John W. Hinckley Jr. es desde este miércoles un hombre libre, 41 años después de que intentara matar al entonces presidente estadounidense Ronald Reagan a las puertas de un hotel de Washington, en uno de los episodios más traumáticos de la historia presidencial reciente del país.
Hinckley, de 67 años, regresó a su hogar en 2016 tras pasar 35 años de reclusión en un hospital psiquiátrico, pero bajo unas estrictas medidas de vigilancia, como tener que desplazarse a Washington una vez al mes para recibir tratamiento psiquiátrico o no poder alejarse de su hogar de Williamsburg (estado de Virginia) más de 30 millas (48km).
Ahora, podrá moverse libremente sin ningún tipo de restricción después de hacerse efectiva la decisión tomada en una vista celebrada a primeros de junio en una corte federal del Distrito de Columbia en la que el magistrado Paul Friedman remarcó que confiaba en que le fuera bien a Hinckley "en los años que le quedan".
Friedman reconoció que, pese a haber intentado matar al presidente de EE.UU. el 30 de marzo de 1981, y haber estado cerca de su objetivo, Hinckley ha sido la persona más vigilada en el sistema de salud mental de EE.UU., "viviendo bajo la lupa" como nadie más en este país.
https://twitter.com/JohnHinckley20/status/1532114211438051329?s=20&t=MTMz0U2glbIvnXHV_3f3AA
El fallido magnicida celebró en Twitter la decisión del juez: "Muchas gracias a todos los que me ayudaron a conseguir mi liberación incondicional. Qué viaje tan largo y extraño ha sido. Ahora es el momento de rock and roll".
Hinckley, que lleva tiempo inmerso en su carrera musical desde que en 2020 obtuviera una autorización judicial para poder difundir su música en internet, celebrará su libertad con una gira a la que ha titulado "Redención".
John W. Hinckley Jr. nació el 29 de mayo de 1955 en una familia acomodada de Ardmore, Oklahoma.
Obsesionado desde su adolescencia con los famosos, decidió trasladarse en 1975 a Hollywood con la idea de hacer carrera como compositor. Fue allí donde se obsesionó con la actriz Jodie Foster después de verla en la película "Taxi Driver" de Martin Scorsese y comenzó a acosarla.
Hinckley se obsesionó también con ese mismo filme en el que Robert De Niro interpreta a un taxista con planes de asesinar a un candidato presidencial, viéndola alrededor de 15 veces.
El joven pensó que matar a Reagan impresionaría a la actriz Jodie Foster, que entonces se encontraba estudiando en la Universidad de Yale. En su camino hacia esa universidad, Hinckley hizo una parada en Washington y, tras leer los planes del presidente republicano, decidió asesinarlo.
Antes de llevar a cabo su acto le escribió una carta a Foster. "Escribo esta carta sólo una hora antes de que me vaya al Hotel Hilton", escribió. "Jodie, te pido que por favor mires en tu corazón y al menos me des la oportunidad, con este hecho histórico, de ganar tu amor y respeto".
En su juicio, Hinckley fue declarado no culpable por razones de demencia, pero fue enviado a un hospital de Washington para recibir tratamiento bajo el diagnóstico de psicosis aguda, depresión mayor y trastorno narcisista de la personalidad.
En julio de 2016, un juez dictaminó que Hinckley, ahora de 61 años, no era un peligro para sí mismo o el público y dictaminó su puesta en libertad bajo una serie de condiciones.
Hinckley ya había pasado 17 días al mes en la casa de su madre en Virginia, bajo condiciones estrictas.
Como parte de las condiciones para su liberación, Hinckley tenía prohibido hablar con la prensa, debía trabajar tres días por semana, no se le permitía conducir más de 30 millas (48km) desde la casa de su madre, o 50 millas si estaba acompañado; y debía ver a un psiquiatra dos veces al mes.
Asimismo, tenía prohibido todo contacto con cualquiera de sus víctimas, o sus descendientes, y con Jodie Foster y su familia. Tampoco tenía derecho a hablar con los medios.
El juez de distrito Paul Friedman justificó su puesta en libertad bajo condiciones alegando que las evaluaciones médicas no habían mostrado "ningún síntoma de enfermedad mental activa" en Hinckley desde 1983. El hospital cree, además, que más tratamiento hospitalario "no es apropiado terapéuticamente" para la condición de Hinckley.
Ronald Reagan falleció en 2004 a la edad de 90 años, pero sus hijos, Ron Reagan Jr. y Patti Reagan Davis, se opusieron siempre a la liberación de Hinckley.
El 30 de marzo de 1981, Hinckley, de tan solo 25 años, abrió fuego contra Reagan a las puertas del hotel Hilton en Washington. Reagan, que llevaba tan solo 69 días en la presidencia, resultó herido en un pulmón en el tiroteo, pero sobrevivió. Otras tres personas también resultaron heridas, una de ellas, de gravedad.
Para los estándares de hoy, la seguridad era asombrosamente laxa; parecía que cualquiera podía acercarse al presidente. Uno de los que lo hizo fue John Hinckley Jr, armado y con intención de matarlo.
En la grabación del tiroteo realizada por los equipos de noticias que esperaban al presidente, se pueden oír voces que gritan entre el caos: "¡Sáquenlo! Vamos. Vamos. ¡Sáquenlo!". El coche a prueba de balas de Reagan salió a toda velocidad.
En un principio parecía que había salido ileso, pero igual decidieron llevarlo al hospital. Ese acto probablemente salvó la vida del presidente ya que, si bien Reagan consiguió caminar sin ayuda desde el coche hasta el hospital de la Universidad George Washington, enseguida se desplomó.
En el hospital los médicos descubrieron un orificio de entrada: una bala había rebotado en el asfalto, se había colado entre la carrocería de su coche y su puerta abierta, y había entrado 15 cm por debajo de la axila izquierda de Reagan hasta colocarse en su pulmón izquierdo.
Antes de ser operado el presidente miró al equipo médico y dijo con tono burlón: "Espero que seáis todos republicanos".
En el intento de asesinato, el secretario de prensa de la Casa Blanca, James Brady, un agente del servicio secreto y un policía del distrito de Columbia también resultaron heridos.
Brady recibió un disparo en la cabeza, sufrió daño cerebral y se vio confinado a una silla de ruedas por el resto de su vida. La muerte de Brady, en 2014, a la edad de 73 años, fue declarada como un homicidio, pero no se presentaron nuevos cargos en contra de Hinckley.
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