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Italia tiene nuevo gobierno, otra vez.
En el solemne escenario del Palacio del Quirinale de Roma, el abogado Giuseppe Conte tomó posesión este jueves como presidente del consejo de ministros del país europeo.
Su gabinete es el número 66 desde el final de la II Guerra Mundial. Es decir, los ejecutivos italianos quedaron en el cargo un promedio de 405 días: un año, un mes y diez días: un record entre los países occidentales.
En total, 29 políticos italianos -todos hombre y ninguna mujer- ocuparon el cargo de primer ministro. En ese mismo período, Alemania apenas ha tenido nueve cancilleres y 25 gobiernos.
El más largo fue el segundo gobierno de Silvio Berlusconi, quien permaneció en Palazzo Chigi, la histórica sede romana del Ejecutivo, entre 2001 y 2005 por un total de 3 años, 10 meses y 12 días.
Desde la formación del Estado italiano, en 1861, solo el líder fascista Benito Mussolini (1883-1945) permaneció en el cargo durante más tiempo.
Por otro lado, Amintore Fanfani tuvo el dudoso honor de ser el primer ministro más breve de la historia contemporánea de Italia, al ocupar el cargo durante apenas 21 días: entre el 18 de enero y el 8 de febrero de 1954.
Pero esa no fue una excepción.
De hecho, de los 65 gobiernos que ha tenido Italia hasta ahora, hasta doce duraron entre 3 y 6 meses y dos incluso menos de tres meses.
Muchos de estos últimos se formaron en verano y los italianos los bautizaron con socarronería como "governi balneari", literalmente "gobiernos de la temporada de baño", para remarcar su efímera eficacia y su corta duración.
Pero, ¿a qué se debe esta peculiaridad política?
Conte sucede a Conte
Primero, hay que aclarar que Italia, a diferencia de la gran mayoría de los países americanos, es una república parlamentaria: sus electores eligen cada 5 años a 630 diputados y 315 senadores.
El primer ministro, conocido formalmente como el Presidente del Consejo de Ministros, necesita contar con una mayoría tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado para poder gobernar.
Para ello, debe negociar el nombramiento de los miembros de su gabinete con los partidos que representen una mayoría en el Congreso, pues cada nuevo gobierno debe recibir un voto de confianza del Parlamento.
Y esto fue lo que pasó en las últimas semanas.
Giuseppe Conte, desde junio de 2018 jefe de un ejecutivo apoyado por el Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte, dimitió el pasado 20 de agosto porque el partido de Matteo Salvini, la Liga, le solicitó una moción de censura.
Sergio Mattarella, presidente de la república, sondeó las fuerzas políticas del Parlamento en busca de una nueva mayoría.
Y la encontró en una coalición formada por el populista Movimiento 5 Estrellas (M5S, por su sigla en italiano) y el Partido Demócrata (PD) de centro-izquierda, que llegaron respectivamente primero y segundo en las últimas elecciones legislativas de 2018.
- Crisis política en Italia: el acuerdo de gobierno que deja fuera de juego al polémico Matteo Salvini
Los dos partidos firmaron un acuerdo programático y propusieron a Conte presidir un gobierno respaldado por sus diputados y senadores.
Y fue así como Conte, después de 1 año, 3 meses y 5 días como primer ministro, se sucede a sí mismo y vuelve a ocupar el cargo de jefe de gobierno.
Las causas de la inestabilidad gobernativa
Pero la estructura institucional de Italia no explica por sí sola por qué los gobiernos duran tan poco.
Al contrario, Gianfranco Pasquino, profesor emérito de Ciencia Política de la Universidad de Bolonia, identifica tres causas principales que explican esta anomalía.
"En la primera fase de la república", que va de 1946 a 1992, un periodo marcado a nivel internacional por la confrontación de la Guerra Fría, "no había alternancia entre partidos", explica Pasquino a BBC Mundo.
"Ni el Partido Comunista italiano" -el más grande por apoyos en Europa occidental- "ni los neofascistas podían gobernar y por lo tanto la única oportunidad para cambiar dirigentes y políticas era cambiar los gobiernos".
