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Rusia
termina 2017 con la proclamación de la victoria sobre el Estado Islámico en Siri a, pero también con un gran desengaño: la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca no ha servido para mejorar las relaciones bilaterales, sino todo lo contrario.
El presidente ruso, Vladímir Putin, certificó en persona la victoria sobre los yihadistas con un viaje sorpresa a la base aérea siria de Jmeimim, donde fue recibido con el líder sirio, Bachar al Asad, y anunció el comienzo de la retirada las fuerzas que Rusia tiene desplegadas en el país árabe.
"Si los terroristas vuelven a levantar cabeza les golpearemos como no lo han visto hasta ahora", dijo el jefe del Kremlin al intervenir ante los militares.
El viaje de Putin a Siria se produjo pocos días después de que el 6 de diciembre anunciara su decisión -un secreto a voces- de presentarse a la reelección en los comicios del 18 de marzo de 2018 para un nuevo período de seis años.
Sin rival a la vista, su reelección se considera en Rusia algo tan natural como que al otoño sigue el invierno, independientemente de que a uno le guste o no la estación.
Los éxitos de la política de Putin en Siria contrastan con la pérdida de posiciones de Rusia en Occidente, que se manifiestan en particular en el empeoramiento de las relaciones con Washington, que se encuentran en su punto más bajo de los últimos decenios.
Hace un año, diputados rusos llamaban a celebrar con champaña la victoria electoral de Trump frente a la candidata demócrata Hillary Clinton, confiando en que esta ayudaría, si no a eliminar, por lo menos a aliviar las sanciones contra Rusia por la anexión de Crimea y su injerencia en la crisis ucraniana.
Estas ilusiones no sólo se desvanecieron: al régimen de sanciones se añadieron las denuncias sobre la presunta intromisión de Moscú en la campaña presidencial estadounidense, que ya se han cobrado varias bajas en el entorno de Trump.
El tono de las acusaciones, que destacan la existencia de contactos entre miembros de la campaña de Trump con el ahora exembajador ruso en Washington, Serguéi Kislyak, recortó el campo de maniobra del presidente estadounidense.
Aunque Putin y Trump han hablado por teléfono en varias ocasiones y se ha visto un par de veces en el marco de cumbres internacionales, el diálogo ruso-estadounidense se ha reducido al mínimo y no se avizoran perspectivas de mejora.
Rusia ha sido acusada de intentar interferir no solo en la campaña presidencial de Estados Unidos, sino también en procesos electorales europeos.
Moscú atribuye estas acusaciones a la "rusofobia campante en Occidente" y al deseo de este de contener a una Rusia cada vez más fuerte e influyente en el ámbito internacional.
Entre los grandes reveses de Rusia del año se cuenta, sin duda, la decisión de Comité Olímpico Internacional (COI) de excluir por dopaje de Estado a la selección rusa de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018, que se disputarán en la ciudad surcoreana de PyeongChang.
El COI determinó que los deportistas rusos podrán competir sólo a "título individual y bajo estrictas condiciones", sin su bandera ni su himno.
El dopaje le ha pasado factura a Rusia: semanas antes de la exclusión de su selección de los Juegos de PyeongChang, Rusia vio cómo la Agencia Mundial Antidopaje descalificaba a varios de sus deportistas y los privaba de sus medallas en la Olimpiada de Sochi 2014, y descendía del primer lugar del medallero al cuarto.
En el ámbito macroeconómico, 2017 fue un buen año para Rusia: pese a las sanciones internacionales, el crecimiento del producto interior bruto (PIB) del país se espera de cerca del 2 por ciento, mientras que la inflación será de menos 4 por ciento, la cifra más baja en su historia postsoviética.
El rublo, la moneda nacional, se ha mantenido estable gracias al repunte de los precios del petróleo, uno de los principales productos de exportación del país.
Sin embargo, los ingresos reales de la población caen por cuarto año consecutivo, aunque ha disminuido el ritmo de esta caída: si en 2016 esta fue de 5,9 por ciento, en los diez primeros meses ha sido del 1,3 por ciento, según datos del ministerio de Economía. EFE