Nueva York.— En estas fechas navideñas, los ladrones virtuales se frotaron las manos. Es la época del año en la que un mayor número de robos se producen de manera online porque la gente compra más. Sobre todo, tras la pandemia, cuando se disparó el número de denuncias de este tipo a máximos históricos, algo comprensible teniendo en cuenta que durante el encierro por el Covid-19 también aumentó significativamente el número de personas que dependían de internet para realizar sus compras. Desde entonces, las cifras han seguido escalando.
En 2021, la Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos recibió 1.4 millones de denuncias por robo de identidad, y los consumidores reportaron haber perdido más de 5 mil 800 millones de dólares por fraude en 2021, un 70% más que los datos registrados en 2020.
Según un estudio de la FTC, las “redes sociales fueron una mina de oro para los estafadores en el pasado año [2021]”. Los 770 millones de dólares que se reportaron en pérdidas se iniciaron en las plataformas digitales, lo que representa 25% de todas las pérdidas registradas en 2021.
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EL UNIVERSAL habló con Paola Gutiérrez, una de las miles de víctimas. Esta joven colombiana vive en Nueva York y trabaja como esteticista a jornada completa. A principios de año, una tarde que estaba en su casa le llegó un mensaje de una amiga a través de la plataforma de Instagram. “Todo comenzó con un enlace aparentemente inofensivo que me envió una amiga”, explicó a EL UNIVERSAL.
Se trataba de una oportunidad “única”, dijo Paola, “de ganar mucho dinero invirtiendo en Bitcoin. Como me lo mandaba mi amiga, yo abrí ese link y por ahí empezó todo el proceso del robo. Ella no sabía que iba a pasar esto, fue otra víctima”.
“Una vez dentro, empecé a rellenar los datos que me pedían. Nombre y apellidos, dirección, teléfono y más información”. Sin saberlo, Paola estaba compartiendo suficiente información personal como para que un desconocido al otro lado del teléfono pudiera acceder a su cuenta bancaria y realizara una transferencia de 2 mil dólares a una tercera persona. “El ladrón hizo un pago online de 2 mil dólares. Lo dividió en dos transacciones, primero una de mil y al cabo de dos horas otro pago de mil dólares a alguien desconocido”, detalló.
Una dura lección
El banco nunca le devolvió el dinero a Paola porque rastrear este tipo de robos es muy difícil “y poner una denuncia tampoco me iba a devolver los 2 mil, me dijeron, así que me resigné y aprendí la lección”.
Una actitud que adoptan muchos damnificados de estafas digitales porque, como explica la directora de Prevención de Fraudes de AARP, Kathy Stokes, “no es nada fácil recuperar lo robado”. ¿Cuáles son los desafíos que probablemente tendrá esta persona? La experta lo resume así: “Ella irá a su banco y dirá: ‘hice clic en este enlace y el dinero desapareció’. Y el banco seguramente le contestará que eso se considera una transacción autorizada, porque ella hizo clic en un enlace y, por lo tanto, no están obligados a repararla”.
Lo peor de todo, incide Kathy, es que de repente la víctima se convierte en culpable porque se la trata como si fuera coautora del timo, “¡y no lo es!”. “No podemos, no podemos protegernos de la manera que necesitamos de que las llamadas telefónicas lleguen a nuestros hogares, o los correos electrónicos y los mensajes de texto que llegan a todo el mundo en Estados Unidos. Si nos estafan no es culpa nuestra”.
El país entero se ve afectado por estos robos digitales, como el resto del mundo. Pero en unos estados se necesita más protección que en otros. Según un nuevo informe del sitio web de finanzas personales WalletHub, hay 10 territorios más vulnerables al robo de identidad y el fraude en línea. A la cabeza de la lista se encuentra el Distrito de Columbia, con mil 701 denuncias por cada 100 mil habitantes en 2021, según las estadísticas de la Comisión Federal de Comercio.
Le siguen Delaware, Louisiana, Rhode Island, Colorado, Pennsylvania, Georgia, Alabama, Florida y en el puesto 10, Nueva York. En el otro extremo del espectro se encuentra el estado de Montana que, con 1.1 millón de habitantes, destacó porque sus residentes se vieron menos afectados por el fraude en línea en 2021. El mismo portal de WalletHub en este informe también asegura que en 2022 la violación de datos promedio en EU costó 9.44 millones a las arcas de gobierno.
Para la policía no es fácil enfrentar estos timos virtuales porque constantemente se mejoran, son más elaborados y muchos ocurren fuera de su área de operación. Kathy explica a EL UIVERSAL que muchas de las estafas telefónicas, por ejemplo, “llegan de diferentes sitios en India, Jamaica y otros lugares en el mundo. Canadá es otro de los lugares, Costa Rica. O sea, muchos proceden de entidades extranjeras que son como auténticos negocios, con trabajadores, conocimientos de computadora y guiones. Y es difícil rastrearlos. Somos nosotros contra ellos”.
Además, los ladrones cada vez se profesionalizan más, porque hay estafas que se han mantenido en el tiempo, como las llamadas telefónicas falsas o mensajes de texto fraudulentos del Servicio de Impuestos Internos de EU (IRS, por sus siglas en inglés).
La periodista que escribe este artículo fue víctima de este engaño hace seis años y funciona así: un supuesto representante del IRS te llama por teléfono y pide que confirmes con él tu nombre y apellido, además de la fecha de nacimiento. Datos que se supone que la organización tiene, pero tú los compartes, ilusa de ti.
La persona al otro lado del teléfono te confirma que esa es, efectivamente, la misma información que el supuesto departamento de impuestos tiene en su base de datos. “Tras confirmar que es usted la propietaria de la línea necesito su número de identificación social porque hay unos impuestos que no ha pagado y se tienen que abonar”. Aquí el código de identificación se conoce como el SSN (Social Security Number), y para hacerse una idea, es tan importante y personal como el pasaporte, además de fundamental para poder trabajar en este país y pagar impuestos conforme al salario.
En ese momento, el que entonces era mi jefe estaba sentado a mi lado y había visto mi cara de preocupación. Me dijo que ni se me ocurriera compartir esa información. Lolo, que así se llama, me animó a que colgara el teléfono y hablara con el departamento de Contabilidad de nuestra empresa para que ellos me dijeran cómo actuar o hacer seguimiento con el IRS.
Una “epidemia”
Le hice caso, y menos mal. Cuando hablé con Nelly, la persona encargada de las cuentas de la compañía, me explicó que el IRS jamás se pondría en contacto conmigo por teléfono. “Todas las comunicaciones serán siempre por carta”, aclaró. “Sobre todo si te están diciendo que hay un pago que debes realizar. Acabas de ser víctima de una estafa muy común”. Yo tuve suerte, pero no todo el mundo cuenta con una Nelly en su vida que pueda advertirle, y si no hubiera sido por ella, seguramente habría acabado llamando al mismo número de los estafadores y dándoles toda la información que me solicitaran. “Ellos prueban, piden información de tu tarjeta de sanidad, de identificación, y así robar dinero de esas entidades en tu nombre. Es realmente una epidemia”, remarca Kathy.
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