La mayoría de esos ejecutivos fueron liderados por el partido centrista de la Democracia Cristiana (DC), a veces con el apoyo de otros 4 o 5 partidos menores.
Y allí reside la segunda razón esgrimida por Pasquino para explicar la brevedad de los ejecutivos italianos.
"A lo largo de esos años la Democracia Cristiana tuvo en su interior hasta nueve facciones contrapuestas. Por lo tanto, los gobiernos cambiaban en función de los equilibrios de poder entre estas facciones".
Esto explica también por qué algunos dirigentes históricos de esa formación política presidieron varios gobiernos, acumulando varios años en el cargo.
Es el caso, por ejemplo, de Giulio Andreotti, quien, a lo largo de casi 70 años de carrera política, fue siete veces presidente del gobierno, ocho veces ministro de Defensa y cinco veces canciller, además de otras decenas de cargos institucionales.
Sin embargo, solo dos mandatarios lograron permanecer más de cinco años consecutivos en el poder: Alcide De Gasperi, quien estuvo entre 1946 y 1953; y Aldo Moro, en el periodo 1963-1968.
Finalmente, el tercer motivo remite a la naturaleza fragmentada y diversificada de la actual sociedad italiana.
"Esto genera un sistema político formado por muchos partidos", añade Pasquino, "algo que dificulta la formación de coaliciones estables".
De hecho, en las últimas elecciones legislativas italianas, 11 partidos, divididos en tres coaliciones, consiguieron representación parlamentaria.
"No hay ningún sistema electoral que pueda dar soluciones simples con este resultado", asevera Luca Tentoni, analista político y autor de varias publicaciones sobre este tema.
"La inestabilidad gobernativa italiana es claramente una anomalía".
De hecho, si bien en los último años otros países europeos como España, Bélgica y Holanda experimentaron largos periodos de inestabilidad política, ninguno de ellos tiene una tradición tan arraigada de gobiernos breves como los italianos.
Las consecuencias económicas de la "anomalía" italiana
Según Pasquino, hay profundas consecuencias políticas y económicas en esta peculiaridad y la más evidente es la imposibilidad de programar a medio o a largo plazo.
"Nadie ha conseguido gobernar durante los cinco años que dura una legislatura", lamenta el decano de los politólogos italianos. "Esto tiene consecuencias en el ámbito económico, porque si un gobierno es incapaz de programar, las empresas, tanto italianas como extranjeras, renuncian a invertir y se desperdician enormes recursos del país".
Sin embargo, Tentoni señala un paradójico lado positivo en esta inestabilidad gobernativa.
"Para ganar la competencia, los partidos están obligados a hacer propuestas muy caras durante la campaña electoral. Pero, una vez ganadas las elecciones, no pueden cumplir con sus promesas porque no son sostenibles económicamente".
Y concluye: "Si un solo partido consiguiera la mayoría, probablemente arruinaría las arcas públicas".
Entonces, ¿está destinado este nuevo gobierno a durar más o menos que los anteriores?
Tentoni cree que armonizar los programas de dos partidos tan distintos como el PD y el Movimiento 5 Estrellas será muy difícil y que el nuevo gobierno acabará después de la aprobación de los presupuestos y de algunas reformas muy populares entre la sociedad italiana, como la reducción de los parlamentarios (que bajarían de 945 a 600).
"Para poner una fecha, digamos junio de 2020", vaticina Tentoni, o sea menos de un año.
Gianfranco Pasquino, en cambio, cree que el nuevo gabinete de Conte tiene "el 75% de las posibilidades de acabar esta legislatura", que de cumplirse enteramente, terminaría a principios de 2023.
"Apuesto a que llegarán al menos hasta enero de 2022, cuando se elegirá el nuevo presidente de la república", una figura política muy importante en Italia, elegida por todos los miembros del Parlamento y que, como garante de la Constitución, es considerado el árbitro de la contienda política.
"La posibilidad de que el presidente sea decidido por una mayoría de derechas o incluso por Salvini obligará al PD y al Movimiento 5 Estrellas a entenderse".
Tampoco en ninguno de estos dos casos, sin embargo, se trataría del gobierno italiano más duradero.
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