Cientos de personas asistieron el domingo al primer servicio religioso en Sutherland Springs desde que un hombre armado irrumpió en una iglesia y asesinó a por lo menos 25 personas hace una semana, en la peor masacre a tiros perpetrada en la historia de Texas.
En una emotiva y dolorosa ceremonia religiosa pero, al mismo, tiempo alentadora, el pastor Frank Pomeroy compartió su tristeza personal y señaló que la comunidad unida por la fe puede dejar atrás el mal que atacó la iglesia el domingo 5 de noviembre.
“En lugar de optar por la oscuridad como aquel joven ese día, escogemos la vida”, dijo Pomeroy, cuya hija de 14 años, Annabelle, fue una de las víctimas mortales. Pomeroy habló con voz entrecortada sobre la pérdida de su hija.
“Conocí a todos los que dieron su vida aquel día”, señaló Pomeroy mientras hacía una pausa para recuperar la compostura. “Algunos de ellos eran mis mejores amigos y mi hija”. Se enjugó las lágrimas y afirmó: “Les garantizo que hoy están bailando con Jesús”.
En un principio, la Primera Iglesia Bautista, escenario de la matanza, tenía previsto efectuar el servicio religioso dominical en un centro comunitario adjunto con cupo para decenas de personas. Sin embargo, cuando los organizadores advirtieron que cientos de personas asistirían cambiaron el lugar de la ceremonia hacia una enorme carpa blanca erigida en un campo de béisbol.
Debido al alto número de presentes, las partes laterales de la carpa fueron abiertas para que aquellas que no alcanzaran asiento pudieran ver y escuchar lo que se desarrollaba en el interior. Mark Collins, que fue pastor de ese templo, dijo que el número de personas reunidas fue el más grande en los 100 años de historia de la iglesia.
Las primeras tres filas estuvieron reservadas para los sobrevivientes de la masacre y familiares de las víctimas. Muchos llegaron temprano mientras la lluvia constante caía sobre el techo de lona e intercambiaron abrazos y oraron.
Los feligreses lloraron durante el servicio y tres cantantes y un guitarrista interpretaron una versión emotiva de “ Amazing Grace ”, a la que se sumaron cientos de voces de los presentes.
Algunos inclinaron sus cabezas, otros elevaron sus manos, se menearon al ritmo de la música entre lágrimas.
“Amazing Grace” también fue tocada en el medio tiempo del partido de fútbol americano del viernes en la noche de la Secundaria Floresville en homenaje a las víctimas.
La Primera Iglesia Bautista instaló en su interior 26 sillas vacías en homenaje a cada una de las víctimas fallecidas. Según las autoridades, la cifra oficial de la masacre fue 26 fallecidos porque una de las víctimas estaba embarazada. Representantes de la iglesia consideraron posible la demolición del lugar.
lsm