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Los detenidos por las actividades de la llamada secta del horror , una organización que desde hace décadas funciona bajo la fachada de la Escuela de Yoga de Buenos Aires (EYBA), parecen haberse preparado “para resistir”: no ha habido declaraciones, o solicitudes de asistencia médica o sicológica. En uno de los allanamientos se encontraron anotaciones según las cuales los miembros de la secta se consideraban como de un “estado mental superior” al resto de las personas, capaces de tolerar dolores y presiones .
En total, son 20 los detenidos: 11 hombres y nueve mujeres, explica la nación. Ellos estuvieron presos en la Alcaldía de la Superintendencia Federal de Investigaciones de la Policía Federal, en Madariaga y General Paz, cerca del Autódromo, en el barrio porteño de Villa Riachuelo. Ellas, en cambio, estuvieron alojadas en las instalaciones del Cuerpo de Policía Montada. Desde el lunes están en la U28 del Servicio Penitenciario Federal.
Hasta ahora, de ellos solo se sabe que todos se negaron a declarar ante el juez federal Ariel Lijo, que junto a los fiscales Carlos Stornelli, Alejandra Mángano y Marcelo Colombo, los acusa de integrar una asociación ilícita que se enriquecía sometiendo a sus “alumnos” y “alumnas” a situaciones de trata –incluida la explotación sexual y el ofrecimiento de mujeres a personas poderosas con el fin de lograr tanto ingresos como protección–, separándolos de sus afectos y desapoderándolos de sus bienes, y lavando esos activos con inversiones en el país y en el extranjero, a través de apéndices en los Estados Unidos, donde el grupo planeaba expandir y asentar sus actividades.
Según pudo saber La Nación, la primera semana estuvieron separados entre sí, y recibieron la visita de una abogada del estudio de Federico Bossi, el letrado que los acompañó en las indagatorias del lunes 15 de este mes y que esta semana renunció a la representación legal del grupo alegando “motivos personales”. Días antes, Pablo Salum, quien de niño entró a la EYBA con su madre y sus dos hermanos mayores, y que logró escapar de allí cuando tenía 14 años, luego de ver y experimentar lo que él mismo definió como “situaciones horrorosas”, confrontó con Bossi: afirmó que la madre del letrado había sido la arquitecta legal del grupo y dijo que, incluso, lo conocía desde la adolescencia y habían jugado junto al cuarto oscuro en su casa.
En todo ese tiempo se mantuvieron en silencio –no hicieron manifestaciones ni proclamas– y no se contactaron entre sí. Tampoco pidieron asistencia médica o psicológica, algo habitual en casos de personas mayores adultas (como las de este caso, en las que algunos son de edad avanzada, como el líder del grupo, Juan Percowicz , que tiene 84 años y se moviliza en silla de ruedas o con bastón) que sufren de estrés por el encierro o necesitan proseguir tratamientos clínicos.
Un investigador del caso sostuvo que todos parecen como “preparados para resistir” este trance, como si se hubieran alistado para soportar la posibilidad del encierro y no quebrarse ni confesar. “Pienso que ya tenían un libreto que les imponía que se tenían que callar. Ni siquiera pidieron médico. En uno de los lugares allanados se secuestró una anotación en la que referían que los miembros de la secta tenían su mente en un estado superior y eran capaces de soportar torturas y dolores”, dijo a La Nación ese colaborador de la Justicia.
“Es como si esto fuera un trance que tenían que vivir, y que están preparados para sobrellevarlo. Como si el sufrimiento también fuera parte de integrar esta secta. Es muy probable que estén pensando que van a quedar libres en breve”, agregó.
Destacaron que, a diferencia de lo que ocurrió en 1993, cuando el entonces juez Mariano Bergés encarceló a prácticamente los mismos sospechosos por actividades virtualmente idénticas (aunque bajo otros cargos, como reducción a la servidumbre y corrupción de mayores, ya que en ese momento aún no se había aprobado la actual ley de trata de personas ), grupos de seguidores de Percowicz organizaron a diario manifestaciones frente a los Tribunales de Talcahuano. “Parecían macumbas”, recordó recientemente el propio Bergés.
