Ariel Henry ha tenido que enfrentar en el pasado un terremoto, una epidemia de cólera, una pandemia de Covid y un magnicidio, pero quizás el mayor desafío de la carrera del primer ministro haitiano sea el actual: una alianza de pandillas que controla el 80% de la capital del país.
"Si Ariel Henry no dimite, si la comunidad internacional sigue apoyando a Ariel Henry, nos llevará directamente a una guerra civil que acabará en genocidio", afirmó el martes el pandillero Jimmy Chérizier, alias "Barbecue", quien lidera la poderosa pandilla G9.
En el más reciente suceso de la violencia que sacude el país desde hace casi tres años, este sábado los pandilleros lanzaron asaltos coordinados a dos cárceles que facilitaron una fuga masiva de reclusos.
Esta crisis le ha impedido a Henry regresar al país. Su paradero era una incógnita desde el viernes, hasta que este martes se informó de su llegada a Puerto Rico.
La oficina del gobernador de Puerto Rico confirmó que Henry aterrizó en la capital, San Juan proveniente de Estados Unidos.
Hay reportes de que tenía planeado aterrizar en Puerto Príncipe, pero enfrentamientos en las cercanías del aeropuerto de la ciudad se lo impidieron.
Según medios locales, las autoridades de la República Dominicana, que comparte con Haití la isla La Española, no autorizaron el aterrizaje del avión en su territorio porque el vuelo no estaba programado y porque han suspendido todos los vuelos con Haití.
Hasta la tarde del miércoles no había dado detalles sobre su regreso a Haití.
Henry gobierna el país más pobre del continente desde que el presidente Jovenel Moïse fuera asesinado el 7 de julio pasado.
Moïse fue asesinado a tiros por un grupo de mercenarios colombianos en su casa en las afueras de Puerto Príncipe y hasta la fecha no se ha determinado quién ordenó el magnicidio.
El país no ha celebrado elecciones parlamentarias ni generales desde 2019 y ya no hay funcionarios electos, pues el mandato de los anteriores se agotó.
Los críticos de Henry, quien es cada vez más impopular, consideran que su gobierno es ilegítimo.
"Por eso, las pandillas, que hasta hace poco eran rivales, están llevando a cabo ataques coordinados desde hace días", le dijo Diego Da Rin, experto en Haití del International Crisis Group, a BBC Mundo.
"Han unido sus fuerzas y han creado una especie de frente unido para atacar infraestructura crítica e instituciones del Estado. Quieren demostrar que tienen la capacidad de poner al Estado de rodillas", añadió.
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Ariel Henry es un político y neurocirujano de 74 años que estudió en universidades en Francia y Estados Unidos.
Es miembro del Inite, un partido de centro izquierda y socialdemócrata.
Trabajó en Francia durante 19 años y al regresar a Haití se desempeñó como jefe de neurocirugía en uno de los hospitales más importantes del país.
Entró por primera vez en la escena política a principios de la década de 2000 como una figura destacada del movimiento opositor Convergencia Democrática, que luchaba para expulsar del poder al entonces presidente Jean-Bertrand Aristide.
Cuando René Préval llegó al poder en 2006, Henry se unió a su gabinete como director general del Ministerio de Salud.
Ocupó diversos cargos en Salud y estuvo encargado de la respuesta de salud pública tras el catastrófico terremoto que sacudió al país en 2010 y dejó más de 200.000 muertos.
Más tarde también dirigió la respuesta a la letal epidemia de cólera que sufrió Haití en 2012, después de que fuerzas de paz nepalesas de la ONU contaminaran los afluentes de los ríos en el valle de Artibonite.
Desde 2016, Henry se desempeñó como ministro de Asuntos Sociales y del Trabajo y posteriormente como ministro del Interior y de Comunidades Territoriales.
Cuando se desató la pandemia de covid-19, Moïse nombró a Henry asesor del grupo científico del gobierno para responder a la crisis sanitaria.
Henry es hijo del pastor Elie S. Henry, líder espiritual de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, quien murió en 2015 a la edad de 89 años.
También es hermano del pastor Élie Henry, presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Interamérica, quien en diciembre de 2020 acaparó la atención de los medios internacionales cuando fue víctima de un secuestro junto con su hija, Irma.
Cuatro días después fueron liberados ilesos.
El 5 de julio de 2021, dos días antes del asesinato de Jovenel Moïse, Arie Henry fue designado por el presidente como primer ministro de Haití, pero no llegó a ser investido en el cargo.
En un breve discurso a la nación poco antes de asumir el cargo tras el magnicidio, Henry pidió unidad política e informó que anunciaría un gobierno de consenso que dirigiría el país hasta que se pudiera celebrar un voto para elegir un nuevo presidente.
Casi tres años después, aún no ha definido un calendario para las próximas elecciones.
La juramentación de Henry nunca logró poner fin a la volátil situación política y social del país.
Su mandato ha generado indignación por activistas y líderes que creen que no se ha tomado en cuenta la voluntad de la gente.
Antes de que Moïse fuera asesinado, muchos estaban pidiendo su renuncia.
El magnicidio y el consecuente mandato de Henry parecen haber sumergido a Haití en una crisis incluso más profunda.
Según estimaciones del Banco Mundial, el 63% de los haitianos vivía con US$3,65 dólares diarios en 2023, y al menos unos 5,2 millones de personas necesitan hoy asistencia alimentaria y de vivienda, una cifra que aumentó un 20% con respecto a 2022.
Mientras tanto la economía sigue en caída libre y se redujo un 1,7% en 2022 con respecto al año anterior, de acuerdo a la misma fuente.
Estos indicadores han contribuido a la creciente impopularidad de Henry, a quien no lo ha ayudado ni siquiera el respaldo del gobierno de Estados Unidos, un aliado influyente en Haití.
A principios de febrero, miles de haitianos salieron a las calles a realizar protestas diarias pidiendo la salida de Henry y advirtiendo que seguirían en las calles hasta que renunciara.
Henry pidió unidad y calma, pero su discurso poco hizo para apaciguar las protestas.
Luego partió a una gira por Guyana y Kenia. En este último país firmó un acuerdo sobre el despliegue de una fuerza policial multinacional para ayudar a combatir la violencia de las pandillas.
La misma violencia que, hasta el momento, no lo ha dejado regresar al país que gobierna.
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