Las especulaciones sobre un posible juicio político en contra de Donald Trump han vuelto a tomar fuerza luego de que fuera acusado de haber comprado el silencio de dos mujeres con las que supuestamente tuvo relaciones extramaritales.
Las acusaciones —que se suman a la incómoda investigación sobre la supuesta interferencia rusa en las últimas elecciones— surgieron como parte del juicio en contra de su exabogado, Michael Cohen, y si Trump no fuera presidente de Estados Unidos probablemente ameritarían cargos criminales.
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Sin embargo, los expertos coinciden en que no puede ser procesado criminalmente durante su presidencia. Y la única forma en la que puede ser destituido es a través del proceso que se conoce en inglés como impeachment.
El término se puede traducir como "acusación", "destitución" o "juicio político".
Pero, ¿cómo funciona el proceso? ¿Y qué otros presidentes estadounidenses se han enfrentado al mismo? La respuesta a esta última pregunta puede que te sorprenda...
¿Qué es un "impeachment"?
En este contexto, el impeachment es el juicio político que tiene lugar en el Congreso de EE.UU. con vistas a una posible destitución del presidente.
La Constitución estadounidense establece que el presidente "debe ser destituido de su cargo si es acusado de y condenado por traición, soborno, u otros crímenes o delitos graves".
El proceso debe ser iniciado por la Cámara de Representantes y nada más necesita de una mayoría simple para ser activado.
El juicio, sin embargo, tiene lugar en el Senado. Y ahí se necesitan dos tercios de los votos para destituir al presidente.
Y esto nunca ha pasado en la historia de Estados Unidos.
¿Qué presidentes de EE.UU. han sido sometidos a juicios políticos?
A pesar de que la amenaza ha pendido sobre la cabeza de numerosos mandatarios estadounidenses, solamente dos han sido llevados a juicio político.
El más reciente fue Bill Clinton, el 42º presidente de EE.UU., quien fue procesado tras ser acusado de perjurio en frente de un gran jurado y de obstrucción de justicia, después de que mintiera sobre la naturaleza de su relación con la pasante Mónica Lewinsky y supuestamente también le pidiera a esta que mintiera.
En diciembre de 1998 la Cámara votó 228 a 206 a favor de enjuiciar a Clinton por la primera acusación, y 221 a 212 por la segunda.
Para esa época, sin embargo, el nivel de aprobación popular de Clinton como presidente era 72%.
Y cuando el caso llegó al Senado, en 1999, la acusación estuvo lejos de conseguir los dos tercios de votos que necesitaba para prosperar.
"En su prisa por destituir al presidente, (los congresistas republicanos) nunca se detuvieron a pensar si las acusaciones podían ser probadas más allá de cualquier duda razonable", se lee en un análisis publicado por la BBC en aquel momento.
¿Y el segundo presidente? Te damos una pista: no fue Richard Nixon.
Efectivamente, el único otro presidente de EE.UU. llevado a juicio político fue el número 17, Andrew Johnson, quien ocupó el cargo por dos períodos a partir de 1865.
Fue procesado por la Cámara de Representantes en 1868, solo 11 días después de que destituyera a Edwin Stanton, su "ministro de Guerra", quien no estaba de acuerdo con sus políticas.
Y las similitudes entre la destitución de Stanton y la del director del FBI James Comey —un hombre que aparentemente tampoco estaba de acuerdo con las políticas de Trump— han sido destacadas por la prensa de EE.UU.
A diferencia de Clinton, sin embargo, Johnson se salvó por los pelos: los dos tercios en el Senado no se alcanzaron por un único voto, gracias al número de Republicanos que había en la Cámara Alta.
No todos apreciaban a Johnson, pero el senador por Iowa James Grimes justificó su apoyo diciendo: "No puedo aceptar destruir el funcionamiento armonioso de la Constitución solamente para que nos podamos deshacer de un presidente inaceptable".
¿Qué tan factible es el "impeachment" de Trump?
Teóricamente es posible. Según los expertos de Lawfare Blog, el mandatario puede ser acusado de haber violado su juramento de "preservar, proteger y defender" la Constitución de Estados Unidos.
En la práctica, sin embargo, es mucho menos probable.
Como explica el corresponsal de la BBC en EE.UU. Anthony Zurcher, "si esta Cámara de Representantes estuviera controlada por los Demócratas, es casi seguro que los artículos para el impeachment ya se estarían redactando".
Pero la realidad es que los Republicanos controlan tanto la Cámara Baja como el Senado.
Y la vasta mayoría de republicanos se ha mantenido leal a Trump, quien también ha conseguido mantener niveles de aprobación bastante estables, como destacó este mes el Pew Research Center.
Por supuesto, hay notables excepciones, como el senador John McCain, quien ha comparado los escándalos que rodean a Trump con la crisis del Watergate, que le costó la presidencia a Richard Nixon.
Y si bien muchos políticos republicanos le restarán importancia a los accidentes que parecen plagar el camino del mandatario, aquellos que tienen que competir en las llamadas "elecciones de medio término", que tendrán lugar en noviembre, seguramente se estarán preguntando qué tanto los afectará la continuidad de Trump.
Y entonces, ¿cómo hizo Nixon para evitar un impeachment?
Nada más y nada menos lo que haría cualquiera persona sensata que siente que la marea está en su contra: renunció.
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