JERUSALÉN.- Israel está decidido a lanzar una ofensiva terrestre contra Hamas en Rafah, una ciudad ubicada en el extremo sur de Gaza, un plan que ha suscitado alarma en todo el mundo por los posibles daños que puedan sufrir los cientos de miles de civiles que se refugian allí.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirma que el país no puede lograr su objetivo de una “victoria total” contra el grupo insurgente sin entrar en Rafah.
Israel ha aprobado los planes militares para su campaña. Pero con 1.4 millones de palestinos hacinados en la ciudad, los aliados israelíes, incluyendo Estados Unidos, han exigido que se ponga una mayor atención en los civiles en la esperada incursión.
La mayoría de esos palestinos se han victo desplazados por los combates en otros puntos de la Franja y viven hacinados en tiendas de campaña, en desbordados albergues gestionados por Naciones Unidas o en departamentos abarrotados.
Netanyahu va a enviar una delegación a Washington para presentar sus planes al gobierno estadounidense.
Desde que Israel declaró la guerra en respuesta a la letal incursión transfronteriza de Hamas el 7 de octubre, Netanyahu ha afirmado que uno de sus principales objetivos es destruir las capacidades militares del grupo insurgente islámico.
Israel sostiene que Rafah es el último gran bastión de Hamas en el enclave luego de sus operaciones en otros puntos desmantelaron 18 de sus 24 batallones, según el ejército. Pero incluso en el norte de Gaza, el primer objetivo de la ofensiva, Hamas se ha reagrupado en algunas zonas y ha continuado lanzando ataques.
Israel afirma que Hamas tiene cuatro batallones en Rafah y que debe enviar a sus tropas terrestres para neutralizarlos. Algunos altos cargos insurgentes podrían estar escondidos en la ciudad.
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Estados Unidos ha instado a Israel a no llevar a cabo la operación sin que haya un plan “creíble” para evacuar a la población civil. Egipto, un socio estratégico de Israel, indicó que cualquier entrada de palestinos a su territorio amenazaría el acuerdo de paz firmado con su vecino hace cuatro décadas.
En una conversación telefónica con Netanyahu esta semana, el presidente Joe Biden le dijo que no lleve a cabo el operativo, de acuerdo con el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan. Estados Unidos estaba buscando “un enfoque alternativo” que no implique una campaña terrestre, apuntó.
Por su parte, el secretario estadounidense de Estado, Antony Blinken, que realizaba su sexta visita a la región desde el inicio de la guerra, reiteró esas preocupaciones durante una entrevista con la televisora Al-Hadath en Arabia Saudí el miércoles.
“El presidente Biden ha dejado muy claro que no podemos respaldar una operación terrestre de gran envergadura, una operación militar, en Rafah”, afirmó Blinken agregando que no hay una forma eficaz de poner a salvo a 1.4 millones de personas y que quienes se queden atrás “correrán un terrible peligro”.
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Netanyahu dijo que enviaba una delegación a Washington “por respeto” a Biden. Pero en un comunicado el miércoles, afirmó que le dijo al mandatario estadounidense que Israel “no puede completar la victoria” sin entrar en Rafah.
A pesar de la dura retórica, el despliegue de las tropas en la ciudad no parece inminente. Esto podría estar relacionado con los esfuerzos en marcha para alcanzar un alto el fuego temporal. Según los mediadores qataríes, una invasión podría suponer un paso atrás en los contactos.
Además, hay problemas logísticos.
El ejército apuntó que tiene previsto conducir a los civiles a “islas humanitarias” en el centro del enclave antes de su ofensiva. Netanyahu afirmó el miércoles que el plan de evacuación todavía no se ha aprobado.
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