos mínimos al día. En ese mes, el sueldo base fue de 80 centavos de dólar al mes.
El (no estatal) Observatorio Nacional de Finanzas de Venezuela reportó que el índice de precios al consumidor, que mide la inflación, aumentó 3 mil 713% en 20202, para completar seis años seguidos con la mayor tasa inflacionario del mundo.
Precipicio. Venezuela vive, desde al menos 2014 y 2015, una escasez generalizada de medicinas, alimentos y bienes básicos de la que el cuestionado presidente venezolano, Nicolás Maduro, culpó reiteradamente a la “guerra económica” de Estados Unidos con su menú de sanciones económicas contra la revolución bolivariana—“Socialismo del Siglo XXI”—que Chávez comenzó a establecer en febrero de 1999.
Maduro alabó un reporte que el pasado viernes difundió la bielorrusa Alena Douhan, relatora especial de la Organización de Naciones Unidas sobre el impacto negativo de las medidas coercitivas unilaterales en el disfrute de los derechos humanos, acerca de que las sanciones de EU a Venezuela exacerbaron las calamidades en Venezuela.
“Reconozco el efecto devastador de las sanciones sobre los derechos humanos, como la alimentación, la vida, la educación", aseguró Douhan, sin admitir públicamente la versión de Maduro de que la actual crisis haya sido originada por el cerco financiero que Washington intensificó desde 2017 sobre Caracas y sus operaciones internacionales.
Maduro festejó el dictamen de la bielorrusa y recalcó que Venezuela está “de pie y victoriosa” para enfrentar las sanciones de la Casa Blanca, reforzadas en la administración del anterior presidente de EU, Donald Trump.
“Hemos estudiado, hemos enfrentado y hemos tenido conciencia que las sanciones han vulnerado los derechos de Venezuela. Puedo decir que Venezuela, después de cuatro años de Trump, está de pie, victoriosa y viendo el futuro”, adujo Maduro.
Venezuela es una de las plazas americanas de la vieja pugna entre comunismo y anticomunismo o democracia y totalitarismo.
Al morir en 2013, Chávez heredó el poder a Maduro y una tradición política de confiscar compañías privadas venezolanas y extranjeras para convertirlas en empresas paraestatales que ahora están en números rojos y en la parálisis y el fracaso de su actividad.
De manera paralela, los ingresos del petróleo, principal producto venezolano de exportación, generador de más del 95% de las divisas y pieza clave de la bonanza financiera del primer decenio del siglo XXI, se desplomaron con un caos en la estructura petrolera estatal de Venezuela.
“Hay que reinventarse en la industria, en el comercio, en la economía familiar, social, comunitaria. Hay que impulsar todos esos proyectos de emprendimiento económico con una visión transparente y eficaz”, clamó Maduro, en un mensaje al país en enero de este año.
La oposición acusó al chavismo y a lo que tildó como “fracasado” modelo socialista del caos socioeconómico, signado por un calvario de desabasto, hiperinflación, devaluación y deterioro de ingresos. En algunos mercados hay abundancia de oferta comercial, pero a precios inalcanzables para la mayoría de la población.
Venezuela es gobernada por un régimen “para el cual la economía siempre ha sido algo adjetivo y secundario, signada por la improvisación, el voluntarismo”, detalló el politólogo venezolano Fidel Canelón, profesor de Teoría Política de la (estatal) Universidad Central de Venezuela.
El chavismo se guía por sus “arrebatos de vindicación social “ y por la “convicción de que nuestro maná particular–el oro negro (petróleo)–hacía innecesario todo esfuerzo productivo sistemático, y mucho menos el concurso del sector privado, enemigo jurado, además, de la soberanía de la patria y del socialismo”, declaró Canelón a este diario.
“No en balde tanto Chávez como Maduro han apostado a la pobreza como la más eficaz forma de dominación”, subrayó.