Cuando Rusia se topaba con crecientes obstáculos en su invasión a Ucrania, algunos comenzaron a plantear la idea de que su presidente, Vladimir Putin, podía perder el poder que ejerce desde hace un cuarto de siglo.
“Si Occidente se mantiene firme, el régimen de Putin probablemente se derrumbará en un futuro próximo”, escribieron el excampeón de ajedrez Garry Kasparov y el exmagnate Mijail Jodorkovski, dos rusos críticos del Kremlin, en la revista Foreign Affairs en enero de 2023.
Incluso el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, había dicho antes de eso que Putin “no puede seguir en el poder”, algo que llevó a la Casa Blanca a negar de inmediato que estuviera llamando a un cambio de gobierno en Rusia.
Sin embargo, desde entonces las tropas de Putin han mantenido el control de una parte importante de Ucrania, por momentos retomaron la ofensiva, y la economía rusa resiste las sanciones internacionales por la guerra, creciendo aún más rápido que las del G7.
Lejos de haber perdido el control de su país, el presidente ruso parece haberlo consolidado y acaba de imponerse en unas elecciones celebradas el fin de semana con sus principales opositores exiliados, presos o impedidos de participar.
Putin obtuvo el 87.8% de los votos con el 60% de las papeletas escrutadas y una participación del 74,22% del electorado, 7 puntos más que en los pasados comicios de 2018.
"Por mucho que hayan intentado asustarnos, reprimir nuestra voluntad, nuestra conciencia, nadie lo ha logrado en la historia. Fracasaron ahora y fracasarán en el futuro", afirmó el líder ruso en un discurso tras confirmarse su victoria.
También expresó "un agradecimiento especial a nuestros guerreros en la línea de contacto", en referencia al frente de la guerra en Ucrania.
En segundo lugar quedó el comunista Nikolai Kharitonov con algo menos del 4%, mientras el exportavoz parlamentario Vladislav Davankov y el nacionalista Leonid Slutsky ocuparon el tercer y cuarto puestos. Todos ellos son políticos afines a Putin.
Al menos 80 personas fueron detenidas por participar en protestas en varias ciudades durante la jornada electoral del domingo.
A la edad de 71, el presidente ruso se apresta iniciar un mandato de seis años hasta 2030 y puede volver a ser reelecto hasta 2036, tras reformar las reglas que limitaban el tiempo que permanecería en el cargo.
De completar su próxima etapa superaría a Josef Stalin -que gobernó por 31 años- como el líder ruso que más tiempo permanezca en el poder en dos siglos.
Algunos especialistas han advertido que Putin podría haber alcanzado recientemente su momento de mayor fortaleza y se espera que esta reelección sea utilizada por su gobierno para mostrarlo como un líder popular, con escasos críticos a nivel doméstico.
Pero, ¿es realmente Putin más poderoso que nunca?
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Cuando Putin llegó a la cima del Kremlin en 1999, elegido por el presidente Boris Yeltsin como su sucesor, era un virtual desconocido dentro de la misma Rusia.
Nadie parecía aventurar que aquel exmiembro del servicio de seguridad soviético KGB pudiera mantenerse en el cargo hasta hoy.
Sin embargo, la popularidad de Putin comenzó a crecer por su firme respuesta a la crisis separatista chechena y una expansión de la economía rusa, así como un mayor control de los medios de comunicación que empezaban a proyectarlo como un líder nacional.
A su triunfo en las elecciones de 2000 sigiuió otro en las de 2004, luego de mostrar músculo a la poderosa oligarquía rusa enfrentando con dureza a Jodorkovski, quien fue acusado de fraude y enviado a prisión con sus bienes confiscados.
En las elecciones de 2008, impedido por la Constitución de buscar un tercer mandato consecutivo, Putin dejó como sucesor a su aliado Dimitri Medvedev. Pero en vez de alejarse del poder, asumió como primer ministro y volvió a la presidencia en las elecciones de 2012, con mandatos ampliados a seis años.
Entonces el mandatario ruso fue considerado la persona más poderosa del mundo por la revista Forbes durante cuatro años consecutivos (de 2013 a 2016) y asumió una actitud cada vez más desafiante hacia Occidente.
Rusia arrebató la península de Crimea a Ucrania en 2014, fue acusada por Estados Unidos de interferir en sus elecciones de 2016 que le dieron el triunfo a Donald Trump, e invadió Ucrania en 2022.
