Bruselas.— A pesar de ser el actor más cercano a un conflicto que está traspasando todas las líneas rojas, la Unión Europea (UE) ha quedado relegada a un papel de espectador ante un polvorín que se encamina a convertirse en una guerra regional en .

Más allá de la indiferencia del primer ministro de Israel, , hacia las normas internacionales y los principios del derecho de la guerra, el bloque comunitario ha sido incapaz de involucrarse en las distintas dimensiones que aglomeran la crisis en lo que considera su patio trasero.

“Estamos viendo la incapacidad de Estados Unidos y la UE de involucrarse con los actores para alcanzar un alto al fuego, a pesar de encontrarnos en el momento de mayor peligro de las últimas décadas”, dijo Mihai Chihaia, analista del European Policy Centre, como nota introductoria en un foro titulado Oriente Medio al borde del abismo: ¿Posibles vías de distensión?.

Lee también:

“Honestamente, me estoy cansando de decir, por más de 12 meses, en qué situación de peligro nos encontramos, y de seguir viendo la incapacidad de los gobiernos de Europa y Estados Unidos por hacer algo al respecto”, sostiene Adnan Tabatabai, director del Center for Applied Research in Partnership with the Orient (CARPO), con sede en Bonn, Alemania. “Europa está mucho más cerca de este escenario que cualquier otro socio occidental, por lo que espero, de verdad, que lo tome en serio”.

La UE forma un frente común en el ámbito humanitario. En lo que va del año en curso, 23% del presupuesto humanitario del bloque se ha asignado a cuestiones relacionadas con la salud en Gaza, por un total de 32.5 millones de euros.

Los Veintisiete también se han puesto de acuerdo para castigar a los fundamentalistas de Hamas y los colonos extremistas israelíes. En marzo, sancionaron a seis miembros del grupo fundamentalista y a seis colonos israelíes responsables de violencia contra palestinos en Cisjordania.

Igualmente, han reconocido colectivamente el derecho de Israel a defenderse, aunque haciendo énfasis en que toda respuesta debe estar en línea con el derecho humanitario e internacional.

Hay también un frente común en la defensa de la seguridad de los cascos azules de Naciones Unidas desplegados en Líbano desde 1978, para supervisar el alto el fuego en la zona desmilitarizada de la frontera.

Conocida como FINUL, cuenta con 10 mil 541 efectivos, de los cuales 9 mil 532 son cascos azules; 2 mil 433 son italianos, españoles, irlandeses y franceses. Bruselas advierte al ejército de Israel que los ataques constituyen una “grave” violación del derecho internacional.

Fuera de estos ámbitos, en la Unión prevalece la fragmentación, así como la falta de voluntad por invertir capital político en áreas en las que podría alcanzarse cierto grado de coincidencia. No hay consenso sobre cómo presionar a Netanyahu para que actúe en el marco de las convenciones de la ONU. España e Irlanda han planteado la suspensión del acuerdo de asociación con Israel al constatar que está violando los derechos humanos en Gaza.

El gobierno de Pedro Sánchez ha suspendido el envío de armas a Israel, mientras que el ministro de Defensa irlandés, Micheál Martin, ha iniciado el procedimiento para convertir a su país en el primero de la UE que suspende compras de material bélico israelí; hay sobre la mesa un posible contrato de 600 mil euros por 14 drones.

Tampoco hay coincidencia sobre la solución de dos Estados respecto al conflicto palestino, señala Christian Hanelt, experto sobre Medio Oriente en la Fundación Bertelsmann, con sede en Güters- loh, Alemania. Esta fórmula es promovida por Bélgica, Irlanda y España, pero discrepan Hungría y República Checa.

Respecto a Líbano, el segundo frente abierto por Netanyahu en represalia por los atentados de Hamas, el consenso europeo sólo alcanza para apoyar el funcionamiento a mínimos de la autoridad local para que continúe prestando ayuda humanitaria y evite un éxodo migratorio mayor, indica el experto.

Con relación a Siria, usada por milicias simpatizantes de Irán para lanzar ataques contra Israel, Hanelt sostiene que la UE no pinta. Turquía, Irán, Rusia y Estados Unidos son los actores clave. Tampoco hay influencia sobre Irak.

Respecto a la “dimensión yemení”, hay una operación naval en curso para contener la amenaza que supone la milicia hutí al comercio en el mar Rojo y el golfo de Adén. Apoyado por Irán, el grupo insurgente ha atacado numerosos buques desde noviembre en solidaridad con los palestinos.

Hanelt asegura que pese al operativo europeo, entre 60% y 70% del transporte marítimo por el mar Rojo es desviado al sur de África, con severas consecuencias para el mercado interior al elevar costos.

Lee también:

Respecto a la confrontación entre Irán e Israel, hasta ahora intermitente pero que podría escalar a un choque militar permanente, la intervención de la UE no va más allá de la crítica al programa nuclear iraní, la condena al apoyo a las milicias regionales, y la amenaza de sanciones contra la Guardia Revolucionaria Islámica.

El analista indica que más allá de Francia, que ha logrado establecer contactos con el nuevo presidente Masoud Pezeshkian, no ve a la UE o algún otro socio europeo con capacidad de influir en las políticas regionales de Teherán.

Almut Möller, directora del programa para Europa del EPC, afirma que Europa está dividida respecto a la situación en Medio Oriente, pero eso no significa que no existan áreas donde se pueda trabajar de manera colectiva. El problema es que al interior del bloque no se ha hecho el esfuerzo suficiente por encontrar los puntos de sinergia, además de que la atención en seguridad y defensa está focalizada en la guerra de Rusia contra Ucrania. Sostiene que para superar el impasse actual, la UE requerirá más que la renovación de los puestos clave al interior de la Comisión Europea, que se prepara para iniciar un segundo mandato al frente de Ursula von der Leyen.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios