Londres.— La premier británica, Theresa May, advirtió ayer que la salida de Reino Unido de la Unión Europea podría frustrarse, en un último esfuerzo para convencer a los parlamentarios que apoyan el Brexit, pero rechazan el acuerdo de divorcio.

El destino del adiós británico a la UE, previsto para el 29 de marzo, es incierto, ya que es probable que el parlamento rechace hoy el acuerdo de May.

En medio de la crisis más profunda que vive la política británica en al menos medio siglo, May y los líderes de la UE intercambiaron cartas con garantías sobre su acuerdo de salida, aunque hubo escasas señales de un cambio de postura entre los legisladores británicos que se oponen al pacto.

May aprovechó un discurso en una fábrica de porcelana en la ciudad pro Brexit de Stoke-on-Trent, en el centro de Inglaterra, para asegurar que los parlamentarios que están bloqueando el acuerdo han conseguido que el resultado más probable sea una salida británica desordenada.

“Hay algunos en Westminster que desearían retrasar e incluso frenar el Brexit, y que utilizarían cualquier recurso disponible para hacerlo”, afirmó May.

“Aunque la falta de acuerdo sigue siendo un riesgo serio, tras haber observado los acontecimientos en Westminster en los siete últimos días creo que el resultado más probable es una parálisis en el Parlamento que pone en riesgo que haya un Brexit”, agregó.

En un momento en que el principal bloque comercial mundial parecía prepararse para un camino impredecible, España dijo que la UE podría acordar ampliar el plazo para el Brexit, aunque no más allá de las elecciones para el Parlamento Europeo, previstas para mayo.

May advirtió a los legisladores el domingo que desbaratar el Brexit sería “catastrófico” para la democracia, mientras que sus ministros afirmaron que incumplir el resultado del referéndum de 2016 podría provocar un aumento del populismo de extrema derecha.

En tanto, la UE y la primera ministra británica fijaron ayer algunas garantías mutuas en un intercambio de cartas. El bloque se mantuvo firme en su compromiso de hallar formas que eviten la puesta en marcha de la controvertida “salvaguarda irlandesa” —que implicaría una aduana fronteriza dura entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda— en el acuerdo del Brexit, y agregó que esta promesa tiene peso legal.

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