“Hay muchas razones que explican por qué el régimen (de Putin) puede mantenerse”, explicaba Marlène Laruelle, directora del Instituto de estudios europeos, rusos y euroasiáticos en la Universidad George Washington en una entrevista con BBC Mundo el año pasado, a contramano de quienes creían posible un colapso en el Kremlin.
Entre esas razones mencionó la lealtad de los servicios de seguridad rusos a Putin, el apoyo de una parte de la población a su argumento de que Rusia está amenazada por Occidente y libra una lucha existencial, y el hecho de que quienes se oponen a él o al conflicto estén impedidos de expresarse libremente u opten por emigrar.
Luego de la muerte en agosto de Yevgeny Prigozhin, el jefe del grupo mercenario Wagner que había liderado un motín contra la cúpula militar rusa, “el consenso de los expertos parece ser que Putin es más fuerte que nunca”, sostuvo en octubre Thomas Graham, un especialista en Rusia del Council on Foreign Relations, un centro de análisis internacional en EE.UU.
Sin embargo, algunos creen que algo diferente quedó expuesto en Rusia en las últimas semanas.
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Kimberly Marten, una experta en Rusia y seguridad internacional en el Barnard College de la Universidad de Columbia, cree que “las elecciones en sí no tendrán mucha importancia para la fortaleza de Putin”.
“Pero el proceso electoral ha planteado un indicio de su debilidad”, dice Marten en declaraciones a BBC Mundo.
Por ejemplo señala que el político antiguerra Boris Nadezhdin consiguió una cantidad de firmas (según él mismo más de 100 mil) a favor de que pudiera postularse como candidato presidencial, algo que finalmente le fue negado.
Marten considera que “esta nueva información sobre la impopularidad de la guerra en Rusia podría dificultar que Putin ordene una movilización adicional”.
Las prohibiciones de candidatos opositores y el control que tiene el Kremlin del sistema político ruso también le han restado legitimidad a los comicios como termómetro de la popularidad de Putin.
“Es absolutamente imposible decir que nuestras elecciones presidenciales son justas y libres”, dijo Nadezhdin a la BBC antes de la votación.
Por otro lado, las multitudes que salieron a conmemorar al opositor más notorio de Rusia, Alexei Navalny, tras su muerte en una cárcel del Ártico en febrero demostraron que hay una masa de ciudadanos en el país dispuestos a protestar pese a la ola de represión.
En sus cánticos exclamaron cosas inauditas en las calles rusas desde la invasión a Ucrania, como “¡Libertad para los presos políticos!” y “¡No a la guerra!”.
Este reto doméstico a Putin se suma al que aún le plantea Ucrania con ayuda de Occidente.
Es cierto que la duración del conflicto puede causar fatiga a ambos lados del Atlántico norte.
Pero también es claro que algunos presidentes están lejos de mostrarle a Putin el temor y respeto que busca infundir: Biden lo llamó “loco HDP” el mes pasado y el francés Emmanuel Macron dijo que no descarta el envío de tropas a Ucrania para evitar que Rusia gane la guerra.
El Kremlin ha advertido que un despliegue de tropas occidentales en Ucrania provocaría un conflicto directo con la OTAN, cuyos miembros han marcado distancia con los dichos de Macron.
En cualquier caso, la prolongación de la guerra también plantea un riesgo de desgaste para Putin, no solo por la posible reiteración de bombardeos en ciudades rusas como los que hubo en Bélgorod el fin de semana, que obligaron a cerrar comercios y escuelas y que las autoridades atribuyen a Ucrania.
Los analistas descartan que Rusia pueda sostener a largo plazo su economía de guerra movilizada, con un aumento en el gasto militar y de seguridad en desmedro de planes de apoyo estatal a la población.
Putin y Moscú se han vuelto más dependientes de China, que junto con India ha pasado a comprar gran parte del petróleo ruso en medio de las sanciones occidentales por la invasión a Ucrania.
En un país como Rusia, donde los hilos del poder se tejen a la sombra, es imposible descartar movimientos inesperados que reten a su líder, como lo demostró la rebelión de Prigozhin, su otrora hombre de confianza hoy muerto.
Por ahora, tras la elección especial del fin de semana nada indica que la guerra desatada por Putin lo esté empujando al abismo como algunos suponían. Pero los límites de su poder han quedado al desnudo.
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