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En una mañana nevada en Iowa, en medio de un bar irlandés, la precandidata republicana a la presidencia de Estados Unidos Nikki Haley pronuncia un discurso de 13 minutos en el que habla del recorte de gastos, la reforma educativa y la seguridad en la frontera sur.
El núcleo del discurso es el siguiente: de llegar a la presidencia, Haley sería una vuelta a la normalidad, una alternativa sin dramas al actual favorito Donald Trump.
"¿No quieren eso otra vez? Porque podríamos volver a tenerlo", dice Haley.
El remate gana el aplauso más cerrado de la mañana, entre los cientos de votantes republicanos que recorrieron rutas heladas para escucharla hablar en Waukee, a unos kilómetros de Des Moines, la capital del estado.
A casi un año de haber presentado su candidatura, Nikki Haley, de 51 años, parece finalmente tener el viento a su favor.
De cara a los caucus de Iowa de este lunes -la primera contienda electoral republicana de 2024- la exgobernadora de Carolina del Sur ha conseguido una serie de victorias: consolidó el apoyo de los grandes donantes, sumó respaldos y se mantiene en ascenso en las encuestas.
"Es atractiva, inteligente, simpática. Creo que tiene una visión clara de dónde deberíamos estar dentro de 10 años", dice el partidario de Haley, Doug Stout, después de verla hablar el martes.
Agrega que su visión es la de un Partido Republicano del tipo de 'ciudad brillante sobre la colina'" (una referencia a la idea del excepcionalismo de EU, impulsada entre ottros por políticos como Ronald Reagan).
"Es la imagen con la que crecí", apunta.
Lamentablemente para la campaña de Haley, no parece que la que una mayoría de votantes vean esa misma visión. La mayoría de las encuestas -incluso en Iowa- sugieren que Trump mantiene una ventaja de unos 30 puntos sobre Haley.
Numerosos analistas dicen que la precandidata está haciendo una campaña para la era equivocada de la política republicana. Para ellos, la candidatura de la exgobernadora ignora la realidad del partido republicano moderno que se inclina hacia Trump.
"La campaña de Haley representa un error de lectura acerca de dónde está la base electoral republicana y qué es lo que quiere", dice Gunner Ramer, director político del Republican Accountability Project.
"Para los que quieren recuperar el viejo partido republicano, Haley ofrece una candidatura muy atractiva. Pero no hay suficientes republicanos que quieran eso".
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El plan para ganar
Entonces, ¿cuál es exactamente el plan de la precandidata?
Los aliados de Haley dicen, tanto en privado como en público, que está jugando para ganar. Insisten en que a medida que el camino se hace más estrecho, Haley se vuelve una clara alternativa a Trump.
Es ella quien toma la delantera, impulsada por los moderados y una parte creciente de votantes republicanos, que se han cansado del expresidente o miran con preocupación sus posibilidades en las elecciones generales.
En Iowa, Haley parece dispuesta a arrebatar el segundo puesto al gobernador de Florida, Ron DeSantis.
En el último debate entre ambos, del miércoles por la noche, Haley buscó posicionarse como la única rival de Trump. "Me gustaría que Donald Trump estuviera en este escenario. Es contra él contra quien me presento", dijo.
El objetivo de Haley en Iowa es simple. Ella busca encontrar su momento, dicen a BBC los asesores de campaña de la precandidata. Si consigue un buen resultado, podría llegar a New Hampshire -donde las encuestas con Trump son mucho más ajustadas- y luego a Carolina del Sur, su estado natal.
Haley podría verse favorecida por la repentina retirada de Chris Christie, el candidato anti-Trump, que suspendió su campaña esta semana. Las encuestas sugieren que los partidarios del exgobernador de Nueva Jersey son los más proclives a decantarse por ella.
Menos útil para Haley ha sido el momento en que Christie fue sorprendido diciendo, ante el micrófono, que supuestamente Trump "se la cargaría", es decir, que ella sería derrotada de manera contundente por el expresidente.
"No está a la altura", dijo.
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Una precandidata con experiencia
Los observadores con más experiencia repiten que Haley tiene habilidad para desafiar las proyecciones.
"Si nos fijamos en su carrera, vemos que muchos se equivocaron cuando la subestimaron", dice Randy Covington, un antiguo periodista de Carolina del Sur.
Incluso sus detractores reconocen que es una maestra de la política a pequeña escala, la de llamar a las puertas y apretar la mano de los votantes, que la llevó a la legislatura en 2005.
