La irrupción de la policía ecuatoriana en la Embajada de México en Quito marcó el punto más bajo en que han caído las relaciones entre los dos países y desató una ola de indignación internacional. ¿Qué gana entonces el presidente Daniel Noboa?

Todo depende del ángulo con que se mire. Si en política exterior Noboa exhibió una total torpeza, desde la perspectiva de la política nacional, las cosas cambian. Noboa asumió en noviembre, para cumplir el periodo de su antecesor, Lenín Moreno, y busca claramente la reelección en los comicios generales de febrero de 2025, pero enfrenta un obstáculo importante.

En enero se desató una ola de violencia que lo obligó a declarar estado de excepción y conflicto armado interno. Noboa, que ya desde la campaña mostraba su inclinación hacia el modelo Bukele, pasó a la acción, aplicando “mano dura” con las mafias y cárteles que desde hace años asolan a Ecuador. Su popularidad ha ido en descenso.

En ese sentido, lanzó para el 21 de abril una consulta para otorgar mayores facultades a la fuerza pública en la lucha contra la delincuencia y endurecer las penas para delitos del narco, entre otras medidas. Noboa va a esta encuesta jugándose su estrategia de gobierno, y con el antecedente a cuestas de la consulta que el año pasado hizo el expresidente Guillermo Lasso sobre seguridad, que fue un rotundo fracaso.

A sus 36 años, Noboa busca, por un lado, acallar a quienes le espetan que es demasiado joven, que no tiene idea de la política y que es el “hijo de papi”. Necesita dar golpes de efecto. Ser el Bukele de Ecuador. Sin un partido con la fuerza suficiente para respaldarlo, —perdió la alianza que había forjado tras la crisis con México— para sacar adelante su proyecto, no la tiene fácil.

Todo indica que pensó que ordenando el ingreso de la policía a la Embajada de México para sacar al exvicepresidente Jorge Glas, acusado de peculado pero, sobre todo, una figura del correísmo que es archienemigo de Noboa, impulsará su imagen, convenciendo a los ecuatorianos de que sabe qué hacer, de que no se deja desafiar por otros países. Sacrificar a México, a cambio del sí en la consulta que, considera, lo impulsará a la reelección. Muchos, en Ecuador, creen que se equivocó y que no consideró la cercanía del pueblo ecuatoriano con el mexicano, al que hoy ve agraviado.

A nivel internacional, se ganó el repudio de países y organizaciones. Más allá de la crisis con México, el gran temor es que otros países decidan seguir el ejemplo y allanar embajadas donde están refugiados opositores.

Pero Ecuador juega con dos factores negativos a su favor: violencia y migración. A Estados Unidos le interesa que el gobierno controle la violencia para que no la exporte a otras naciones, y menos a suelo estadounidense. En cuanto al tema migratorio, la cifra de migrantes que huyen de Ecuador y buscan llegar a Estados Unidos no para de crecer: 117 mil 487 ecuatorianos detenidos en la frontera entre Estados Unidos y México entre octubre de 2022 y septiembre de 2023, o un incremento de 371% en comparación del mismo periodo el año fiscal anterior

Eso explica, al menos parcialmente, por qué la respuesta de Estados Unidos al asalto a la embajada fue más bien tibia y centrada en la violación de la Convención de Viena, más que en la solidaridad con México. “Los dos son nuestros socios” y arreglen sus diferencias, fue el mensaje.

Noboa hizo una apuesta. ¿Ganará lo que quiere o pasará a la historia en 2025?

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