Una vez más el presidente de Estados Unidos vuelve a la carga con sus amenazas en contra de México. Por tercer día consecutivo, Donald Trump ataca a nuestro país con diversos temas, desde la exigencia a poner un freno al narcotráfico y la migración hasta las trilladas acusaciones sobre las supuestas grandes ganancias para nuestro país en el TLCAN. En este sentido, cabría preguntar: ¿Son los amagos de Trump una estrategia frente a las últimas fases de renegociación del Tratado?
Si bien es cierto que es la primera vez que de manera tan contundente, Trump liga un tema de política interna con la negociación comercial, no lo es el haber hecho declaraciones contra México en el mismo tono para 1. Mandar mensajes a su voto duro y, 2. Desviar la atención de asuntos incómodos para su presidencia.
No debemos perder de vista que en noviembre próximo habrá elecciones legislativas en el país vecino. Cuando Trump ganó la presidencia una buena parte de su triunfo estuvo sustentada en la polarización que logró a través de sus discursos y del constante ataque a México. Desde una postura económica, Trump logró lo que prácticamente nadie había logrado antes, que salieran votantes que antes no habían votado, prometiendo más empleos y mano dura a la inmigración.
A pesar de lo inestable de su administración, hoy Trump presume números de aprobación entre la población que van en claro ascenso y esto tiene que ver claramente con el funcionamiento de la economía y los empleos que es el tópico donde el presidente estadounidense obtiene mayor rating.
Tampoco hay que olvidar que la verborrea tuitera de Trump no sólo se ensañó con México, tuiteando desde temprano: el presidente estadounidense descargó su ira lo mismo contra empresas que contra periodistas, su propio Departamento de Justicia, el FBI, los demócratas, la seguridad en la frontera y el programa DACA.
En segundo lugar tendríamos que preguntar: ¿Qué es lo que Trump ha dejado deliberadamente fuera de sus comunicaciones? Ni la expulsión de 60 diplomáticos rusos de suelo estadounidense en represalia por el envenenamiento de un ex espía en suelo británico, ni el proceso de investigación iniciado contra su yerno Jared Kushner por dos préstamos cuya suma asciende a 500 millones de dólares han merecido siquiera una mención.
Finalmente, hay que decir que el camino para resolver problemas como el del narcotráfico y la migración pasa por mantener una buena relación entre ambos países; es inexacto culpar sólo a una de las partes de la ecuación y exigirle solucionar solo el problema. El narcotráfico se alimenta de la alta demanda existente en Estados Unidos y también del ingreso de armas de grueso calibre para grupos de la delincuencia organizada provenientes de aquel lado que han sido el instrumento que ha sembrado de sangre a nuestro país. La solución no es construir un muro fronterizo que nuestro país no pagará, ni militarizar la frontera ni clausurar la vía diplomática.
Por tanto, a la pregunta original sobre si sus amenazas a nuestro país son parte de una estrategia de negociación habría que decir que es muy probable que no lo sean pues su objetivo es a todas luces uno más enfocado en lo interno; sin embargo, sus efectos claramente impactan económicamente a nuestro país, al proceso de renegociación del TLCAN y, por supuesto, también a nuestro propio proceso electoral.
Internacionalista