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Madrid.— El socialista Pedro Sánchez se impuso en las elecciones celebradas ayer en España, con 28.7% de los votos, aunque se quedó lejos de la mayoría absoluta necesaria para poder gobernar en solitario.
El dirigente del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) tendrá que negociar con otras fuerzas parlamentarias los apoyos a su investidura presidencial, lo que condicionará su mandato en un Parlamento muy fragmentado. “Ganar las elecciones no implica poder gobernar”, advirtió de forma premonitoria Sánchez durante la campaña electoral.
Junto a la victoria insuficiente del dirigente socialista (consiguió 123 escaños en la Cámara de Diputados; para tener la mayoría requería de 176, de un total de 350), destaca el hundimiento del derechista Partido Popular (PP), liderado por Pablo Casado, que perdió casi la mitad de los apoyos para obtener apenas 16. 7% de los sufragios (66 escaños), mientras que la extrema derecha de Vox irrumpió con fuerza en el tablero electoral y en el Parlamento, al cosechar más de 10% de los votos (24 escaños de diputados). Por su parte, el liberal Ciudadanos (Cs) experimentó bajo la batuta de Albert Rivera un importante ascenso al recabar casi 16%.
“Ha ganado el futuro y ha perdido el pasado. No queremos involución, queremos un país que avance”, dijo Sánchez al término de la jornada para referirse al fracaso de la derecha española. A la vista de los resultados electorales, la opción más viable para Sánchez sería la de pactar con la antiliberal Unidas Podemos, encabezada por Pablo Iglesias, y que acusó un importante tropiezo electoral (14.3%, o 42 escaños), aunque sigue siendo un socio indispensable para la formación de un gobierno de izquierdas.
Iglesias dijo anoche mismo que ya habló por teléfono con Sánchez para felicitarlo y ofrecerle formar “un gobierno de coalición de izquierdas”.
Sánchez e Iglesias ya mostraron durante la campaña su disposición a firmar acuerdos de gobierno, por lo que la misión más complicada será la de recabar el aval parlamentario de los pequeños partidos nacionalistas catalanes y vascos que buscarán rentabilizar su apoyo al líder socialista.
Existe un precedente de cooperación: los nacionalistas periféricos ya apoyaron a Sánchez en la moción de censura que provocó la caída en 2018 del entonces presidente Mariano Rajoy, asediado por los numerosos casos de corrupción que afectaban al gobernante PP. Sánchez podría recurrir también al apoyo del centroderechista Cs, una alternativa poco probable por el rechazo que ambos electorados se profesan.
En cualquier caso, las negociaciones para formar gobierno en España serán prolongadas y difíciles. Los partidos que resultan indispensables para la investidura presidencial buscarán beneficiarse de la precaria situación de Sánchez, mientras el líder socialista tratará de ceder lo menos posible para que los acuerdos con la izquierda antiliberal y los nacionalistas no hipotequen excesivamente su mandato.
El fuerte desempleo (15. 5%), la precariedad laboral, la abultada deuda pública que representa 97% del PIB, la pérdida de confianza en las instituciones y el conflicto generado por el proceso independentista en Cataluña, son algunos de los desafíos que esperan al socialista Sánchez en el caso de que logre renovar su presidencia.
La jornada electoral, a la que estaban convocadas más de 36 millones de personas, registró una notable participación, 75.7%, lo que refleja la importancia que para la mayoría de los ciudadanos tenían estos comicios.
En cuatro años, los españoles han sido convocados a las urnas tres veces y acudirán de nuevo a votar el 26 de mayo a las elecciones municipales, autonómicas y europeas.