El mundo necesita la ciencia y la ciencia necesita mujeres. A nivel global, menos de 30% de los investigadores son mujeres. Y aunque esa cifra en Latinoamérica y el Caribe llega a 45.9%, la participación femenina no se refleja necesariamente en el porcentaje de ellas que ingresa a carreras científicas en la universidad. O en el porcentaje que son miembros de las academias de ciencias de cada uno de los países. O en el liderazgo de un ministerio de tecnología.
Naciones Unidas sostiene que las mujeres de todas las edades están subrepresentadas en áreas como ciencia, tecnología, ingeniería, matemática y diseño industrial. Por ello, eligió conmemorar el Día Internacional de las Mujeres haciendo un llamado a la innovación femenina como una herramienta clave para la igualdad de género.
“La ciencia, la tecnología y la innovación no tienen género. O al menos así debería ser”, dice la astrónoma chilena Paula Jofré, de 36 años y a quien la prestigiosa revista estadounidense Science News señaló como una de los 10 científicos jóvenes que están dejando huella por una investigación en astrofísica que busca hacer un “árbol genealógico” de las estrellas para descubrir el inicio y la evolución de la Vía Láctea.
Educación
Sólo 17 mujeres han ganado el Premio Nobel de Física, Química o Medicina desde que la científica polaca-francesa Marie Curie lo obtuvo en 1903, en comparación con 572 hombres. Academias de ciencia reconocen que los aportes de las mujeres en esa área y en tecnología no han sido reconocidos, y por ello aún están invisibilizados en la mayoría de los libros de texto u otros materiales educativos. Aunque más niñas asisten a la escuela que hace medio siglo, muchas pierden el interés en disciplinas como ciencias y matemáticas a medida que crecen. Por ejemplo: sólo 30% de las niñas mexicanas de entre seis y ocho años afirman que lo que menos les gusta del colegio son las matemáticas. Ese porcentaje aumenta a 40% entre las niñas de nueve y 10 años.
Conscientes de la importancia de la innovación y la tecnología, los gobiernos de Argentina, Brasil, Costa Rica, México, Perú y Uruguay han desarrollado iniciativas o proyectos de ley enfocados en esas áreas para disminuir la brecha de género. Chile y Colombia no poseen normativas con esa finalidad.
Un ejemplo son los que buscan fomentar la participación de las niñas y mujeres. El programa argentino Mujeres Programadoras incentiva a que ellas tomen roles protagónicos vinculados a la programación y a la cultura digital. La Ley de Ciencia y Tecnología de México se compromete a desarrollar “un sistema de educación, formación y consolidación de recursos humanos de alta calidad en igualdad de oportunidades y acceso entre hombres y mujeres”, mientras que en Perú se han creado métodos de discriminación positiva para proyectos de investigación encabezados por mujeres.
En otros casos, las tecnologías sirven para erradicar prácticas abusivas hacia las mujeres. En Costa Rica se incentiva la investigación aplicada para crear ciberespacios seguros para mujeres de todas las edades que reduzcan, por ejemplo, los ciberacosos. En Uruguay se han desarrollado iniciativas de planificación urbana con perspectiva de género, para garantizar la seguridad de las trabajadoras —y también de los trabajadores— en sus desplazamientos.
La digitalización, dice Alfonso Swett, presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio de Chile (CPC), abre “un mundo de oportunidades que tiene dos caras: una para aquellas mujeres que no han podido incorporarse al mercado laboral por las rigideces a las que muchas veces se enfrentan y otra para las empresas de contar con el talento femenino que se requiere en la era de la innovación y la tecnología”.