Si no hubiese ganado el Premio Duque de Edimburgo, James dice que "probablemente estaría en la cárcel".
Este galardón es uno de los más importantes del mundo y está enfocado en premiar a jóvenes de más de 140 países y territorios de todo el mundo.
El reconocimiento anima a los jóvenes a diseñar sus metas y desafiarse a sí mismos para lograr sus objetivos.
Para algunos de los millones de jóvenes que han emprendido este reto, como el británico James, ganarlo ha supuesto un cambio de vida radical lleno de oportunidades.
A los 15 años, James y su amigo Nathan, de 16, habían tenido más problemas con la policía de los que recuerdan.
Crecieron en Darlington, al noreste de Inglaterra, donde sentían que "no tenían nada más que hacer" que travesuras.
Para divertirse, en su adolescencia temprana conducían motos ilegalmente, lo cual luego se convirtió en una sucesión de delitos menores como comportamiento antisocial y daño criminal.
James describe su comportamiento como "generador de caos". Nathan añade: "allá donde estaba creaba problemas".
Tras ser capturados por delitos separados, los dos amigos tuvieron que completar varias horas de servicio comunitario como castigo en 2018.
La temporada que más disfrutó la pareja fue la que el oficial juvenil Dave Kirton les enseñó a reparar bicicletas para un proyecto comunitario.
Dave, quien también es monitor del programa Premio Duque de Edimburgo, organizó un acuerdo con los adolescentes: si participaban en el Premio de Bronce del Duque de Edimburgo, se les daría cinco horas libres de su servicio.
"Era una recompensa, un incentivo", dice Dave.
"Al comienzo ambos se mostraron reacios, pero al final estuvieron de acuerdo y a las dos o tres semanas se dieron cuenta de la oportunidad que tenían y se involucraron del todo".
Para la mayoría de participantes, completar el premio de bronce toma alrededor de seis meses.
Consiste en cuatro secciones: voluntariado, desafío físico, desarrollar una habilidad y formar parte de una expedición, la cual normalmente consiste en dos días de caminar y acampar en la noche.
Los premios plata y oro son más difícilesy toman más tiempo para completar.
James dice que el compromiso que requería su premio de bronce forzó un cambio en su comportamiento: "dejé de ser travieso".
Nathan descubrió que aprendía cosas nuevas con facilidad al adquirir habilidades de orientación durante las expediciones.
"Hay un potencial en ti que no conoces hasta que lo intentas", dice Nathan.
El logro de Nathan es exactamente el tipo de impulso que el príncipe Felipe quería dar a los más jóvenes cuando creó el Premio Duque de Edimburgo en 1956.
La idea, expresada por el propio duque, era simple: "si logras que un joven tenga éxito en alguna actividad, ese sentimiento se expandirá a muchos otros".
Los orígenes de esta idea se sitúan en la propia resiliencia que ayudó a Felipe a atravesar su a veces problemática infancia y su experiencia en la escuela.
El internado Gordonstoun, donde tanto Felipe como el príncipe Carlos asistieron, tenía un fuerte régimen físico con énfasis especial en el desarrollo personal, tal y como se cuenta en The Crown, la serie de Netflix.
Al principio, el premio del duque estaba solo destinado a los varones, con alrededor de 7.000 que se apuntaron el primer año.
En 1958 se permitió que las chicas también participaran, pero con un enfoque en tareas domésticas y servicio comunitario.
El programa se igualó para chicas y chicos en 1980. Un movimiento igualitario que ayudó a que una joven superara parte de su infancia traumática.
Lauren (no es su nombre real) fue abusada por sus padres de niña. Confiesa que solían colgarla de un balcón, un pasatiempo abusivo que le creó miedo a las alturas.
Durante la expedición de Lauren para el premio de bronce en 2018, con 14 años, se le dio la oportunidad de realizar un curso de cuerdas altas como actividad extra.
"Tenía amigos que estaban ahí y me animaron. Al final lo hice y sentí mucho alivio", dice.
El día de las cuerdas altas, los miedos a las alturas de Lauren desaparecieron. "Ahora puedo hacer cualquier cosa", dice.
Lauren, quien ahora vive en un orfanato, dice que los amigos que hizo durante el programa le ayudaron a ganar habilidades sociales cruciales. Quiere convertirse en trabajadora social y ayudar a otros que han tenido infancias traumáticas.
Aquellos que completan el premio de oro tienen otra recompensa de altura: son invitados a una ceremonia en alguna de las residencias reales.
Cada año se celebran varias, ya sea en el Palacio de St James's o en los jardines del Palacio de Buckingham, en Londres, el Palacio de Holyroodhouse, en Edimburgo, o en el Castillo Hillsborough, en County Down, en Irlanda del Norte.
El príncipe Felipe asistió en persona a más de 500 presentaciones de premios de oro. Otros miembros de la familia real acudían si el duque estaba ausente.
Hasta su muerte, permaneció como patrocinador de la organización.
Mohammed Leily dice que estuvo "fascinado" de conocer "al hombre en persona" en uno de los últimos eventos de Felipe antes de retirarse de sus compromisos reales en 2017.
"Paseó y conversó con cada grupo", cuenta Mohammed, quien sigue en contacto con los amigos que hizo durante el programa.
"Recuerdo que nos dijo que tratáramos de ser tan activos como fuese posible y que nos aseguráramos de aprovechar nuestra juventud mientras tuviésemos energía",
Mohammed llegó a Reino Unido en 2013. Tenía 17 años y había llegado desde Siria como refugiado.
Decidió inscribirse en el premio de bronce para conocer nuevas personas y mejorar su inglés.
Se deleitó con la oportunidad de ser voluntario de la Cruz Roja y ayudar a otros refugiados y solicitantes de asilo a establecerse en nuevos hogares.
Mohammed acredita su premio de oro por haberlo ayudado a conseguir una plaza para estudiar medicina en la Universidad de Southampton.
Dice que todavía no puede creer que conoció al príncipe Felipe. "Cuando salí de Siria, nunca hubiera imaginado que haría eso, ni que lo vería".
A comienzos de 2021, más de 3,1 millones de premios Duque de Edimburgo han sido otorgados a jóvenes como Mohammed, Lauren, James o Nathan.
El alcance internacional del programa permite que actualmente más de un millón de personas estén completando los premios en más de 130 países.
Pero si las cifras de participación han aumentado de forma espectacular, las ideas siguen siendo sencillas.
"Uno de los problemas perpetuos de la vida humana es que los jóvenes de todas las generaciones tienen que descubrir por sí mismos de qué se trata la vida", dijo el duque en 2010.
"Estas experiencias enseñan lecciones más generales y sirven como una demostración práctica de lo que se puede lograr mediante la determinación y la perseverancia".
De vuelta en Darlington, James y Nathan ciertamente han aprendido esas lecciones.
Ninguno de los dos ha delinquido desde que completaron su premio de bronce.
"Te hace feliz saber que tu amigo está bien y que le va bien. Y nos hace felices saber que ambos hemos cambiado juntos", dice Nathan.
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