San José. – Gobernantes, políticos, intelectuales, artistas, periodistas y deportistas latinoamericanos y caribeños reaccionaron escandalizados y enfurecidos al observar las imágenes de los actos raciales en contra del futbolista brasileño Vinicius Junior en un partido de futbol el 21 de este mes en España entre Real Madrid y Valencia.
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¿Pero qué hacer frente a las reiteradas manifestaciones de racismo que ocurren todos los días en las calles, los puestos de trabajo, los centros de estudio, los estadios deportivos y muchos otros escenarios de convivencia social en América Latina y el Caribe?
¿Se esconden las actitudes raciales en una zona que es un crisol de razas americanas, africanas, asiáticas y europeas?
“A lo largo de la región, vemos que se profundiza este problema por las nuevas olas de populismo y xenofobia”, advirtió la politóloga estadounidense Rebecca Bill Chavez, presidenta y jerarca ejecutiva de Diálogo Interamericano, organización no estatal con sede en Washington que es uno de los principales centros hemisféricos de pensamiento.
“Desafortunadamente, este es un desafío que muchos creíamos que habríamos superado en el Siglo XXI”, dijo Chavez a EL UNIVERSAL.
“En Estados Unidos, hemos visto que el racismo en nuestro país impacta en nuestra credibilidad globalmente. Es esencial que exista una conversación franca a nivel regional sobre estos desafíos que contribuya a construir una cultura de diversidad, equidad e inclusión”, agregó.
Insultado por el público en el Estadio Mestalla, de Valencia, Vinicius sufrió un ataque de repercusión global por abuso racista, en un hecho que sacudió a instancias socioeconómicas y políticas internacionales y ahondó la polémica sobre el racismo sin fronteras.
El incidente con Vinicius “no es coyuntural, no es casual: es parte de un sistema desigual”, aseguró la abogada costarricense Angie Cruickshank, defensora de los Habitantes de Costa Rica y afrodescendiente.
“Es un sistema donde el racismo ha imperado de forma rampante. (…) Por tratarse de un tema estructural que va más allá del ámbito deportivo, sino que está totalmente arraigado en las mismas estructuras de las sociedades, tiene que tener un abordaje diferenciado”, planteó la jerarca de la instancia estatal a este diario.
“Es lo mismo que sucede en América Latina, donde claramente identificamos las desigualdades raciales y la discriminación como parte del quehacer de las sociedades. En los últimos años ha habido esfuerzos importantes, regionales y de los Estados, para erradicar el racismo, la discriminación, la xenofobia, la intolerancia. Sin embargo, no son suficientes”, dijo.
“(Ante) estas realidades de racismo en nuestras sociedades, las personas se escandalizan cuando suceden en otras latitudes, como en Estados Unidos o España, pero no nos escandalizamos tanto cuando pasan en América Latina, donde pasan con la misma frecuencia o incluso con más frecuencia”, aseguró.
Al instar a “entender que no son realidades que existen (solo) en otras latitudes, sino que también suceden en nuestros países y en nuestra región”, recordó que “en América Latina vemos frecuentemente estas mismas situaciones pasando… pero no son mediatizadas”.
Un escenario de racismo con saldo mortal surgió en 2022 en Perú.
Amnistía Internacional (AI), organización mundial no estatal de derechos humanos con sede en Londres, denunció un “racismo letal” en los actos represivos militares y policiales que se desataron en Perú para sofocar las protestas que, a partir del 7 de diciembre de 2022, estallaron tras el fallido golpe de Estado del ahora destituido mandatario peruano Pedro Castillo. Los choques se saldaron con unos 60 muertos.
AI determinó que la seguridad peruana usó “fuerza letal” y “de manera exclusiva” en zonas fuera de Lima y que las muertes “sugieren un marcado sesgo racista por parte de las autoridades peruanas, dirigiéndose contra poblaciones históricamente discriminadas”.
“Aunque estas regiones sólo representan el 13% de la población total de Perú, tienen un alto porcentaje de personas que se autoidentifican como indígenas; estas regiones con mayoría de población indígena concentran el 80% del total de muertes registradas desde que comenzó la crisis”, subrayó.
El número de decesos por “fuerza letal” en zonas indígenas “fue mucho mayor”, recalcó.
Para reprimir el racismo y la discriminación por varios motivos, como religiosos o ideología política, México, EU, Colombia, Bolivia y otros países americanos establecieron severas penas carcelarias y castigos con multas financieras.
El racismo en Haití “para algunos es una forma de vida y, para otros, es repugnante y representa la cerrazón (socioeconómica)”, describió el relacionista internacional haitiano Fedner Gay, profesor de Ética en la (no estatal) Universidad de Notre Dame, de ese país, y afrodescendiente.
