Minsk/Moscú.— El presidente ruso, Vladimir Putin, hizo ayer realidad los peores temores de la oposición bielorrusa y de Occidente, al asegurar que Rusia está dispuesta a intervenir en la antigua república soviética con fuerzas policiales si la situación lo exige. Más tarde, la OTAN pidió a Moscu no entrometerse en la situación en Bielorrusia.

El presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, “planteó que le gustaría que le ofreciéramos, en caso de necesidad, la ayuda necesaria. Yo le dije que Rusia cumplirá con s us obligaciones”, aseguró Putin en una entrevista con la televisión pública.

La entrevista coincidió con el anuncio de que el jefe del Kremlin se encontraba de visita en Crimea para inaugurar la mayor autopista de la península. La prensa local y bielorrusa no dudó en recordar el envío de los “hombrecillos verdes”, unidades militares especiales rusas sin distintivo, a la península en 2014 para consumar la anexión rusa del territorio ucraniano. Entonces, la intervención rusa fue condenada por casi toda la comunidad internacional.

Putin explicó sin tapujos que Lukashenko le había pedido formar un “contingente de miembros de las fuerzas del orden (...) Y lo hice. Pero acordamos también que éste no será utilizado mientras la situación no se descontrole”.

Precisó que dichas fuerzas no serán desplegadas mientras “elementos extremistas”, con la tapadera de “eslóganes políticos”, no organicen disturbios violentos y “comiencen a quemar coches, casas, bancos y a asaltar edificios administrativos. El jefe del Kremlin admitió que Rusia tiene “obligaciones” con Bielorrusia en el marco de acuerdos y tratados multilaterales. Además, el líder ruso exhortó a “todos los participantes en este proceso” a “buscar una salida” a la crisis.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, pidió a Rusia que no se entrometa en la crisis política bielorrusa. “Nadie, Rusia tampoco, debe entrometerse”, advirtió en una entrevista concedida al diario alemán Bild online. “Bielorrusia es un Estado soberano e independiente”, añadió.

La oposición dice querer dialogar con Lukashenko, pero le exige su salida, y éste rechaza cualquier negociación, limitándose a mencionar un vago proyecto de revisión constitucional. Lukashenko aseguró que “nadie del gobierno” se sentará a negociar con los “mocosos” que protestan en las calles y que el único diálogo posible es con los trabajadores, estudiantes, especialistas, profesores y médicos.

En este marco, la policía bielorrusa arrestó a decenas de periodistas durante las protestas opositoras en Minsk.

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