Washington.— No hay otra forma para calificar los resultados electorales de ayer en Estados Unidos que de batacazo para Donald Trump y el Partido Republicano. Entre las múltiples elecciones que se celebraban en el país había tres que concentraban toda la atención, analizadas escrupulosamente como un barómetro de la situación actual: un referéndum a la popularidad de Trump y la primera prueba electoral al proceso de impeachment que domina la vida política.

En Kentucky, un estado que Trump ganó en 2016 por más de 30 puntos, y la entidad de origen del líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, la situación anoche era de infarto.

El actual gobernador, el republicano Matt Bevin, iba atrás en un espacio predominantemente conservador, a pesar de que Trump estuvo el lunes en el territorio haciendo campaña por él. “Si pierdes, dirán que Trump sufrió una de las mayores derrotas en la historia del mundo. ¡No puedes permitir que me pase eso!”, le exhortó.

Sin embargo, todo apuntaba a que eso ocurriría. El demócrata Andy Beshear, actual fiscal general del estado, iba adelante, e incluso medios como NBC le otorgaron una probable victoria, mandando una señal de alerta al Partido Republicano de cara a las elecciones de 2020.

Los conservadores podrán achacar que la preocupación quizá no es tan elevada y que la culpa es de un candidato poco popular y que arrastraba y prometía políticas que levantaron controversia, como la limitación restrictiva del aborto, que podría haber sacado a muchas mujeres a votar en su contra. Ganaron, sí, todo el resto de carreras, incluidas las de fiscal general, auditor, tesorero y comisionado de agricultura, sin problemas.

Bevin se negaba aún a reconocer la derrota, pero un asesor republicano en Kentucky, citado por la cadena CNN, dijo sobre aquel que “resulta que no es demasiado popular recortar las pensiones de los maestros, una de las batallas que él ha peleado”.

La secretaria de Estado de Kentu- cky, Alison Lundergan Grimes, dijo que Beshear derrotó a Bevin, al considerar que la diferencia en los votos no es suficiente como para que el republicano alcance al demócrata.

“Esta es una contienda muy cerrada. No estamos concediendo”, dijo Bevin a sus simpatizantes en Louisville. Beshear se declaró ganador; sin embargo, todo apuntaba a un recuento de votos.

Mientras tanto, en Virginia, el estado justo al sur de Washington DC y que, considerado como un posible estado “bisagra” en las presidenciales, puede marcar tendencia sobre qué pasará de aquí a un año, el fracaso de Trump fue total, al consolidarse la tendencia hacia el azul.

Por primera vez en 26 años, los demócratas controlarán todos los órganos de poder, recuperando las dos cámaras legislativas del estado, que habían perdido por la mínima en 2017. Ya tienen la gubernatura y los dos senadores en el Capitolio.

Se espera que los progresistas, con todo el poder en sus manos, avancen en la agenda prometida y ataquen elementos críticos y sensibles en el país como el control de armas, sobre el que han prometido una revisión más exhaustiva de antecedentes de aquellos que quieran adquirirlas y fue un gran tema de campaña, y un aumento del salario mínimo, por ejemplo.

Los resultados podrían tener efectos colaterales en Washington: los congresistas republicanos federales, en su análisis de resultados, podrían variar su posición o dureza sobre el impeachment.

La otra carrera en la que había foco de atención era la gobernación de Mississippi, que los republicanos, al cierre de esta edición, parecía que mantendrían holgadamente.

Una contienda interesante estaba en Salt Lake City, donde Luz Escamilla, demócrata de 41 años, esperaba hacer historia y convertirse en la primera alcaldesa latina del lugar. Los latinos son la minoría más amplia en el estado y constituyen 20% de la población en Salt Lake City.

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