Washington.— El jefe interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), John Sanders, renunció ayer ante la indignación causada por el descubrimiento de las condiciones precarias en las que se encuentran niños migrantes albergados en una estación en Texas.

La dimisión profundizó la sensación de crisis y se sumó a los rápidos cambios al interior de las agencias responsables de hacer cumplir la política migratoria del presidente Donald Trump.

El gobierno se ha enfrentado a fuertes críticas en días recientes por las condiciones al interior de la instalación de la Patrulla Fronteriza en Clint, Texas, primero reportada por The Associated Press: alimentos inadecuados, falta de atención médica y niños mayores cuidando a los más pequeños.

En una carta dirigida a los empleados, Sanders dijo que dejará el puesto el 5 de julio. No explicó el motivo de su renuncia.

“Aunque les dejaré a ustedes decidir si fui exitoso, puedo decir que apoyar a los increíbles hombres y mujeres de la CBP ha sido la oportunidad más gratificante y satisfactoria de mi carrera”, dijo. En una entrevista la semana pasada, Sanders responsabilizó de los problemas en la detención a la falta de financiamiento. El funcionario pidió que el Congreso estadounidense aprobara 4 mil 500 millones de dólares en fondos de emergencia para atender la crisis.

Muchos niños fueron sacados del centro en días recientes, pero aproximadamente al mismo tiempo que Sanders anunció su dimisión, su agencia dijo que las autoridades regresaron a más de 100 menores a la estación migratoria. Una fuente de la CBP informó que “la mayoría” de los 300 niños que estaban en la instalación en Clint, Texas, la semana pasada fueron reubicados en albergues de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR).

Además, las autoridades de Texas reportaron sobre siete muertes de migrantes, incluidos la mujer guatemalteca y tres menores de los que se informó el lunes. La mujer y los tres niños —dos de ellos bebés— podrían haber muerto el domingo antes de que la Patrulla Fronteriza los encontrara cerca del río Bravo en el sur de Texas.

Se cree que las víctimas perdieron la vida por la exposición al calor y la deshidratación en un área a unos 29 kilómetros al este de la ciudad texana de McAllen. De los niños, uno era hijo de la fallecida y los otros dos de dos mujeres guatemaltecas que se recuperan en un hospital de EU de un cuadro de deshidratación y que fueron retenidas por las autoridades migratorias.

Agentes de la Patrulla Fronteriza en el área de Del Río recuperaron además los restos de dos hombres en un rancho cerca de Carrizo Springs. Otro cuerpo descompuesto fue encontrado el 20 de junio a la orilla del río Bravo, cerca de Normandy.

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