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El Día Mundial de la Población, 11 de julio, se presenta como un punto de inflexión demográfico. Los datos recientes de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2023 (ENADID) revelan un México que cambia a un ritmo acelerado: familias más pequeñas, una sociedad que envejece, y la migración como fuerza transformadora. El futuro ya no es una abstracción lejana, sino una realidad que exige nuestra atención y acción.
El rostro de México se está transformando ante nuestros ojos. En apenas 15 años, la proporción de jóvenes ha disminuido considerablemente, mientras que la población de adultos mayores crece a un ritmo constante. La tasa de fecundidad ha caído a mínimos históricos: de 7 hijos por mujer en los años sesenta, a 1.6 en 2023, lo que plantea interrogantes sobre el tamaño y la composición de la fuerza laboral en el futuro. Es hora de reconocer que estos cambios demográficos no son una amenaza, sino una oportunidad para replantear las políticas públicas, fortalecer los sistemas sociales y construir un México más inclusivo y resiliente para todas las personas.
Además, la migración ha sido un factor crucial en la configuración del panorama demográfico de México. Tradicionalmente considerado un país de emigración, México se está convirtiendo cada vez más en un destino para los migrantes del Triángulo Norte de Centroamérica: El Salvador, Guatemala y Honduras y cada vez más de otros países de la región, e incluso de otras regiones como África o el este de Europa. Esta afluencia, combinada con la continua emigración de mexicanos a otros países, principalmente Estados Unidos y Canadá, añade capas de complejidad a la ecuación demográfica nacional.
El concepto de resiliencia demográfica es fundamental. Se refiere a la capacidad de una nación para adaptarse a los cambios demográficos de manera que se mantenga la estabilidad económica, la cohesión social y el bienestar individual y comunitario. Para México, construir resiliencia demográfica significa invertir en políticas y programas que puedan manejar estas transiciones de manera efectiva.
En primer lugar, se debe priorizar la educación y el desarrollo de la fuerza laboral. A medida que la población en edad laboral crece, existe una oportunidad de oro para aprovechar este capital humano. La educación de calidad y el desarrollo de habilidades son cruciales para preparar a las y los jóvenes mexicanos no sólo para ingresar al mercado laboral, sino para sobresalir en él. Las innovaciones en tecnología educativa y la formación profesional alineadas con las necesidades del mercado pueden cerrar la brecha entre la educación y el empleo.
En segundo lugar, la infraestructura de atención médica debe ser lo suficientemente sólida como para respaldar a una población que envejece. Es fundamental invertir en los sistemas de salud y cuidado para atender las necesidades de una población que envejece rápidamente, incluida la necesidad de atención preventiva, curativa, paliativa y especializada y el fortalecimiento de sistemas públicos e integrales de salud y de cuidados.
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Además, abordar la desigualdad de género sigue siendo fundamental. La participación de las mujeres en la fuerza laboral es esencial para el crecimiento económico y el desarrollo social. Las políticas que apoyan a las mujeres trabajadoras, como guarderías, horarios de trabajo flexibles e igualdad salarial, pueden fomentar mayores tasas de participación y contribuir a la resiliencia económica general.
Sostenibilidad ambiental debe ser parte de la estrategia demográfica
Por último, México debe considerar la sostenibilidad ambiental como parte de su estrategia demográfica. Los efectos del cambio climático podrían exacerbar las presiones demográficas al desplazar comunidades, afectar la producción agrícola y aumentar la escasez de agua. Integrar la planificación ambiental con las estrategias demográficas asegura que el país esté preparado para estos impactos potenciales.
En conclusión, México se encuentra en una encrucijada. Al abrazar el concepto de resiliencia demográfica, el país puede diseñar políticas que no solo mitiguen los desafíos planteados por el cambio demográfico sino que también capitalicen las oportunidades que se presentan. El camino hacia adelante involucra políticas comprensivas, innovadoras e inclusivas que garantizan que a medida que el paisaje demográfico de México evoluciona, lo haga con estabilidad y prosperidad para todos sus habitantes. Este esfuerzo no es solo una cuestión de eficiencia política, sino de urgencia nacional, ya que el bienestar de las futuras generaciones de mexicanos depende de las acciones tomadas hoy.
* Representante del Fondo de Población de Naciones Unidas en México (UNFPA) y Directora para Cuba y República Dominicana