"Mucha gente viene a retirarse aquí, porque se vive en un clima primaveral perpetuo y por una fracción de dinero con el que lo harían en Estados Unidos", dice Terry Vidal en Ajijic, un municipio de Jalisco en el que se ubica una de las mayores comunidades de estadounidenses en México.
Aunque no hay una cifra oficial, se calcula que son entre 7 y 14 mil.
"La mayoría es gente retirada. Pero desde que Donald Trump es el presidente de Estados Unidos, hay cada vez más gente joven que ya no quiere estar allá y se viene aquí", cuenta.
Vidal es el director ejecutivo de The Lake Chapala Society A.C., una organización que se define como "gente que ayuda a gente" y entre cuyos objetivos está el de conformar un tejido social para los que llegan a vivir a Ajijic, no solo estadounidenses.
Aunque son ciudadanos de esa nacionalidad los que conforman la principal comunidad de extranjeros en México. Así lo dejan ver las cifras del Instituto Nacional de Migración (INM), quien tiene registrados a 75 mil 500.
Sin embargo, los expertos aseguran que son muchos más.
La embajada de Estados Unidos estima que de los nueve millones de estadounidenses que viven fuera de su territorio, 1.5 millones están en México.
Las fuentes consultadas por BBC Mundo hablan de una de las diásporas de esa nacionalidad más grandes del mundo, algo que no resulta fácil de confirmar, ya que Estados Unidos no tiene información de sus ciudadanos en el exterior. Además, muchos viven con visa de turista.
Otros de los que no están registrados en México, pero sí en la Embajada de Estados Unidos, son hijos de mexicanos que nacieron en el país del norte. Son ciudadanos estadounidenses, pero llegaron a México cuando sus padres volvieron, voluntariamente o deportados.
Sea cual sea la cifra general, en lo que todos concuerdan es que la diáspora de estadounidenses en México ha crecido en la última década.
Además de ser un país más barato y tener un clima menos duro, otro motivo para que los estadounidenses migren a México es la cercanía geográfica.
"Es una buena opción porque es un país vecino del que se puede viajar fácilmente (a Estados Unidos) y además ahí hay comunidades de estadounidenses que facilitan las cosas", explica Rachel Schmidtke, investigadora del Instituto del Centro Woodrow Wilson para Académicos, un think tank con sede en Washington.
Vidal, el director ejecutivo de The Lake Chapala Society A.C., explica que "Birds of a feather flock together", una expresión equivalente al refrán que dice: "Dios los cría, y ellos se juntan". Es decir, que los individuos de la misma clase tienden a reunirse y que por eso muchos han ido llegando a Ajijic, en el pintoresco lago de Chapala.
Dice que la mayoría es demócrata, aunque también hay republicanos y seguidores de Trump. "He visto cómo algunos amigos cercanos se distancian por motivos políticos", reconoce.
Según Vidal, Ajijic es una colonia moderna, que "no se impuso por la fuerza, sino por la economía".
Y la colonia estadounidense es tan grande que incluso muchos no necesitan hablar español, a pesar de llevar muchos años viviendo en el municipio.
Aunque no es una generalidad y muchos de los estadounidenses que viven en México hablan español perfectamente.
"En México me siento más en casa"
Es el caso de Natalie Baur, una historiadora especialista en preservación de archivos digitales que llegó a Ciudad de México hace cuatro años.
"Fue donde me encontré (a mí misma). Ahora mismo me siento más en casa aquí que en Estados Unidos", dice. Llegó con una beca para estudiar nueve meses, pero luego se fue quedando.
Asegura que se alegró de estar viviendo en México cuando en noviembre de 2016 Donald Trump ganó las elecciones presidenciales.
"Para el gobierno de Estados Unidos puede ser muy raro que un ciudadano de allí quiera vivir fuera, por ejemplo en México. Pero todos tenemos derecho a migrar. Algunos quieren ir (a Estados Unidos), otros queremos salir (de allí) y no somos traidores por eso", aclara.
"Yo quiero a mi país. Pero mi día a día está aquí".
Está contenta con los amigos que ha hecho en la capital mexicana. Aunque reconoce que hay cosas que le gustan menos.
"Los procesos burocráticos son difíciles y a veces sin sentido", apunta.
Reconoce también que, como migrante estadounidense en México, tiene "muchos más privilegios" que los mexicanos que emigran a Estados Unidos.
Una de las ventajas es que en uno de sus trabajos a distancia gana en dólares, lo que en México le rinde más, dice.
En cuanto a los procesos para legalizar el estatus migratorio, menciona las dificultades que muchos trabajadores mexicanos enfrentan en Estados Unidos, mientras todo es más sencillo para sus compatriotas.
"Yo quise estar legal aquí y pago un montón de impuestos porque quiero ser justa y aportar a este país. Pero hay muchos estadounidenses que se aprovechan de que pueden vivir aquí sin registrarse", cuenta.
Dice que la ha cautivado la generosidad de los mexicanos, que quieren mostrarle lo bonito de su país y que reciben con brazos abiertos a gente que no conocen.
"Yo no era así, pero ahora tengo más confianza".
"Aunque los estadounidenses que viven en México viven en lugares relativamente seguros, la inseguridad es uno de sus preocupaciones", asegura Schmidtke, la investigadora del Wilson Centre.
Nora, originaria de Chicago, vive en Cuernavaca, en el estado de Morelos, en el centro del país.
Es profesora y directora de un colegio.
Cuenta que Chicago es una ciudad "sumamente violenta". Sin embargo, también habla de cómo en los 10 años que lleva viviendo en Cuernavaca la cantidad de extranjeros residentes ha disminuido mucho.
"Somos muy pocos ya. Algo que ha impactado mucho es la violencia de los carteles. Han cerrado muchas escuelas de idiomas a las que muchos jóvenes venían a estudiar español. Antes había muchos lugares para salir en la noche y ahora la gente tiene mucho miedo".
A pesar de todo, dice que una parte de su corazón es mexicana y que está muy agradecida con toda la gente que le ha ayudado a sentirse en casa.
"En México hay una urgencia por vivir y gozar que no tenemos necesariamente en Estados Unidos".
Aunque reconoce que en cierto modo es un cliché, concuerda con que en su país de origen la gente vive para trabajar, mientras en su país de residencia la gente trabaja para vivir.
"Siendo gringa esto es muy seductor. Llegas a México y ves que todo es la familia, la convivencia, pasársela bien mientras se pueda. Esto es algo muy poderoso".
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