París.- La nueva aguja de la catedral de Notre Dame ya es claramente visible para los parisinos y turistas, después de que los trabajadores retiraran este martes una buena parte de los andamios que la rodeaban.
"Aparece nuevamente en el cielo. ¡Orgullo francés!", afirmó el presidente Emmanuel Macron en X, antes Twitter, junto con una imagen del elemento arquitectónico.
La aguja, de madera de roble y coronada por un nuevo gallo de cobre, fue instalada a finales de noviembre y hasta ahora podía percibirse entre un bosque de andamios, ya que todavía debía recibir -como su antecesora del siglo XIX- adornos y un recubrimiento de plomo.
Las previsiones oficiales apuntan a que la mayor parte de la reconstrucción de la catedral, uno de los mayores símbolos de París, esté terminada para los Juegos Olímpicos que comienzan el 26 de julio.
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La catedral sufrió en abril de 2019 un grave incendio que destruyó todo el tejado y amenazó la integridad arquitectónica del templo.
Pese a que ya fueron retirados algunos andamios usados para su reconstrucción, el templo no reabrirá sus puertas hasta el 8 diciembre de este mismo año tras la última fase de trabajos.
La nueva Notre Dame contará además con un conjunto de avanzados sistemas contra incendios, comenzando por un sistema de vaporización de agua en la zona de la carpintería de la techumbre.
El sistema emitirá agua vaporizada en caso de que los sensores detecten el inicio de un fuego.
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Por otra parte, la presidencia francesa anunció este martes que los libreros a orillas del Sena en París mantendrán sus icónicos cajones verdes durante los Juegos Olímpicos, después que las autoridades renunciaran a su controvertida retirada por motivos de seguridad.
"El presidente [Emmanuel Macron] pidió al ministro del Interior y al prefecto de policía de París preservar el conjunto de libreros y que no se obligue a ninguno de ellos a desplazarse", ante la ausencia de una "solución de consenso", precisó esta fuente.
Con motivo de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos el 26 de julio, que tendrá lugar a lo largo de 6 kilómetros del río Sena a su paso por la capital, las autoridades preveían la retirada "durante días" de casi 600 de los 900 cajones por motivos de seguridad.
Sin embargo, los 'bouquinistes' --hay unos 230-- rechazaban esta medida, máxime cuando algunas de las cajas tienen hasta 150 años de antigüedad y se espera la presencia esos días unos 15 millones de visitantes en la capital.
Macron, que calificó a estos libreros "de patrimonio vivo de la capital", pidió así cambiar el dispositivo de seguridad, después que las autoridades redujeron en enero a la mitad el aforo para la ceremonia de apertura a unos 300 mil espectadores, según la presidencia.
Herederos de los vendedores ambulantes de libros del siglo XVI, los 'bouquinistes' que venden libros de segunda mano e incluso 'souvenirs' turísticos pueblan los muelles del Sena y se han convertido en un símbolo de la capital francesa.
mcc