En aquellas primarias, llamó la atención de su propio partido al desbancar a Larry Koon, entonces el miembro con más años de la Cámara, en un momento en que Haley todavía no tenía experiencia política y solo era una persona que llevaba las cuentas en la tienda de ropa de su familia.
Después de casi 20 años, a la representante estatal convertida en gobernadora y luego en embajadora ante la ONU le sigue gustando presentarse primero como contadora.
Ella se define como madre de dos hijos, esposa de un veterano de guerra e hija de inmigrantes indios. También dice que se presenta en esta elección para que su familia se sienta orgullosa.
En los debates por televisión, en las panaderías y en las municipalidades, Haley hace una pausa en mitad del discurso para sonreír y mirar a los ojos. Es una estadounidense con los pies en la tierra que se esfuerza por conseguir cada voto.
"Conecta, tiene el factor X", dice David Wilkins, exportavoz de la Cámara de Representantes de Carolina del Sur. "Cuanta más gente la conozca, más apoyo conseguirá, así de sencillo".
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La distancia de Trump
La campaña de Haley a menudo parece sacada de 2012: más compromiso y pragmatismo, menos agravios y teorías conspirativas.
Es una conservadora acérrima pero habla con matices sobre cuestiones candentes como el aborto y la inmigración. Además, está menos dispuesta a meterse en las batallas culturales del país.
En Iowa, esta semana quedó claro que esa es la clave de su atractivo. Los votantes dijeron que valoraban el tono de Haley y su amabilidad, en clara diferencia con Trump.
"Es aburrida", dice una mujer de Iowa refiriéndose a Haley, pero aclara rápidamente que lo dice como elogio. "Tenemos que salir de la era de la política dominada por lo que alguien tuiteó".
Las encuestas sugieren que el enfoque medido de Haley podría convertirla en la mejor oponente al presidente Joe Biden en las elecciones generales de noviembre.
"Trump está a la altura de Biden en un buen día", dijo esta semana, antes de citar una encuesta del Wall Street Journal de finales del año pasado. "Yo le gano a Biden por 17 puntos".
Pero primero tiene que derrotar a Trump.
"Este sigue siendo el partido de Donald Trump, hasta que el partido republicano diga lo contrario", dice Jimmy Centers, consultor político republicano de Iowa.
Al menos un tercio de los votantes de las primarias republicanas se inclinarían por el bando de "siempre Trump", un grupo devoto del expresidente que se siente disconforme de la política del establishment que encarna Haley.
"Creo que ella es más de lo mismo y Trump no lo es", dice Mike Williams, residente en Iowa. "Quiero a alguien que sea un poco un outsider".
El control que Trump ejerce sobre el partido no deja mucho margen de maniobra a Haley. La candidata debe atraer a dos grupos muy diferentes de republicanos: los "nunca Trump" que desprecian al expresidente y a los que aún lo quieren pero temen que pierda frente a Biden.
El objetivo es distanciarse del expresidente sin alienar a sus partidarios, a los que podría convencer para que apoyen a otra persona.
Haley ha criticado con cautela a su antiguo jefe. En Iowa, un posible votante de ella admitió tímidamente que había votado a Trump dos veces. "Yo también", bromeó ella.
En casi todos sus discursos hace malabarismos para encontrar la distancia justa. Trump fue "el presidente adecuado en el momento adecuado", dirá. "Pero con o sin razón, el caos lo persigue".
La opción de acompañar
Las personas cercanas a Haley rechazan la idea de que pueda unirse a Trump como su candidata a la vicepresidencia, algo que la campaña de Trump también ha descartado. Pero Haley antes, cuando era su embajadora en las Naciones Unidas, había dicho que sí.
Trump, por su parte, ha dirigido cada vez más su ira contra Haley a la que llamó en septiembre "cerebro de pájaro". "Es una globalista. Le gusta el mundo. A mí me gusta Estados Unidos primero", dijo la semana pasada.
La escalada de críticas de Trump hacia Haley es quizá la señal más clara de que el favorito se toma en serio la campaña de ella. Algunos asesores del expresidente han buscando restarle importancia a las expectativas de una victoria aplastante en Iowa.
La carrera republicana no se decidirá este mes. Pero las elecciones en Iowa y New Hampshire serán la primera prueba de si el poder de Trump es tan fuerte como parece.
Si no es así, Haley estará entre bastidores lista para salir al centro del escenario.
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