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San José.- Con gritos femeninos contundentes de reproche tras siglos de represión, es un canto de enojo que nació en Chile, recorrió América y Europa y prosiguió en un viaje sin fin por las redes sociales para repetirse como una tendencia benéfica de moda y enfrentarse a una pandemia maléfica.
Es una letra que desnuda la agresión sexual de padres, hermanos, abuelos, tíos, esposos, novios, patronos, amigos y desconocidos contra hijas, hermanas, nietas, sobrinas, esposas, novias, trabajadoras, amigas y desconocidas y exhibe un alud de muertes dolosas de mujeres perpetradas por los de siempre y nunca castigados.
Sencillo y directo, es “Un violador en tu camino”: un reflexivo y crudo canto de sacudida global contra la violencia a las mujeres para señalar, con dedo acusador, a los agresores.
Una campaña basada en esa pieza surgió espontánea en Chile luego de que se recordó, como cada 25 de noviembre, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. El fenómeno ganó potencia internacional y penetró las redes sociales modernas y abiertas para atacar un antiguo conflicto encerrado con miedo y secreto.
Las chilenas Dafne Valdés, Paula Cometa, Sibila Sotomayor y Lea Cáceres, fundadoras de LasTesis en 2018 como foro no estatal de expresión artística femenina, compusieron la canción este año con un video que divulgaron el pasado 20 de noviembre. Por la positiva acogida a su obra, convocaron para el viernes anterior a una mayor difusión dentro y fuera de Chile: la respuesta sin fronteras fue multitudinaria.
Centenares de miles de mujeres (víctimas o no) y de hombres (solidarios y no victimarios) en América y Europa y gran cantidad de agrupaciones de ambos continentes se sumaron con mensajes de alerta en una queja multinacional.
“El patriarcado es un juez que nos juzga al nacer y nuestro único castigo es la violencia que no ves. Es feminicidio. Impunidad para mi asesino”, advirtió el Conselho Criativo do Não Me Kahlo, grupo (no estatal) de Brasil que defiende la igualdad de género.
“Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía”, porque… “el violador eres tú”, pero también hay otros, sentenció el colectivo brasileño: “El juez. El presidente. El Estado opresor es un macho violador”.
“Es una manifestación de largo alcance”, adujo la socióloga costarricense Isabel Gamboa, profesora de la Escuela de Sociología de la (estatal) Universidad de Costa Rica, al asegurar que “es ya, simbólicamente hablando, un movimiento viejo que ha venido teniendo lugar de múltiples formas y dará pie a otras más”.
“Es un resultado estructural, no pasajero, de un movimiento feminista igualmente estructural que se va volviendo cada vez más extendido, pese a sus diferencias, gracias a lo que le une: la lucha contra la violencia a las mujeres y, en los últimos años, la violencia sexual”, explicó Gamboa a EL UNIVERSAL.
“Deviene de feminismos históricos y es centroamericano, latinoamericano, europeo, asiático... es decir, mundial, aunque con diferencias culturales obvias”, aunque “se encadenan unas con otras”, agregó.
Para la guatemalteca Carmen Rosa de León, directora ejecutiva del (no estatal) Instituto de Enseñanza para el Desarrollo Sostenible de Guatemala, lo extraordinario del movimiento es que “hay una visión menos victimizada” de un problema en el que “por acción u omisión, cualquiera es cómplice de la violencia contra la mujer”.
“No sé si [la campaña] se va a quedar o no, pero está prendiendo en varios países y es un llamado a una reflexión más profunda y más amplia de la reacción del Estado, que es partícipe en esa violencia”, indicó De León a este periódico.
Grito en Colombia
Más de 500 mujeres acudieron el lunes pasado a tres puntos de la occidental ciudad colombiana de Cali para entonar “Un violador en tu camino”. Ahí estuvo la colombiana Lina María Restrepo, de 25 años, soltera, sin hijos, caleña, profesional universitaria en artes visuales y luchadora feminista.
“No hay un abusador o enemigo puntual”, dijo Restrepo a este diario. “Pero cada mujer todos los días vive abusos puntuales. Cada una de las 500 mujeres tenía a alguien en su mente a la que estaba cantando este grito de dolor y reivindicación”, narró.
“Fue un espacio seguro en un día bonito. Pudimos gritar y enojarnos de manera organizada por el abuso puntual y colectivo que vivimos a diario”, contó.
Consultada por este periódico, la colombiana Paola Gómez, profesora de periodismo con Visión de Género de la (no estatal) Universidad Autónoma de Occidente, de Cali, y jefa de redacción del diario El País, de esa ciudad, alegó que “cada vez son más las mujeres decididas a denunciar”.
“Si bien puede sonar fuerte el cántico y tomado como agresivo, es necesario”, destacó. El grito, reafirmó, “está causando el efecto esperado”.