Su camino hacia el Supremo estadounidense se ha visto "salpicado" por una denuncia.
El candidato conservador del presidente Trump al máximo órgano judicial de Estados Unidos, Brett Kavanaugh, ha sido acusado de abusos sexuales por parte de una profesora universitaria.
La mujer, que decidió desvelar su identidad este fin de semana en una entrevista con el diario The Washington Post, asegura que el abuso ocurrió cuando ambos eran adolescentes.
Se llama Christine Blasey Ford y sus acusaciones salieron a la luz por primera vez la semana pasada, pero hasta ahora se desconocía su identidad.
Kavanaugh, juez de apelaciones del Distrito de Columbia y exconsejero del expresidente George W. Bush, ha rechazado todas las alegaciones.
La acusación se produce en un momento crucial para el Supremo y la carrera de Kavanaugh, en el proceso para que su nominación sea llevada a votación en el Senado y, de ser exitosa, se convierta así en el nuevo magistrado del Tribunal Supremo de por vida.
"Está mucho en juego", destaca el corresponsal de la BBC en Norteamérica Anthony Zurcher.
Si Kavanaugh, de 53 años, consiguiera un asiento en el Supremo, se consolidaría en el tribunal una mayoría de jueces conservadores, lo que ha generado preocupación entre los demócratas por la posibilidad de que abogue por reducir derechos como el aborto o su visión sobre la inmigración o las armas de fuego.
El incidente que denuncia Christine Blasey Ford, profesora de psicología en la Universidad de Palo Alto (California, Estados Unidos), supuestamente ocurrió en 1982, cuando ella tenía 15 años y Kavanaugh, 17.
Él era una estudiante en una escuela de Bethesda, Maryland (a las afueras de Washington) y ella acudía a una secundaria cercana.
El suceso ocurrió supuestamente en una reunión de adolescentes en una casa, cuando Kavanaugh y un amigo "la acorralaron" en una habitación.
Ford aseguró al medio estadounidense que ambos "estaban bebidos".
La mujer relató que Kavanaugh, delante de su amigo, la "empujó" y mantuvo sobre una cama, la "manoseó", "frotó su cuerpo" con el suyo y trató "torpemente" de "quitarle" la ropa que llevaba.
"Cuando trató de gritar, dijo, él le tapó la boca con su mano", publicó The Washington Post.
Ford, de 51 años, aseguró al diario que consiguió liberarse.
"Pensé que me iba a matar involuntariamente. Estaba tratando de agredirme y quitarme la ropa", dijo Ford al periódico.
Kavanaugh publicó su rechazo a la acusación la semana pasada, cuando aún se desconocía la identidad de la supuesta víctima.
"Rechazo esta acusación de forma categórica e inequívoca. No lo hice durante el instituto ni en ningún momento", dijo en un comunicado.
Las acusaciones de Ford contra el nominado de Trump se produjeron en principio a través de una carta que envió a dos políticos demócratas cuando se conoció que Kavanaugh era el nominado de Trump al Supremo.
La misiva fue enviada a la congresista demócrata Anna Eshoo y a la senadora Feinstein, la demócrata de mayor rango del Comité Judicial del Senado que evalúa a Kavanaugh, con la petición de que fuera "confidencial".
Pero Ford considera que algunas personas que tuvieron acceso a la carta no "respetaron" su petición y por eso decidió contar su historia por ella misma.
En un comunicado, Feinstein señaló: "Apoyo la decisión de la señora Ford de compartir su historia, y ahora que lo ha hecho, está en manos del FBI llevar a cabo una investigación. Esto debería pasar antes de que el Senado siga el proceso con este nominado".
Otros políticos, no obstante, salieron a defender al juez nominado por Trump.
"El juez Kavanaugh se ha sometido a seis completas investigaciones del FBI desde 1993 a 2018. Ninguna alegación parecida a las acusaciones anónimas salió a relucir", manifestó el senador Charles Grassley.
Los republicanos han puesto en cuestión "el momento" en que se hacen públicas estas acusaciones, cuando avanza el proceso de confirmación de Kavanaugh al Supremo.
Pese a que estas acusaciones interrumpen el camino hacia el Supremo de Kavanaugh, su nominación no tiene por qué caerse, advierte Zurcher.
"Las alegaciones sobre un incidente que ocurrió cuando el juez era un adolescente, hace más de 30 años, serán difíciles de probar con algún grado de certeza", precisa.
"Pese a que Christine Blasey Ford ofrece pruebas corroboradas a sus acusaciones, no serán reconocidas en un tribunal o incluso en el tribunal de la opinión pública".
Lo único que importa, escribe Zurcher, es si "habrá al menos dos republicanos en el Senado dispuestos a aliarse con los demócratas y bloquear la confirmación" del juez al Supremo.
El periodista recuerda un episodio similar ocurrido hace más de 25 años, cuando el entonces juez Clarence Thomas se enfrentó a acusaciones de acoso sexual tras ser nominado al Supremo.
Thomas consiguió su puesto en el máximo tribunal, pero la batalla política entre ambos bandos dejó tanto a demócratas como a republicanos "resentidos y magullados" y pudo haber contribuido al aumento de mujeres escogidas para el Congreso en 1992.
"La historia parece repetirse a sí misma, ahora bajo la sombra del movimiento #MeToo. Con la decisión del Tribunal Supremo para la siguiente generación en la balanza y las elecciones de medio término en menos de dos meses, no podría haber nada más importante en juego".