Cuando Cristina Fernández de Kirchner anunció en mayo pasado que Alberto Fernández sería el candidato a presidente de una coalición peronista-kirchnerista llamada el Frente de Todos, la noticia sorprendió al país.
Ni un solo analista u observador había anticipado que la candidata obvia —la propia Fernández de Kirchner— iba a postularse como vicepresidenta y dejar el cargo mayor a quien hasta entonces era considerado uno de sus críticos internos más fuertes.
La estrategia tuvo éxito: unió al peronismo y le dio a "los Fernández" -como les dicen muchos en Argentina— una contundente victoria electoral en octubre pasado.
Con el traspaso del mando, este 10 de diciembre, regresa al poder el kirchnerismo, la fuerza desprendida del peronismo que gobernó Argentina desde 2003 hasta 2015, con la llegada de Mauricio Macri.
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Pero la mayoría de los analistas coincide en que, bajo el liderazgo de Alberto Fernández, será un tipo de peronismo muy diferente al que dominó la política argentina durante 12 años.
Fundador del kirchnerismo
Alberto Fernández fue clave en la llegada al poder de Néstor Kirchner, en 2003, y tuvo una gran influencia como su jefe de Gabinete.
"Fue la cara más visible, el vocero de los gobiernos kirchneristas en todas las instancias", describió la periodista del diario La Nación Lucrecia Bullrich.
Pero las cosas cambiaron cuando Cristina Fernández sucedió a su marido, a finales de 2007.
Después de solo siete meses, en julio de 2008, Fernández renunció como jefe de Gabinete, en medio de un enfrentamiento entre los Kirchner y los representantes del campo.
Y aunque siempre defendió la gestión del expresidente, quien falleció en 2010, tuvo grandes diferencias con Fernández de Kirchner.
Estas llevaron no solo a su renuncia, sino a que se convirtiera en un crítico del movimiento que él mismo había ayudado a fundar.
Hoy esas diferencias parecen haber quedado en el pasado.
¿Quién es?
El hombre detrás del resurgimiento del kirchnerismo y el peronismo —dos fuerzas que habían quedado debilitadas tras el triunfo de Macri en 2015— tiene 60 años y se formó como abogado.
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Empezó a militar políticamente mientras estudiaba Derecho y se afilió al Partido Justicialista (nombre formal del principal partido peronista) en 1983, con el regreso de la democracia.
Su primer cargo público fue en la Justicia, como juez suplente. Desde entonces se desempeñó como funcionario y asesor jurídico de varias dependencias del Estado.
También tiene una larga trayectoria como docente, y hasta su candidatura se desempeñó como profesor de Derecho en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
A pesar de sus muchas décadas de experiencia política, los de este año fueron apenas los segundos comicios que enfrentó en su vida.
La única otra vez que se sometió al voto popular fue en 1999, cuando postuló por —y obtuvo— un escaño como legislador de la Ciudad de Buenos Aires. Pero no fue con el kirchnerismo.
Esa fuerza recién surgiría a nivel nacional tres años más tarde, cuando el entonces ignoto gobernador de la patagónica provincia de Santa Cruz, Néstor Kirchner, llegó inesperadamente a la presidencia, en la primeras elecciones tras la debacle económica de 2001.
Antes de ser parte de esa nueva fuerza, Fernández integró la Alianza Encuentro por la Ciudad, liderada por Domingo Cavallo, el polémico exministro de Economía de Carlos Menem, considerado el autor intelectual de la "convertibilidad" (que ató el peso argentino al dólar estadounidense) y hoy denostado por gran parte del peronismo.
Irónicamente, Kirchner llegó a la presidencia venciendo a Menem, quien renunció a participar en una segunda vuelta electoral.
Primer kirchnerismo
A pesar de que Kirchner contaba con un respaldo electoral de menos del 23% —lo que sacó en primera vuelta— y que el país salía de la peor crisis económica de su historia, esa primera etapa del kirchnerismo se caracterizó por sus éxitos económicos.
Ayudado por el récord de los precios de las materias primeras y el boom de la soja, Argentina repuntó e incluso logró lo que muchos consideran una de las mayores hazañas económicas: los llamados "superávit gemelos"; es decir, balances positivos en las cuentas fiscales y de comercio exterior.
Es algo que Fernández resaltó durante su campaña electoral: "En el 2003, era un país destruido y claudicante. Cuando veo este presente, que se parece tanto al país que recibimos en el 2003, no le tengo miedo porque volveremos a hacer lo que ya hicimos", dijo al diario La Prensa.
