Bruselas.- Las señales que está enviando a Europa el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sobre lo que pretende que sea el papel del país en el exterior, no tienen la claridad que se esperaría de un gobierno en su segundo año en funciones. Entre expertos consultados por EL UNIVERSAL hay comprensión sobre el curso discreto y de bajo perfil que ha tomado la política en ese rubro bajo su mando.
Incluso se da reconocimiento por la forma como ha gestionado la relación con un vecino indomable, voluble e impredecible como lo es el mandatario estadounidense, Donald Trump.
Al mismo tiempo, hay especialistas de instancias de renombre, como Chatham House, que señalan que la radiografía que se tiene es inquietante. Existe la impresión de un eventual deterioro de la presencia mexicana transfronteriza, con probables secuencias negativas para un sistema multilateral que requiere hoy más que nunca de la visibilidad de sus impulsores para responder a la pandemia del coronavirus.
“¿López Obrador tiene una política exterior?”, responde a este diario con una pregunta Christopher Sabatini, investigador principal del Programa para las Américas de Chatham House, que analiza los asuntos internacionales.
“La falta de una política exterior es evidente. Con su involucramiento en las instituciones multilaterales y las discusiones globales de política exterior, México venía proyectándose de manera prometedora como una potencia media en crecimiento. Ahora, lo que apreciamos es una ausencia”, detalla.
El experto asevera que las señales positivas hasta el momento, como la culminación de las negociaciones para modernizar el Acuerdo Global con la Unión Europea, el diálogo para dar continuidad a las relaciones comerciales con el Reino Unido en la era post-Brexit y la nominación de Jesús Seade Kuri, subsecretario de América del Norte de México, a la dirección de la Organización Mundial del Comercio (OMC), son reflejo del sofisticado aparato diplomático y no resultado de una proyección al más alto nivel.
“La ausencia [del Jefe del Ejecutivo federal] en foros como el G-20 y la Asamblea General de las Naciones Unidas minan severamente su capacidad para proyectar globalmente los intereses nacionales”, señala.
Lo que sí hay, destaca, es una política de reacción a los acontecimientos externos que tienen repercusiones domésticas, como la crisis migratoria, los caprichos de Trump a la “imposición de renegociar” el Tratado de Libre Comercio y a tener que trabajar con Centroamérica para bloquear los cruces con Guatemala.
“Eso no puede considerarse una proactiva política exterior hacia [Washington] (...) La reputación de México y de sus intereses frente a [ese gobierno] se está erosionando, así como su prestigio internacional. El tratar de posicionarse como un país norteamericano y socio de Estados Unidos y Canadá, le está restando voz, disminuye su habilidad para proyectarse globalmente”, precisa.
Sabatini afirma que con la presencia de Marcelo Ebrard en la Cancillería se esperaría una política exterior más independiente de la Casa Blanca y con una orientación afín a la socialdemocracia europea.
“Lamentablemente no ha sido posible debido a López Obrador y la falta de interés de éste por la política exterior (...) Estamos viendo reflejada la visión tradicional, casi retrógrada, que tiene de la posición [del país] en el mundo. Pese a su predilección por los asuntos domésticos, a menudo vemos que lo coloca de vuelta en los años 70”, indica.
Advierte que de continuar la tendencia actual, la reputación de la nación disminuirá globalmente, reforzará su imagen como socio secundario de Estados Unidos y revertirá el necesario proceso de diversificación de las relaciones con Asia y Europa.
Una lectura distinta tiene Gilberto Rescher, coordinador del Departamento de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Hamburgo. Asegura que no se cierra al exterior, sólo está centrando sus baterías en ocuparse en las prioridades internas.
Tampoco ve que ese rubro sea meramente reactivo: “Hay una idea y visión, un intento de retomar una política exterior neutra, de no ser dependiente ni lacayo de [la administración de Washington].
“A diferencia del gobierno [del expresidente Enrique] Peña Nieto y los panistas, [el Mandatario federal] tiene una postura más firme y clara. No va a poder cambiar la hegemonía de Estados Unidos, pero parece que ha podido ganarse cierto respeto de Trump, y eso es algo que no se ve tanto en el exterior”, considera el especialista a este diario.
