El presidente estadounidense Joe Biden no exageró al considerar el atentado terrorista del brazo armado de Hamas como punto de inflexión, no solo a nivel regional, sino global, asociándolo, toda proporción guardada, al ataque terrorista del 11 de septiembre. En efecto, la incursión en territorio israelí de un grupo de terroristas que causaron la muerte a más mil 400 ciudadanos israelíes y 200 secuestrados de diversas nacionalidades, fue un acto de provocación inimaginable por parte de Hamas, a sabiendas de que la respuesta del Estado judío sería implacable.

Las razones detrás de la temeraria actitud de la dirigencia de la Franja de Gaza, no se conocen a fondo. Sin embargo, sorprende que las agencias de seguridad israelíes no hayan detectado las operaciones del grupo terrorista para prevenir un ataque tan cruento como sorpresivo. Se especula que el principal objetivo de esta operación era la desestabilización del gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu, así como la interrupción de las negociaciones diplomáticas emprendidas por el gobierno saudita, con el apoyo de Washington, para logar el reconocimiento de Israel por los países musulmanes, tal como lo han hecho, aparte de Jordania y Egipto, los Emiratos Árabes Unidos, y el reino de Marruecos. Se estima que, de lograrse un acuerdo sobre esta propuesta, se produciría un efecto dominó por parte de los países musulmanes que seguirían el ejemplo de Riad por ser la cuna del islam y país donde se encuentran dos de los lugares santos de esa creencia. El reconocimiento de Israel por la mayoría de las naciones que integran el mundo musulmán, afectaría la posición de Irán como el principal enemigo del Estado judío.

Si bien no se ha mencionado directamente a Irán como el responsable intelectual de la conducta de Hamas, la sospecha subsiste por ser el principal aliado de dicha organización, así como del partido Hezbolah que domina el sur chiita del Líbano.

El conflicto ha tenido repercusiones mundiales por las enormes pérdidas de vidas humanas, la destrucción de la infraestructura de la Franja de Gaza y el millón de palestinos que han debido abandonar sus casas para evitar los estragos de los bombardeos del norte del enclave. Egipto, que se había mostrado reacio a recibir refugiados palestinos, como a permitir el cruce de suministros por su frontera con Gaza, ha cedido en los últimos días a la presión norteamericana para que permita el abastecimiento de bienes de consumo a los gazatíes en la frontera sur. Sin embargo, a pesar de la condena de la comunidad internacional al atentado terrorista y a la toma de rehenes, el apoyo a Hamas ha sido tímido, al tiempo que se exhorta a Israel a abstenerse de lanzar un ataque militar por tierra, por considerar que ahondaría en el sufrimiento de la población civil.

No se advierte una solución al conflicto mientras no se cumplan ciertas condiciones. Israel tiene como principal objetivo la total destrucción de Hamas y la devolución inmediata de los rehenes, como principal condición para negociar un alto al fuego y suspender la invasión al enclave, mientras que Hamas se refugia en las reivindicaciones que esgrime el pueblo palestino desde la creación del Estado de Israel. Sin embargo, subsiste el riesgo de una ampliación del conflicto al sur del Líbano y a los territorios ocupados.

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