De fines de la década del 90 también data una “lista negra” que había confeccionado la organización. “Muerte y destrucción a nuestros enemigos”, era el encabezado de ese listado que incluía los nombres de jueces y fiscales vinculados a la investigación, los de familiares de “alumnos” de la EYBA que los habían denunciado e, incluso, el de la diva de la TV Mirtha Legrand, que había invitado a uno de sus almuerzos a una periodista que se había “infiltrado” en la organización y escribió un libro en el que reveló la protección política que Percowicz y sus inmediatos colaboradores habían obtenido de figuras del menemismo, del arco de las organizaciones de derechos humanos e, incluso, de congresistas norteamericanos de los tiempos de la presidencia de Bill Clinton.
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Los medicamentos y la sombra de la DEA
Por esto último, según pudo saber La Nación, los miembros de la presunta secta también son investigados por la DEA , la agencia antidrogas norteamericana, preocupada por la posible instalación, en una ciudad del interior de los Estados Unidos, de una institución para la “cura de sueño” que la EYBA ofrecía, aquí en Buenos Aires, en el Centro Médico Integral Abasto, de la calle Guardia Vieja, cuyo director médico –Jorge Navas– fue el último que cayó en las redes de la Justicia.
En la causa todavía hay cuatro prófugos, que estarían, precisamente, en Estados Unidos. Se trata de Beatriz Bugari, Gabriel Sorkin, Pablo Román Sinigaglia y Verónica Iácono, la cantante lírica que participó del concierto que el tenor español Plácido Domingo dio en el Campo Argentino de Polo en febrero de 1996, y que sería una de las sospechosas tras la cual está la DEA.
“Inaceptable el bajo nivel compositivo e interpretativo del dúo de soprano y tenor de Cartas marcadas, de Kraus, Mendelievich y González, que Plácido Domingo –en gesto de bonanza y deseo de alentar– cantó junto a la principiante Verónica Loiácono”, reza la crónica del evento publicada por La Nación.
Los autores de la obra señalados son Mariano Krauz (que fue oboísta de la orquesta estable del Teatro Colón), el violinista Rubén González (ya fallecido) y Susana Mendelievich, o “Mendy”, señalada en esta investigación como una de las encargadas del “geishado”, como llamaban en la EYBA a las “ actividades sexuales ” a las que instaban a sus “alumnas” –y, en ocasiones, a “alumnos”–, ofrecidas a empresarios y a políticos en “El Museo”, y, en ocasiones, trasladadas con los mismos fines a Estados Unidos y a Uruguay como si se tratara de un “harén”.
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El viernes 12 de agosto pasado a la noche fueron detenidos en el aeropuerto de Ezeiza Federico David Sisrro, Horacio Vesce y Marcela Alejandra Sorkin, alias “La Leona”, una de las principales laderas de Percowicz. Además de miles de dólares y otros elementos de interés para la causa, a ellos les secuestraron 300 blísteres con pastillas, medicamentos presumiblemente utilizados en las “curas de sueño” que se hacían en el centro médico CMI Abasto, tanto para que los pacientes llegaran al “bienestar” y encontraran el “camino de la felicidad” como para doblegar a aquellos “alumnos” que no se plegaran a los designios de Percowicz y de los “apóstoles” de la organización.
Como muestra de los objetivos de estas “curas de sueño” y de cómo los tentáculos de la EYBA llegaban a los Estados Unidos, en Facebook todavía aparece un posteo de hace 12 años, de la cuenta Conversations with Camila. Uno de esos posteos relaciona al CMI con una empresa inscripta aquel país y da una pista de lo que se ofrecía: “Kim es la fundadora y presidenta de Avanti Wellness LLC. El enfoque de este negocio es brindar asistencia para conectar a pacientes de América del Norte, Italia, Australia y el Reino Unido a CMI Abasto en Buenos Aires, Argentina. La pasión de Kim por ayudar a los demás ha llevado a su intención y enfoque a ayudar a personas de todos los espectros económicos y médicos a ver las oportunidades en CMI Abasto. Aquí los pacientes pueden lograr las herramientas necesarias para avanzar en toda su mente, cuerpo y alma”.
El flyer presenta en inglés al CMI Abasto como Traditional medicine plus practical philosophy: the formula of goog living: medicina tracional más filosofía práctica, la fórmula del buen vivir. Cuando, la semana pasada, el abogado Bossi descartó que la EYBA fuese una secta, explicó que en el edificio de la avenida Estado de Israel 4457 solo se reunía “un grupo de gente a estudiar filosofía”. Pasan los años, el argumento es el mismo.
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