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Washington.- Protegidos contra el frío invernal, una docena de personas permanecen ante la cárcel de Washington rezando, cantando y gritando su apoyo a los reclusos detenidos por el asalto al Capitolio de Estados Unidos hace tres años, que buscaba revertir la derrota electoral del presidente republicano Donald Trump.
Familiares y simpatizantes, algunos con perros, se reúnen casi todas las noches en un lugar que llaman "Freedom Corner" (Esquina de la Libertad), más allá de la cerca de alambre de púas de la cárcel, en un tranquilo vecindario residencial de la capital.
La multitud comparte pizza y chocolate caliente junto con chistes burlándose de la idea de que cualquiera de sus seres queridos podría ser realmente un "gran subersivo malvado" o un "terrorista doméstico" por la invasión de la sede del Legislativo en 6 de enero de 2021 que dejó cinco muertos.
Su posición desafiante y la creencia de muchos estadounidenses en la falsa afirmación de Trump de que ganó las elecciones de 2020 apuntan hacia unas elecciones incendiarias en 2024, cuando el expresidente vuelva a poner su mirada en la Casa Blanca.
Nicole Reffitt declaró a la AFP que sigue regresando a la vigilia porque considera importante "mostrar a otras familias del 6 de enero que puedes ser fuerte y que todo estará bien".
Su marido fue la primera persona condenada en un juicio por irrumpir en el Capitolio cuando el Congreso estaba en el procesión de certificación de la victoria del hoy presidente, el demócrata Joe Biden.
Guy Reffitt, condenado por cinco cargos, entre ellos obstrucción de un procedimiento oficial y entrada a un edificio restringido con un arma de fuego, cumple ahora más de siete años en una prisión de Oklahoma.
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Prisioneros al teléfono
Hasta ahora, casi mil 300 personas han sido acusadas en relación con los incidentes del 6 de enero, y sus partidarios estiman que unas 40 están actualmente encarceladas en la prisión ubicada en el sureste de Washington a la espera de juicio o sentencia.
El grupo comenzó a congregarse regularmente en 2022, incluida Micki Witthoeft, la madre de Ashli Babbitt, quien fue abatida a tiros por un agente de la Policía del Congreso durante el ataque de 2021.
Babbitt, exintegrante de la Fuerza Aérea, estuvo entre los primeros de las cientos de personas que irrumpirieron en el edificio del Capitolio, mientras legisladores y funcionarios huían de la turba enfurecida.
"Después de que Ashli fuera asesinada... sólo quería que ella tuviera voz", señaló Witthoeft a la AFP fuera de la cárcel. "Creo que ella apoyaría a los hombres que están adentro", sostuvo.
Witthoeft, que fue arrestada por empujar a un contramanifestante cerca de las instalaciones en mayo, aunque se le retiraron los cargos, dijo que no está a favor de un "indulto general" para todos los acusados, pero cree que muchos de ellos fueron juzgados con excesiva severidad.
Esta semana, varios coches de policía vigilaron la escena mientras los asistentes instalaban teléfonos para transmitir en directo el ritual nocturno en la plataforma YouTube, donde suelen atraer a miles de espectadores.
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Después de una breve oración y el juramento a la bandera estadounidense, los reclusos del interior de la cárcel, a quienes el grupo se refiere como "presos políticos", comenzaron a llamar por teléfono.
Tamara Perryman, cuyo marido Brian Jackson está acusado de agredir a un agente de la ley el 6 de enero, conectó las llamadas a un altavoz de gran tamaño.
Varios acusados llamaron por teléfono el miércoles por la noche antes del tercer aniversario del 6 de enero. La mayoría pasaba su tiempo asignado preguntando sobre el tiempo, intercambiando opiniones sobre las noticias del día y exhortando a realizar donaciones.
A las 21:00 llegó una última llamada con varios reclusos en la línea para unirse a la ejecución del himno nacional de Estados Unidos.
Al terminar la velada, el grupo se abrazó para cantar la canción country conocida como "Proud to be an American", popular entre los conservadores.
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