San José.— Una radiografía de la conflictiva situación fronteriza entre Venezuela y Colombia mostró que el territorio venezolano se convirtió en el santuario de más de 2 mil personas fuertemente armadas que, aliadas o enemigas, pertenecen a organizaciones irregulares criminales colombianas.

El dato fue revelado por la abogada venezolana Rocío San Miguel, presidenta de Control Ciudadano, agrupación no estatal de Venezuela sobre seguridad, defensa y fuerzas armadas, en una investigación académica de 2021.

El estudio, denominado Causas de la profundización de la violencia en los Estados Fronterizos con Colombia y suministrado por San Miguel a EL UNIVERSAL, describió el tenso escenario limítrofe de ambos países que recrudeció este año.

En la zona se moviliza la guerrilla comunista del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que se alzó en armas en 1964 y cuyo comando central reside en Cuba.

También acechan las diferentes disidencias de la ya disuelta guerrilla comunista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que se sublevó en 1964 y desmovilizó en 2017 tras suscribir en 2016 un acuerdo de paz con el gobierno colombiano.

La peligrosa mezcla se completa con el Clan del Golfo, agrupación criminal de origen paramilitar en 2006 que se transformó en uno de los cárteles del narcotráfico más poderosos de Colombia y con fuerte injerencia en numerosos municipios colombianos.

Otro protagonista es la mafia de Los Pelusos, grupo armado organizado residual surgido aparentemente en 2016 y que proviene de guerrillas comunistas.

“Se calcula que hay unas 7 mil personas armadas en Colombia entre ELN, disidencias de las FARC, Clan del Golfo, Los Pelusos, sin incluir los individuos que integran las redes de apoyo y milicianos de estos grupos”, detalló San Miguel en su investigación.

“De ese total se calcula que unas 2 mil personas, es decir, casi un 30%, está en Venezuela, en datos bien conservadores. Esto es de lo que se tiene conocimiento, pero la dimensión puede ser mucho mayor”, advirtió.

La investigadora concedió relevancia al ELN.

“La dinámica de comportamiento está avanzando a un punto que el ELN se autodenomina como una guerrilla binacional [de Colombia y de Venezuela], cuestión que las estructuras de mando central se niegan a hacerlo, pero las estructuras del frente Norte, Nororiental y Oriental que están en la frontera con Venezuela, así lo reivindican”, explicó.

Al destacar que “es un cambio sustancial que debe tenerse en cuenta” para evaluar “la capacidad de incidencia” del ELN en el territorio colombiano, detalló que de 63% a 65% del actual accionar armado de esa guerrilla en Colombia “se da en frentes de guerra que están en la frontera con Venezuela, lo cual genera una enorme presión”.

“La pregunta que cabe hacerse al respecto es: ¿qué papel está jugando el ejército venezolano en esta situación? Pareciera estarse dando una triangulación perversa en la frontera en la que se protegen las actividades del ELN para que sigan actuando con bajo perfil y se ‘castigan’ a las disidencias de las FARC que quieren actuar con un alto perfil”, agregó.

Las disidencias de las FARC y el ELN llegaron a un acuerdo táctico en 2017 de mutuo respeto durante dos años que permitió al ELN expandirse alrededor del Orinoco, que define gran parte del límite de las dos naciones.

El convenio, aseveró la abogada, “claramente se ha resquebrajado, con la evidencia de los combates en suelo venezolano entre diferentes grupos armados” con participación “muy poco clara” de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).

“El ELN no está de acuerdo con el alto perfil con que están actuando las disidencias de las FARC y especialmente la Segunda Marquetalia [bloque disidente], que parece interesada para hacerse notar en territorio venezolano”, indicó.

Al pronosticar que, “lamentablemente”, habrá un “aumento de la violencia”, San Miguel concluyó que Venezuela “debe responder con claridad cuál es su posición frente a la presencia y actuación del ELN en territorio venezolano”.

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