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La NASA detectó algo muy extraño en Antártica y hasta ahora nadie había logrado explicarlo.
Dos grandes agujeros fueron detectados en el hielo congelado del Mar de Weddell en 2016 y 2017. El más reciente medía 50 mil kilómetros cuadrados.
Era la primera vez que la existencia de este tipo de agujeros fue confirmada desde la década del 70, cuando habían sido registrados por satélites.
"Pensábamos que se había tratado de un fenómeno muy extraño que ya no ocurría", señaló Ethan Campbell, estudiante de doctorado en oceanografía en la Universidad de Washington y autor principal del estudio publicado en la revista Nature.
Los agujeros se denominan "polinias", un término ruso que significa literalmente agujero en el hielo.
¿Por qué permanecían esos agujeros aún en el invierno antártico?
Campbell y sus colegas en la Universidad de Washington, en Estados Unidos, lograron resolver el misterio, y para hacerlo usaron todo tipo de instrumentos, incluyendo sensores en elefantes marinos.
Tormentas
«Una polinia es causada por varios factores que se tienen que dar a la vez», señaló Stephen Riser, profesor de la Universidad de Washington y coautor del estudio.
«Algunos de estos elementos pueden ocurrir en cualquier año, pero a menos que se den todos, no aparecerá una polinia».
Los científicos ya sospechaban que las tormentas eran un factor importante.
En el invierno de 2017 se registraron tormentas con vientos de 117 km por hora.
Pero las tormentas son comunes en el invierno antártico, por lo que debían existir otros factores.
"Si la causa fueran solo las tormentas, veríamos polinias todo el tiempo, pero esto no es así", señaló Campbell
Campbell y sus colegas obtuvieron datos de instrumentos flotantes colocados en el Mar de Weddell como parte del proyecto SOCCOM, Observaciones sobre Carbono y Clima en el Oceáno Austral o Southern Ocean Carbon and Climate Observations.
Los instrumentos miden datos sobre la temperatura del agua, la salinidad y el contenido de carbono.
Los científicos compararon los datos con otros de control obtenidos por buques e incluso sensores colocados en elefantes marinos que recogían información a medida que los animales se desplazaban en el océano.
Mezcla de agua superficiales y profundas
Todos los datos obtenidos permitieron descifrar el enigma.
El primer factor, según Campbell, fue parte de un patrón de variabilidad climática conocida como oscilación antártica.
Se trata de un fenómeno con diferentes fases, que puede alejar y debilitar los vientos desde la costa antártica, o empujarlos hacia ella y fortalecerlos.
Cuando esa variabilidad crea vientos más fuertes en dirección a la costa, los vientos hacen que las aguas en las profundidades del Mar de Weddell, que son más calientes y saladas, suban hasta el nivel del agua superficial, más fría y menos salada.
Típicamente, las diferencias de salinidad mantienen separadas las capas del océano, de la misma forma que el aceite flota sobre agua y no se mezcla con ella.
Pero en este caso el océano superficial estaba inusualmente salado y había menos diferencia entre las aguas profundas y superficiales.
"Puesto que el agua era inusualmente salada en la superficie, la barrera que impedía la mezcla del agua se debilitó", señaló Campbell.
El ascenso de aguas más calientes desde el fondo del océano derritió el hielo causando los agujeros.
En otras palabras, el agua más caliente y más salada del fondo, de cerca de un grado Celsius, subió a la superficie donde el aire la enfría y la hace más densa por lo que vuelve a descender. Cuando lo hace, es reemplazada por aguas más profundas y calientes en un mecanismo que se repite impidiendo la formación del hielo.
Por otra parte, en la región de las polinias, una montaña submarina llamada Elevación de Maud hace además que el agua se desplace en torno a ella y crea un vortex sobre esa montaña que facilita la mezcla del agua.
Cambio climático
El impacto de las polinias a largo plazo sigue siendo un enigma.
Los científicos constataron que el océano bajo esos agujeros se enfrió 0.2 grados, y el calor liberado en ese proceso podría afectar otros patrones climáticos e incluso los vientos a nivel global.
Pero lo que más preocupa a los científicos es el potencial impacto de las polinias en el cambio climático.
En las aguas profundas de la Antártica se encuentran los restos de organismos marinos muertos, que liberan carbono cuando se descomponen. Ese carbono permanece en las profundidades, pero si sube y entra a la atmósfera a través de las polinias podría contribuir al calentamiento global.
"Esta reserva profunda de carbono ha estado atrapada durante cientos de años, pero con las polinias podría ser ventilada y llegar a la superficie", afirmó Campbell.
"Si esa liberación de carbono se produce en múltiples años consecutivos podría afectar el clima".
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