Sin embargo, sus críticos le adjudican responsabilidad en algunas de las decisiones más controvertidas del primer período kirchnerista; por ejemplo, la intervención del organismo que mide la inflación, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), que a partir de 2007 empezó a publicar cifras muy cuestionadas.
Fernández ha tomado distancia de esa controversia, criticando la intervención y asegurando que se opone a la manipulación de las estadísticas.
De enemigos a socios
Muchos tampoco logran conciliar el hecho de que Fernández se haya convertido en aliado político de alguien a quien criticó duramente en el pasado.
De hecho, poco después de que la exmandataria anunciara que Fernández y ella serían candidatos a presidente y vicepresidente, las redes sociales explotaron con memes recordando muchas de las críticas que él le dedicó a su actual vicepresidenta.
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"Es definitivamente un mal gobierno, donde es muy difícil encontrar algo ponderable", dijo Fernández en 2015 sobre el segundo período presidencial de "CFK".
El político, que dos años antes se había aliado en contra de Cristina Kirchner con el hombre que lo reemplazó como jefe de Gabinete, Sergio Massa —otro excrítico que hoy forma parte del Frente de Todos— cuestionó el "cepo" (las restricciones cambiarias) y el hecho de que "la pobreza aumenta y se niega su existencia".
"Su acción institucional es deplorable, todo lo que hizo en materia judicial es deplorable", dijo también sobre su principal socia política..
Pero quizás el cuestionamiento más duro fue cuando a comienzos de 2015 escribió una columna de opinión en el diario La Nación, acusando a la entonces mandataria de haber tratado de encubrir a los autores del peor atentado en la historia argentina, la voladura de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) el 18 de julio de 1994.
"Cristina sabe que ha mentido y que el memorando firmado con Irán sólo buscó encubrir a los acusados", escribió sobre un controvertido pacto que firmó la exjefa de Estado.
También la acusó de "encubrir la corrupción de su vicepresidente", Amado Boudou, hoy preso por ese delito.
Ahora Fernández dice que se trató simplemente de un "error garrafal del gobierno de Cristina".
También ha asegurado que, como presidente, no volverá a implementar ni las medidas polémicas —como la intervención del Indec— ni las formas de estilo autoritario —como el enfrentamiento con la prensa— que caracterizaron al gobierno de su vicepresidenta.
¿Quién gobernará?
Pero a pesar de que tanto durante la campaña como durante el período de transición post electoral, Fernández se ha mostrado independiente de su compañera de fórmula -quien ha mantenido un perfil bajo-, muchos en Argentina se preguntan quién gobernará realmente a partir del 10 de diciembre.
Después de todo, nunca antes ocurrió que una candidata a vicepresidenta anunciara quién sería su compañero de fórmula.
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Fernández se molesta cuando es consultado al respecto. "El presidente voy a ser yo", repite. Además, resalta que el Frente de Todos está compuesto de muchos otros políticos que en su momento también fueron muy críticos con Cristina Kirchner.
Para el politólogo y profesor universitario Facundo Cruz, la capacidad de unir a personas que piensan diferente es una de las características que definen a Fernández.
"Es un constructor de la política", le dijo a BBC Mundo.
"Fernández se construyó políticamente sobre tres pilares: la creación de consensos políticos, el pragmatismo y el conocimiento de la política del Estado".
"Conoce al Estado como nadie, después de haber trabajado más de 30 años en distintos lugares", afirmó.
No obstante, resaltó que fue "la designación de Cristina Kirchner la que le dio la legitimidad que estaba necesitando".
A pesar de ello, el analista político Gustavo Dufour, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, descarta que Fernández se convierta en una especie de marioneta de la exmandataria, como advierten sus detractores.
"Argentina es un país presidencialista. El presidente tiene recursos institucionales que el vicepresidente no tiene", aclaró.
"Aunque Fernández no tiene capital político propio, la organización entre organismos del Estado favorecerá que pueda ejercer la presidencia con autonomía", anticipó.
Algunos incluso creen que su gran desempeño electoral, en el que obtuvo casi la mitad de los votos del país, podría hacer que se revierta el balance del poder y que a partir del 10 de diciembre nazca una nueva forma de peronismo: el "albertismo".
*Esta nota se publicó originalmente el 24 de octubre de 2019 y ha sido actualizada con motivo de la asunción de Alberto Fernández.
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