Moscú.— El presidente ruso, Vladimir Putin, condenó ayer cualquier intento de cambiar la situación en Venezuela por la fuerza al recibir a su colega venezolano, Nicolás Maduro, quien busca de una posible ayuda financiera para su país, sumido en una profunda crisis socioeconómica.

“Apoyamos sus esfuerzos para conseguir la paz social y todas sus acciones para armonizar las relaciones con la oposición”, declaró Putin al inicio de su encuentro con Maduro en la residencia oficial de Novo Ogarevo.

“Por supuesto, condenamos cualquier acción que tenga una clara naturaleza terrorista, cualquier intento de cambiar la situación con ayuda de la fuerza”, subrayó Putin. Tras admitir que “la situación en Venezuela sigue siendo difícil”, destacó que Moscú apoya los esfuerzos de Maduro para “lograr el entendimiento en la sociedad... y la normalización de las relaciones con la oposición”.

En el ámbito económico, Putin reconoció que las relaciones económicas han vivido en los últimos años “tiempos difíciles” en los que disminuyeron los intercambios comerciales. “Pero hemos logrado dar la vuelta a la tendencia negativa. Y este año ya observamos un crecimiento concreto”, apuntó.

Por su parte, Maduro aseguró que Venezuela ha sido víctima de “toda clase de agresiones”, pero que el país ha aprendido la lección.

“Estoy seguro de que los resultados de esta reunión serán buenas noticias para la cooperación entre nuestros países”, afirmó. El gobernante dijo haber alcanzado “acuerdos en materia financiera, petrolera, de sistema de armas. comercial y muchos más que vamos a terminar de concretar con la firma de buenos contratos mañana [jueves]”.

El Kremlin no habló de acuerdos, se limitó a decir que los dos países hablarían de la ayuda financiera que pudiera necesitar Venezuela.

La nación sudamericana atraviesa una profunda crisis económica, reflejada en escasez de alimentos y medicinas y una inflación que, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), llegará a 1 millón 350 mil por ciento este año y a 10 millones por ciento en 2019.

La crisis obligó a unos 2.3 millones de venezolanos a emigrar desde 2015, lo que según Naciones Unidas constituye el movimiento de población más masivo de la historia reciente de América Latina.

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