Tomioka, Japón.— Diez años después del terremoto, tsunami y desastre nuclear en Japón, las vidas de muchos de los sobrevivientes siguen en suspenso.

El 11 de marzo de 2011, uno de los sismos más fuertes registrados desató un enorme tsunami, matando a más de 18 mil personas y causando catastróficas fusiones nucleares en la planta Fukushima Daiichi. Casi medio millón de personas fueron desplazadas. Decenas de miles aún no han regresado a sus casas.

El ministro de Reconstrucción Katsuei Hirasawa admitió recientemente que, aunque el gobierno ha procedido con nuevos edificios, ha invertido menos en ayudar a las personas a reconstruir sus vidas.

Yasuo Takamatsu, de 64 años, perdió a su esposa, Yuko, cuando el tsunami azotó Onagawa, en la prefectura de Miyagi.

Ha estado buscándola desde entonces. Incluso obtuvo su licencia de buzo para buscar sus restos y durante siete años se ha ido semanalmente en buceos y sigue. Aparte de sus buceos solitarios, una vez al mes se suma a autoridades locales en búsquedas de unas 2 mil 500 personas cuyos restos siguen sin ser hallados en la región.

Takamatsu dijo que las cicatrices de la ciudad mayormente han sanado, “pero la recuperación de los corazones de la gente ... tomará tiempo”. “En el último mensaje de texto que ella me mandó, dijo: ‘¿Estás bien? Quiero irme a casa’”, dice. “Estoy seguro de que aún quiere volver a casa”.

La mayor parte del pueblo de Tomioka reabrió en 2017, pero decenas de casas vecinas alrededor de Matsumura siguen vacías, dejando el área en una profunda oscuridad por la noche.

Menos de 10% de los 16 mil habitantes de Tomioka regresaron luego que enormes niveles de radiación escaparon de la planta y forzaron a evacuar el pueblo y áreas contiguas. Partes de a ciudad siguen selladas; casas y negocios abandonados.

Las emisiones radiactivas tras el accidente en la central nuclear japonesa de Fukushima no han producido efectos negativos sobre la salud, de acuerdo con las conclusiones de un comité de investigadores de la ONU publicadas en Viena.

Yuya Hatakeyama tenía 14 años cuando se vio forzado a irse de Tomioka tras el desastre.

Ahora, a los 24 años, está en su primer año trabajando en el ayuntamiento de Tomioka, pero aún no ha vuelto a vivir en la ciudad. El trabajo de descontaminación ha sido acelerado en el área y la ciudad planea levantar el resto de las prohibiciones de ingreso en 2023.

“Quiero contactar a los residentes (...) para que sepan que su casa sigue aquí”, dijo Hatakeyama. Japón celebrará hoy una ceremonia nacional en memoria de las víctimas del terremoto y el tsunami, y que se verá reducida debido a la pandemia del coronavirus.

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