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Adiós petróleo, adiós gas y adiós carbón.
Los casi 200 países participantes en la cumbre climática de Naciones Unidas, celebrada en Dubái (Emiratos Árabes Unidos), han decidido poner punto final a su dependencia de los combustibles fósiles e iniciar una “transición” hacia energías renovables y limpias para frenar el cambio climático.
El acuerdo alcanzado este miércoles, luego de dos semanas de deliberaciones, ha sido calificado como “histórico” por los organizadores de la cita, así como por los representantes de Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y Reino Unido.
Por su parte, algunos estados pequeños y vulnerables al cambio climático han puesto en duda su efectividad, por cuanto el acuerdo no contiene lapsos de tiempo ni compromisos concretos para dejar de quemar combustibles fósiles.
La división de opiniones se ha extendido también al ámbito académico y de las organizaciones ambientalistas.
Sin precedentes
Los delegados presentes en el recinto de la Expo2020 de la ciudad emiratí acordaron poner en marcha una transición para “alejarse de los combustibles fósiles en los sistemas energéticos de manera justa, ordenada y equitativa, acelerando la acción en esta década crítica, a fin de lograr el cero neto para 2050, de acuerdo con la ciencia”.
El compromiso es un hecho sin precedentes, pues es la primera vez, en las tres décadas que los representantes gubernamentales del mundo llevan hablando sobre el cambio climático, que adoptan semejante postura.
Hasta ahora todos los textos y acuerdos previos se habían centrado en las emisiones de efecto invernadero, pero no hacían referencias directas a la necesidad de reducir las fuentes que mayoritariamente las provocan, es decir, los combustibles.
“Es el principio del fin [de los combustibles fósiles]”, dijo Simon Stiell, responsable del área de cambio climático de la ONU.
El hecho de que el acuerdo haya sido alumbrado en un país como EAU, donde la industria de los hidrocarburos representa casi un cuarto de su Producto Interior Bruto (PIB) ha sorprendido.
No obstante, la no inclusión en el texto de ningún compromiso explícito para eliminar o reducir gradualmente el uso del petróleo, el gas o el carbón ha despertado dudas sobre su efectividad.
Las presiones de grandes productores de petróleo como Arabia Saudita o Irak pudieron contribuir a suavizar los compromisos.
Asimismo, un centenar de países se fijaron como meta triplicar la producción de energías renovables para 2030.
Por su parte, algunos países desarrollados ofrecieron 700 millones de dólares para nutrir el fondo para mitigar las pérdidas y daños sufridos por los países más vulnerables a los embates del cambio climático.
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Visiones contrapuestas
“Debemos estar orgullosos (…) hemos elaborado un sólido plan de acción para mantener el nivel de [calentamiento global de] 1,5 °C al alcance”, afirmó el presidente de la cumbre, Sultan al Jaber.
El optimismo del anfitrión fue compartido por el jefe de la delegación estadounidense, John Kerry, quien indicó que en el contexto de la invasión de Ucrania y la guerra contra Hamás el acuerdo es una señal alentadora.
Por su parte, el secretario de Estado para el Clima de Reino Unido, Graham Stuart, afirmó en el pleno de la cumbre que el mundo está a las puertas del “fin de la era de los combustibles fósiles”, aunque admitió que "hay elementos [de lo pactado] que no nos gustan”.
El alentador panorama dibujado por el anfitrión y algunas delegaciones occidentales no fue compartido por las representaciones de los países insulares.
“El acuerdo contiene una letanía de lagunas jurídica”, denunció Anne Rasmussen, delegada de Samoa, un pequeño estado insular ubicado en el Pacífico.
“Hemos logrado un avance gradual con respecto a lo habitual, cuando lo que realmente necesitábamos era un cambio exponencial en nuestras acciones y apoyo”, reclamó, mientras una parte de los asistentes la ovacionaron de pie.
Los representantes de Bolivia, Colombia, Nigeria y Uganda también pusieron reparos al texto de 21 páginas.
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Científicos polarizados
El acuerdo de la COP28 también ha generado algunas divisiones en el mundo científico, académico y entre las organizaciones ambientalistas.
“Aunque inadecuado, el acuerdo es un pequeño paso esencial y sostenido hacia el objetivo de limitar el cambio climático causado por el hombre”, afirmó el profesor de la Universidad inglesa de Reading Richard Allan.
Por su parte, la científica climática Chole Brimicombe, del Centro Wegener para el Clima y Cambio Global, denunció que “la redacción del texto final de la COP no coincide con la ciencia y existe una preocupación real de que no alcancemos los objetivos”.
La exmiembro de Greenpeace Jennifer Morgan calificó el texto como un “gran paso” hacia la creación de un “mundo justo y sostenible”.
Por su parte, desde el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) criticaron que los estados no hayan logrado "un consenso sobre la eliminación total" del uso de combustibles fósiles.
"Para un planeta habitable necesitamos una eliminación total de todos los combustibles fósiles", afirmó Manuel Pulgar-Vidal, del WWF y presidente de la COP20 celebrada en Perú en 2020.
“[Está] claro que ocho años después del Acuerdo de París, todavía estamos muy lejos de limitar el calentamiento global a 1.5 °C y evitar los peores impactos de la crisis climática”, se lamentó.
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