venía diciendo desde el año pasado, cuando se anunciaba el retiro de las tropas occidentales en Afganistán , que consideraba muy precipitada la decisión de Washington en virtud de que podría iniciar una desestabilización del país que tendría efectos nocivos para Rusia dada la cercanía de sus fronteras . Sin embargo, es uno de los países que han adoptado una posición que invierte en el diálogo para evitar que el nuevo régimen talibán recurra a las prácticas del pasado, tan temidas por la comunidad internacional, a pesar de las promesas de la dirigencia afgana de que se respetarán los derechos humanos, siempre en el ámbito de la sharía.

La posición del Kremlin se sustenta en una política muy distinta de la del régimen soviético pues no contempla recurrir a la fuerza como en años anteriores para cambiar el régimen, sino promover el diálogo entre los talibanes y los grupos opositores, que no son de mayor significación, para lograr la reconstrucción del país y aprovechar las oportunidades que se presentarán en el ámbito económico. Sin embargo, es importante recordar que la prioridad de la política exterior rusa es el mantenimiento de la seguridad de sus fronteras en un espacio por demás vulnerable y que podría caer en la esfera de influencia china. Un entendimiento con la potencia asiática para evitar que esto suceda es de la mayor importancia para Rusia. Nos encontramos de nuevo en un escenario, toda proporción guardada y con distintos actores, semejante al Gran Juego del siglo XIX que sumió a Afganistán en tres cruentas guerras . Pero de suma importancia para la recomposición del tablero del Asia Central es el hecho de que Rusia recupera el lugar que le corresponde en la zona como un actor de peso internacional.


Embajador retirado 

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