Al precisar que, con unos 11 millones 700 mil haitianos, el 97% de la población de Haití es negra y de origen africano, Gay explicó a este periódico que “la élite económica” está compuesta por descendientes de antiguos colonos franceses, alemanes y árabes inmigrantes de Líbano, Siria y Palestina. Los árabes blancos son ricos y “mayoría” frente a los europeos, puntualizó.
“Para el común de los haitianos, los analfabetos, es normal que todos los privilegios sean otorgados a estas personas de piel clara, en detrimento de sus intereses o de su dignidad. ‘Los blancos son hermosos, son ricos, se parecen a la gente que ves en la tele’, se dicen a sí mismos, por lo que es normal que el acceso a tal calidad de servicio esté reservado para ellos”, narró.
Como en variadas actividades de la cotidianeidad haitiana, una vía es la venganza.
“La moraleja de la historia sería que vengamos la raza acostándonos con una chica blanca. Hoy cualquier cópula de un haitiano o una haitiana con una extranjera o un extranjero de raza blanca tiene esa connotación… de raza vengada”, proclamó.
Otro foco de líos de racismo está en Cuba, donde cifras oficiales establecieron que aproximadamente el 10% de los 11 millones 300 mil cubanos son de raza negra. El régimen cubano alegó que el racismo se acabó en Cuba con el triunfo revolucionario de 1959.
“Yo por ser negra soy bastante censurada y marginada por parte de las fuerzas represivas del Departamento de Seguridad (policía política) del Estado”, acusó la opositora cubana Berta Soler, lideresa de Las Damas de Blanco, grupo disidente creado en 2003 en Cuba por familiares de presos políticos.
“He recibido ataques verbales de racismo en los que me dicen: ‘Negra, ¿qué tú haces? Con todo lo que te ha dado la revolución, tienes que agradecerle’. Hemos notado que los represores que directamente nos van a detener, que nos arrestan, nos empujan, nos golpean directamente, son de la raza negra”, declaró Soler a este diario.
“Son hombres o mujeres a los que ponen a chocar para infundir mucho más el miedo y el odio entre negros como para decir: ‘Bueno, tú eres una negra y te va a detener otra negra también’. Eso como que causa un poco de extrañeza”, señaló.
Al mencionar que “son personas del mismo color de piel nuestra las que nos están reprimiendo”, reprochó que “a las personas blancas las tienen para que no choquen directamente con nosotras, para que pensemos: ‘Una persona negra es la que mandan a que me reprima a mí, negra también’. Y eso es para crear odio entre nosotros los cubanos”.
“El racismo en Cuba se mantiene desde 1959. Las turbas paramilitares son mayoritariamente negros que vienen a recriminarnos, a gritarnos, a golpearnos”, rememoró.
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Africano, un insulto en Haití
San José.— Para un negro haitiano es normal —y no es racismo— que una cajera —también negra— de un banco en Haití lo relegue, aunque lleve varias horas formado en una fila y ya esté de primero, y atienda antes a la mujer u hombre blancos que recién llegó al establecimiento.
Para la cajera, “es normal servir primero a la ‘linda mujer blanca’ que no ha hecho fila”, relató el relacionista internacional haitiano Fedner Gay, profesor de Ética en la (no estatal) Universidad de Notre Dame, de Haití.
“Cuando se es negro en Haití, uno se niega a sí mismo. Preferimos lo que viene de otra parte. Pero esta crisis de identidad también se debe a la invasión de la cultura occidental blanca a través de la oferta mediática, como música, cine, danza”, comentó Gay a EL UNIVERSAL.
“Ser llamado africano hoy es un insulto a la mayoría de esta población negra haitiana. La tendencia también quiere que miremos al primo africano desde arriba”, mencionó.
Al destacar que el racismo “es un poco especial en Haití”, señaló que “se practica entre miembros de una misma familia, de una misma categoría social, etcétera. La niña que nace con la piel un poco más clara (…) es mejor tratada que su hermana de piel oscura”.
Según el académico, “el racismo ha contribuido a la separación de muchas personas. Es el principal factor que ha llevado a la desigualdad y discriminación entre haitianos. Para gran parte de la población negra, los actos racistas que experimentan regularmente son normales. ‘Somos pobres, somos negros, así que no tenemos derechos’, se dice la mayoría de la gente.
“En la mente de muchos haitianos, ser negro es sinónimo de pobreza y una maldición. En Haití, la persona de piel clara representa el ideal de belleza. Desde hace unas dos décadas, los haitianos, en particular las mujeres, practican la despigmentación de la piel, como ocurre en muchos países africanos”, añadió.