Además, abunda que el líder de la Casa Blanca tiene una inclinación por los hombres fuertes y firmes: “Aunque no compartan las mismas ideas y sean de distintas versiones, parece que los dos ejecutivos se entienden. Sabemos que las relaciones de poder son distintas, no es igualitario, pero de todas formas, hay un cierto nivel de respeto y trato”, asegura Rescher.
Ve en López Obrador un intento por volver a los años 70 y 80; sin embargo, en el sentido patriótico, de querer ocuparse de su gente.
“Hay que fomentar las relaciones con Europa y Asia, pero a partir de las realidades del país”, menciona.
Para Wil Pansters, titular del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Utrecht y una de las voces más autorizadas para hablar sobre México en Países Bajos, es evidente que el Titular del Ejecutivo federal se está centrando en la situación interna, lo cual va en concordancia con la línea que mostró antes de llegar a la Presidencia.
“Como líder político, sabíamos que [López Obrador] no era muy dado a cultivar relaciones con el extranjero. Eso no significa que el país carezca de política exterior, pero sí significa que en [en ese rubro, él] no será visible”, explica.
La hipótesis que maneja el especialista es que, a pesar de que con el tabasqueño la presencia de México no será protagónica en el ámbito internacional, más bien de bajo perfil, el aparato diplomático es suficientemente sólido para dar continuidad, a nivel muy básico, de los compromisos multilaterales e ideológicos tradicionales.
“El que tenga que poner las manos sobre la situación nacional hasta cierta manera se puede entender; no obstante, la política internacional es parte de la nacional y viceversa (...) Que [el Jefe del Ejecutivo federal] no deje su huella en los foros globales, junto a los líderes del planeta, sí constituye una oportunidad perdida”, establece Pansters.
El único referente hasta ahora del comportamiento del tabasqueño en el exterior es su reciente visita a Washington.
Rescher asevera que el encuentro reflejó que hay determinación en el país de abrir paso a la diplomacia, pese a la falta de química con su homólogo estadounidense.
“Nos dice que ha sabido lidiar con eso, que entiende que no se trata de tomar los insultos a pecho y reaccionar de la misma forma. López Obrador ha tomado una postura como la de Angela Merkel [canciller alemana], que no le hizo caso a Trump, no cayó en la provocación y no se dejó intimidar”, detalla.
A su vez, Pansters reconoce las críticas y los reclamos generados por el viaje, tanto por los insultos reiterados del inquilino de la Casa Blanca hacia los mexicanos, como por el contexto electoral que viven los habitantes de esa nación.
Sin embargo, distingue la apuesta por trabajar a favor de evitar el descarrilamiento.
“Tenemos un Presidente de izquierda, con personalidad y convicciones fuertes, y otro muy voluble, sin experiencia en dirigencia política. Es una receta para el desastre, pero no ha sido el caso.
“Se ha logrado encontrar un espacio común de trabajo con la Casa Blanca, lo que es resaltable, porque no hay una política exterior en Estados Unidos, sino una de beneficio personal y político de [su gobernante]”, asegura el catedrático holandés.
A Christopher Sabatini le cuesta trabajo entender la intención del viaje del Mandatario federal: “No hay lógica. Es doloroso ver a un país denigrarse de esa manera ante un líder, Trump. Es desconcertante, indignante e inexplicable que [lo] fortalezca.
“El comportamiento [del tabasqueño], que es distinto al cuerpo diplomático profesional que opera para la Cancillería, está menoscabando la posición de México en la arena global”, reitera.
Pansters anticipa que el gran test de la política exterior mexicana llegará cuando se caliente la contienda electoral en Estados Unidos: “Si Trump comienza a lanzar de nuevo sus insultos hacia [los connacionales], la pregunta es si [López Obrador] se quedará callado o no, porque ahí sería una cuestión de defensa de la soberanía nacional, no sólo del Estado, sino del pueblo”, indica.
Por su parte, Sabatini señala que el examen definitorio es la candidatura mexicana a la Organización Mundial del Comercio (OMC). Afirma que no es una cuestión de si Jesús Seade Kuri es electo o no, más bien, qué tanto esfuerzo está dispuesto a inyectarle la Presidencia para hacer de su nombramiento una política de Estado.
“Será una indicación de hasta dónde está dispuesto a proyectar la política exterior mexicana. Especialmente ahora cuándo organismos multilaterales, como la OMC, el G-20, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, necesitan de la voz de las grandes economías emergentes para definir una respuesta global a la depresión económica provocada por Covid-19”, puntualiza.