Madrid.— Dilma Rousseff, ex presidenta de Brasil, pidió ayer en España la libertad de Luiz Inácio Lula da Silva y aseguró que el Partido de los Trabajadores (PT) no presentará ningún candidato alternativo, porque él sigue siendo la única opción legítima para las elecciones presidenciales de octubre.

Rousseff —quién gobernó Brasil entre 2011 y 2016— aseguró que su país vive una nueva modalidad de golpe de Estado, incruento pero igualmente letal para la libertad. “Los que hemos vivido los dos sistemas conocemos bien la diferencia entre democracia y dictadura”, dijo. “Sabemos que en América Latina y, sobre todo, en Brasil, hay un nuevo tipo de golpe de Estado: parlamentario, mediático, con apoyo de las corporaciones judiciales y una parte de intereses de mercado”, añadió.

“Estamos viviendo un momento muy difícil en América Latina”, abrió Rousseff su charla en Madrid, organizada por la Cátedra de Estudios Jurídicos Iberoamericanos de la Universidad Carlos III. Se trata del primero de una serie de encuentros internacionales que la llevarán por Europa y Estados Unidos para presentar su visión sobre la situación en su país.

El ex ministro de Justicia de Brasil José Eduardo Cardozo presentó a Rousseff como “la ex presidenta de la República, o la presidenta legítima”, y el público estalló en ovaciones levantando carteles con los lemas “Liberen a Lula” y “Detengan el golpe en Brasil”. Rousseff, depuesta en 2016 por el Parlamento, se dijo víctima del mismo “proceso” que está ahora tratando de “destruir” la reputación política del ex presidente Lula, quien ingresó el sábado en prisión en Curitiba, condenado a 12 años por corrupción.

Insistió en que “la popularidad de Lula aumenta tras cada condena” y recordó que él “sigue líder en las encuestas de intención de voto”. La ex presidenta dijo que el PT “no tiene un plan b después de Lula” porque el partido considera que “si sus enemigos quieren sacarlo de la carrera presidencial, deberán ser ellos quienes lo hagan con sus propios medios”.

Para que cambie la situación judicial del ex mandatario, Rousseff aseguró que “se va a llegar a todas las instancias jurídicas y se movilizará a la gente, a juristas y académicos”. También defendió la decisión del político de entregarse, argumentando que el PT es un partido que “quiere trabajar dentro del sistema” y que Lula “no es un radical”, sino un candidato conciliador.

La mandataria dedicó su conferencia, de casi dos horas, a defender que el PT es castigado por las élites brasileñas e internacionales a causa de sus políticas redistributivas y su negativa a privatizar recursos, principalmente la petrolera Petrobras. “Tras cuatro elecciones presidenciales consecutivas, yo creo que los sectores que hasta entonces habían sido democráticos consideraron que ya no había condiciones para llegar al poder mediante esos medios y lanzaron su golpe contra nosotros”, declaró.

“No puedo decir que ha habido movimientos de parte de la administración [de Barack] Obama. Yo no los vi”, dijo en uno de los momentos más atrevidos de su discurso: “Sé que [la canciller alemana Angela] Merkel y yo hemos sido grabadas. [Edward] Snowden lo divulgó (…) Y ocurrió tres años antes de que yo fuera destituida. Con esto quiero decir que puede ser una realidad”, expuso.

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