.- La británica Ghislaine Maxwell , de 60 años, declarada este miércoles culpable de tráfico sexual de menores, ha pasado toda una vida codeándose con personalidades políticas, empresariales y del mundo del arte, pero estará el resto de sus días entre rejas, con una condena pendiente que podría sumar 80 años.
Maxwell es la hija menor del fallecido magnate Robert Maxwell , el polémico propietario del diario londinense Daily Mirror y del tabloide neoyorquino Daily News, pero desarrolló su carrera laboral a la sombra del magnate Epstein, de quien fue mano derecha y pareja sentimental durante años.
A lo largo del tiempo, Maxwell trató con personalidades políticas como los expresidentes de Estados Unidos Bill Clinton y Donald Trump , con miembros de la familia real británica como el príncipe Andrés, empresarios como el fundador de Microsoft Bill Gates y otra miríada de actores y famosos, a muchos de los cuales su relación con Epstein les ha pasado o les está pasando factura.
Los miembros del jurado consideraron probado que entre 1994 y 2004, años en que vivió y trabajó para su examante, Maxwell hizo las veces de “madame”, consiguiendo, preparando y presentado mujeres y niñas para satisfacer los apetitos sexuales de Epstein, aunque su trabajo oficial fuera el de gestionar las casas y mansiones del millonario.
Dichas propiedades son una casa en Palm Beach, en Florida, una mansión de cinco plantas en Nueva York, un rancho en Nuevo México, otro apartamento en París y una isla en Islas Vírgenes. Propiedades que, según planteó la fiscalía durante el juicio, Maxwell administró con mano dura, exigiendo a los trabajadores que “no vieran, escucharan ni dijeran” nada de lo que ocurría en sus habitaciones y pasillos.
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Las cuatro víctimas que acudieron a testificar al juicio la describieron como una persona “muy sofisticada y muy elegante”, y una de ellas afirmó estar inicialmente “muy emocionada” por establecer una relación de amistad con Maxwell.
“Ella parecía ser todo lo que yo quería ser”, dijo una antigua modelo británica que habló sobre el estrado bajo el pseudónimo de Kate para permanecer en el anonimato, y que reveló cómo Maxwell conseguía con su imagen y su talante ganarse la confianza de las jóvenes víctimas.
La “socialité” logró convencer a las víctimas de mantener relaciones sexuales con Epstein , e incluso les tocaba sus partes íntimas en los preparativos para los abusos, como una manera de “normalizar” toda la situación, contaron las testigos.
Maxwell disfrutó de su posición y sus contactos abiertamente hasta 2008, cuando Epstein fue condenado a 13 meses de prisión tras declararse culpable de abuso de menores por un tribunal de Florida.
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Desde entonces, procuró mantener un perfil bajo, aunque sin desaparecer de la luz pública, ya que en 2012 fundó la organización TerraMar Project, para la protección de los océanos, en cuyo nombre llegó incluso a participar en varios eventos en Naciones Unidas.
Sin embargo, cuando en 2019 Jeffrey Epstein fue de nuevo detenido, todo cambió para la “socialité” británica que también posee las nacionalidades francesa y estadounidense.
Cerró la organización que había fundado y se perdió su pista hasta que el FBI la detuvo, el 13 de agosto de 2020, en una mansión en el estado de New Hampshire, un año después de que Epstein se suicidara en una celda de Nueva York, mientras esperaba el comienzo de su juicio.
La muerte del multimillonario, cuyo juicio había despertado un gran interés por el potencial de destapar eventuales comportamientos delictivos de algunos amigos y contactos de Epstein, hizo que todas las miradas se centraran es su colaboradora más estrecha durante años, Maxwell.
La británica solo se ha librado de uno de los seis cargos a los que se enfrentaba: dos por incitar y trasladar a una persona entre estados para que participara en actividades sexuales, otros dos por incitar y trasladar a una persona menor de 17 años entre estados con la intención de que mantenga relaciones sexuales y otros dos por tráfico sexual de personas menores de 18 años .
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Durante el juicio, que arrancó el 29 de noviembre y concluyó hoy con el veredicto de los miembros del tribunal, la fiscalía describió a Maxwell como una “mujer peligrosa que engañó a niñas para que Epstein abusara de ellas”.
De nada le sirvió a su defensa intentar dibujar a su cliente como el “chivo expiatorio” del caso Epstein, según la cual la Fiscalía se ensaña con ella ante la imposibilidad de sentar en la silla de los acusados al magnate.
Tampoco han valido sus intentos de demostrar que las cuatro víctimas que tomaron la palabra narraron hechos que en realidad fueron sugeridos por los investigadores y lo hicieron con el único objetivo de conseguir sumas millonarias como recompensa.
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