Jerusalén.— La normalidad volvió ayer al norte de Israel tras la escalada militar con Irán. Sin embargo, aunque no se prevén ataques inminentes, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, advirtió a Teherán que la “campaña continúa” e Israel ganará.
El ejército israelí mostró ayer imágenes de los objetivos iraníes bombardeados en territorio sirio, en respuesta al lanzamiento de cohetes y que suponen la operación militar de mayor envergadura en Siria en 44 años, lo que aumentó las alarmas de una desestabilización regional.
Las fuerzas aéreas destruyeron una de las lanzaderas desde la que se dispararon la madrugada del jueves 20 coheteshacia los Altos del Golán ocupados por Israel, de los cuales cuatro fueron interceptados y el resto cayó en territorio sirio.
Israel respondió con bombardeos a gran escala contra complejos militares y de inteligencia, mostrados ayer en imágenes de satélites, en los alrededores de Damasco, que asegura, pertenecen a las Fuerzas Al Quds, unidad de élite de los Guardianes de la Revolución de Irán.
“Establecí un principio básico: quienquiera que nos haga daño, le devolveremos el daño”, declaró Netanyahu sobre los ataques aéreos de 90 minutos que destruyeron 70 objetivos, según el ejército israelí.
En Washington, la Casa Blanca informó de una llamada entre el presidente Donald Trump y la primera ministra británica Theresa May, en la que condenaron los “provocadores ataques con cohetes del régimen iraní desde Siria contra ciudadanos israelíes” y llamó a aumentar la presión sobre Irán.
El gobierno iraní negó su implicación en el ataque contra Israel. “Los múltiples ataques del régimen sionista [de Israel] en suelo sirio, bajo pretextos inventados, constituyen una violación de la soberanía nacional y la integridad territorial de Siria”, denunció el portavoz iraní de Exteriores, Bahram Qasemí, quien aseguró que el silencio de la comunidad internacional equivale a “una luz verde para que [Israel] continúe su agresión... Siria tiene todo el derecho a defenderse”.
Teherán y sus milicias chiítas aliadas respaldan al presidente sirio, Bashar al-Assad. La presencia iraní en Siria preocupa a Israel, que ve cómo sus enemigos toman posiciones cerca de sus fronteras.