Siret, Rumania.— Maletas en mano acompañadas con angustia, tristeza, incertidumbre y cansancio, reflejado en sus caras. Así es como cruzan decenas de personas desde Ucrania a Rumania.
Niñas y niños que no saben qué pasa, pero reciben todo: el chocolate que les dan, dulces, pan, jugos, entre otros.
Es la imagen de la frontera de Rumania con Ucrania, adonde han llegado centenares de personas que han salido huyendo de la guerra: son ucranianos, marroquíes, italianos, alemanes, mexicanos, incluso rusos.
“Es una tristeza ver lo que está pasando del otro lado. Queremos ayudar y para eso estamos aquí, porque sabemos que la gente necesita la ayuda, los niños principalmente”, comentó Ilvi Stancu, un joven voluntario de ADRA (Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales). Este joven rumano contó a EL UNIVERSAL que durante cinco días se han dedicado a apoyar a toda persona que llegue con necesidad de comida, medicina, abrigo, e incluso apoyo emocional, entre otros.
Desde el pasado 24 de febrero, cuando se dio la invasión de Rusia a Ucrania, el éxodo de personas comenzó a invadir las fronteras de Rumania. Tratar de cruzar las aduanas se convirtió en una pesadilla, principalmente para los hombres ucranianos, porque si están en edad de combatir, tienen que quedarse en el país. Hay retenes instalados en todas las carreteras.
En esta frontera rumana se ve cruzar sobre todo a mujeres acompañadas de niñas, niños y personas mayores de edad. “Buscamos solamente un lugar seguro. Tengo que proteger a mis hijos y por eso es que estoy aquí. Yo quiero regresar a mi país”, expresó Natalya Hrankina, una ucraniana que cruzó con dos menores de edad.
De acuerdo con un oficial de la Policía Fronteriza de Rumania, a su nación han ingresado, hasta este miércoles, 13 mil 100 ciudadanos procedentes de Rumania, algunos a través de Moldavia.
El frío golpea. En plena antesala de la primavera aún hay temperaturas de 3 a 4 grados bajo cero que provocan nieve. Al cruzar migración, en donde la autoridad rumana ha sido benevolente respecto a los papeles, lo primero que encuentran los desplazados son puestos de ayuda humanitaria. Café, té, agua, fruta, pan, chocolates, ofrecidos por gran cantidad de organizaciones principalmente de las distintas iglesias.
“Estamos aquí para ayudar a la gente, darle lo que necesite, para que pueda resistir esta situación que está viviendo”, dijo Constantino, feligrés de la Iglesia ortodoxa en Rumania. “Grazie, grazie”, grita una mujer italiana de mediana edad que cruzó la frontera acompañada de una mujer mayor, a quien lo primero que le ofrecen es una cobija para abrigarse.
El papel de la autoridad rumana ha sido fundamental, comentó Kempton Maruz, del Departamento de Situaciones de Emergencia, de Rumania. “Nos coordinamos todos los equipos: la policía, los bomberos, así como organizaciones sociales”, mencionó. Se provee a la gente el transporte que pueda necesitar, pero también servicios sicológicos y hasta religiosos.
“No sabemos cuánto tiempo vamos a estar aquí, será el tiempo que dure todo esto, quizá”, indicó Maruz. Personas de distintas nacionalidades se encuentran aquí con funcionarios de sus representaciones diplomáticas para coordinar el retorno a sus países. Los que se quedan en Rumania cargan con pequeñas maletas en las cuales llevan su vida. Reciben la solidaridad, la comida, el refugio, pero su casa se queda atrás y no saben hasta cuándo. Las historias son las mismas: huyen de las balas, de los bombardeos.