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Hace un año, el 6 de enero de 2021, seguidores del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, asaltaron el Capitolio en Washington.
Muchos de ellos eran creyentes de la teoría de conspiración QAnon, que consideraba a Trump como el héroe que derrotaría a las élites globales adoradoras de Satán.
A pesar de la falta de evidencias y el hecho de que las predicciones de QAnon no se han cumplido, millones de estadounidenses continúan creyendo en estas historias macabras.
Era una tarde idílica en la larga playa que baña la costa de California. Un banco de delfines pasaba serpenteando y familias comían sándwiches en la arena mientras entraban y salían del agua.
Había venido aquí para conocer a Kim, quien había salido de su carro para dar un paseo con su caniche gigante, Travis, inquieto después de dos horas en el tráfico de Los Ángeles.
Kim tiene cabello rubio y una sonrisa cálida. Solía ser boxeadora profesional pero tomó un curso de peluquería canina tras perder un ojo al ser atacada por un acosador.
Travis, una mascota elegante, es su mejor amigo, su lazarillo y modelo. Hoy su cabello estaba recortado al estilo mohawk, teñido de púrpura, a lo largo de su espalda.
Mientras caminamos por la playa, Kim y yo hablamos sobre todo de perros y razas. Entonces Kim se detiene abruptamente ante un cubo de basura.
"Mira", dijo, señalando salvajemente con una mano y tirando de la correa de Travis con la otra, "nos lo pusieron en la cara".
Era una caricatura de unos niños jugando en la arena pidiendo a la gente que no tirara basura.
Con "ellos" se refiere a la llamada camarilla global que los seguidores de QAnon dicen que controlan nuestra política, nuestros medios de comunicación y realizan todo tipo de crímenes atroces, como el tráfico de niños para rituales satánicos.
Kim Carpentier es una firme seguidora de esta teoría.
Esa camarilla global pone carteles en todos lados, dice Kim, como el que acaba de ver en el cubo de basura.
Un año después del asalto al Capitolio
Me encontraba en Estados Unidos investigando dónde está ahora la conspiración QAnon, un año después de que formara parte del ataque al Capitolio.
En 2017, unos autodenominados Q empezaron a publicar mensajes anónimos con pistas sobre esta conspiración.
Q aseguraba tener autorización de seguridad de alto nivel en el gobierno de Estados Unidos y la pista interna sobre la lucha de un pequeño número de oficiales militares y de inteligencia contra la élite.
Donald Trump, según Q, se situaba en el centro de esta lucha contra el mal. Nadie sabe con certeza quién es Q, o si se trataba de una broma o experimento.
Lee también: "Mi madre puso mi vida en peligro": las familias destruidas por teorías de la conspiración como QAnon en EU
De lo que no caben dudas es que millones de personas han quedado cautivadas por este mensaje.
Una encuesta de la organización Ipsos Mori, a la que la BBC tuvo acceso exclusivo, encontró que un 7% de los estadounidenses cree que un grupo elitista de adoradores de Satán que maneja una red de sexo infantil está intentando controlar la política y los medios de comunicación del país.
El porcentaje de creyentes de esta teoría ha disminuido con respecto al año pasado. Entonces una encuesta similar lo situó en un 17%.
Sin embargo, casi uno de cada tres estadounidenses dice no saber si es cierto o no.
"Se suponía que muchas personas debían ser arrestadas"
En 2020 informé sobre el rápido aumento de QAnon durante la pandemia. En ese entonces conocí a Nick Nittoli, un músico y productor de hip-hop y un teórico de la conspiración desde hace mucho tiempo.
QAnon era solo la última conspiración que había abordado. Me dijo que creía que la pandemia era un engaño y que era un complot de la élite para controlarnos.
Cuando viajé a Estados Unidos el pasado noviembre me reencontré con Nick y parecía que algo había cambiado.
"Se suponía que muchas personas debían ser arrestadas y eso no ocurrió", me dijo.
Nick también se contagió de Covid cuando fue invitado a un podcast conspirativo. Se lo pasó a su novia y ambos se enfermaron bastante. Aunque se recuperaron, se atemorizó. Ahora se arrepiente de decir que la pandemia no era real.
Pero aunque duda, Nick no abandona la conspiración QAnon.
La batalla de los desamparados
Desde fuera es difícil de entender. Me he unido a varios grupos en línea de QAnon y visto muchas de las llamadas evidencias de esta supuesta conspiración.
Tras ser vetados en varias redes sociales, ahora comparten su contenido en foros menos masivos como Telegram, Gab o Bitchute.
He recibido cientos de mensajes de personas con estas "evidencias", pero a mí no me parecen para nada convincentes.
Uno de los videos que Kim me envió antes de nuestro encuentro parecía el trailer de una cursi película de Hollywood. Aseguraba que el barco atascado en el canal de Suez fue puesto ahí de forma intencional para rescatar niños traficados a bordo.
Pero, ¿por qué Kim encuentra todo esto tan real? Como muchos de los seguidores de QAnon, Kim es inteligente. Cuando era niña, la gente decía con frecuencia que era una pensadora profunda.
Pero cuando Kim habla sobre QAnon entra es un estado que es difícil de describir. Es una especie de diatriba en la que sus pensamientos rara vez terminan antes de saltar al siguiente.
Parece desesperada por pronunciar sus palabras antes de que la interumpan. Es algo que he notado con muchos de los seguidores de QAnon con los que he hablado.
También me encontré con Rachel Bernstein, terapeuta de familias y matrimonios en Los Ángeles, quien ha estado lidiando con muchos casos vinculados a QAnon.
Ha visto familias atrapadas en la conspiración y también a personas tratando de escapar de ella.
Los considera inteligentes y reflexivos, pero con complejo de inferioridad. Como si necesitaran demostrar desesperadamente lo inteligentes que son y que forman parte de algo grande.
Esto cuadraba con Kim. "Yo era una niña rara", me dijo.
Me pareció que está acostumbrada a ser la desvalida. Ha pasado por muchos traumas: el ataque en el que perdió el ojo, por ejemplo, y cómo fue testigo de dos asesinatos.
QAnon es la última batalla de los desamparados. Para Kim no es paranoia, sino la esperanza de que el bien triunfe sobre el mal.
Pero hacia el final de nuestra conversación dijo algo inquietante. "Estamos recuperando nuestro país, estoy lista para salir a las calles. No puedo esperar para pelear".
Inmediatamente recordé a otra seguidora de QAnon con quien hablé. Digamos que se llama Lisa.
Tiene 10 hijos y 13 nietos en Kentucky. En una de nuestras muchas conversaciones telefónica me contó que unas amigas suyas se estaban armando como nunca porque "estamos en guerra".
No estaba segura si hablaba por hablar o iba en serio. Pero lo que estaba claro era el poder que la teoría de la conspiración tiene sobre estas personas.
Cuando habla de lo que le pasará a la élite, las palabras de Kim resultan oscuras, casi amenazadoras. Pero al mismo tiempo es cariñosa y amable.
"Cuando la guerra termine, será como los juicios de Núremberg, vendrán a por los grandes medios de comunicación", me dice, mientras miramos el atardecer ante el mar.
"Esa soy yo", le recuerdo.
"No, eres solo una bebé. Solo trabajas para ellos. Cuando vengan a por ti, yo te defenderé", me dice.
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