El rey Carlos III visitó este martes Southport, en el noroeste de Inglaterra, donde tres niñas murieron a finales de julio en un ataque con cuchillo que desencadenó varias jornadas de disturbios en Inglaterra, anunció el Palacio de Buckingham.
A su llegada el monarca, de 75 años, se detuvo para observar las ofrendas florales y los peluches depositados para rendir homenaje a las víctimas. También saludó a numerosos ciudadanos que se congregaron allí para recibirlo, muchos de ellos niños.
Durante la visita, el soberano prevé reunirse con niños que sobrevivieron al ataque, que tuvo lugar el 29 de julio durante una clase de baile inspirada en la estrella estadounidense del pop Taylor Swift.
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Después de la reunión, Carlos firmó el libro de condolencias en el Ayuntamiento de Southport, y agregó: “Con mi más profunda simpatía”.
En Southport, la comunidad se ha centrado en las tres niñas que perdieron la vida en el ataque: Bebe King, de 6 años, Elsie Dot Stancombe, de 7, y Alice Dasilva Aguiar, de 9, además de otros ocho menores que resultaron heridos, así como dos adultos que intentaban protegerlos. Los heridos ya fueron todos dados de alta del hospital.
La policía detuvo en el lugar a un sospechoso, que tenía 17 años en el momento de los hechos.
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Según el Palacio de Buckingham, con su desplazamiento, Carlos III pretende "expresar su apoyo a las personas afectadas por el ataque del 29 de julio y los disturbios ocurridos después en la ciudad".
Esta visita será también una oportunidad para el soberano de "agradecer al personal de los servicios de emergencia por su trabajo al servicio de la población local", agregó el Palacio en un comunicado.
Además, el monarca, que está pasando sus vacaciones en el castillo de Balmoral, en Escocia, también se reunirá con representantes de los servicios de rescate, de la policía, de los bomberos y de los grupos comunitarios locales.
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Eso incluyó a los hermanos Antony y Jenna Johnson, quienes administran una heladería en Southport y dieron golosinas gratuitas a los niños locales en los días posteriores al ataque.
“Queríamos repartir helados después de los disturbios porque todos los niños estaban aterrorizados”, dijo Jenna Johnson. “Queríamos darles un motivo para salir de casa”.
Tras el ataque, estallaron violentos enfrentamientos en Southport entre manifestantes y la policía.
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La muerte de las tres niñas desencadenó una semana de violencia racista e islamófoba en varias ciudades de Inglaterra e Irlanda del Norte, impulsadas por unos rumores que circularon por internet sobre la identidad y la religión del sospechoso.
Los peores disturbios del Reino Unido en más de una década provocaron unos 1.100 arrestos. El gobierno prometió que los alborotadores que lanzaron ladrillos a la policía, saquearon tiendas y atacaron mezquitas y hoteles utilizados para albergar a solicitantes de asilo sentirían “todo el peso de la ley”.
El rey y su esposa Camila publicaron un mensaje de pésame dirigido a las familias de las víctimas inmediatamente después del ataque. El 9 de agosto, Carlos III agradeció a la policía por su trabajo ante la violencia "de unos pocos" y llamó a la unidad.
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