Pagarle a alguien por caminar contigo suena como un servicio que sería viable en Japón o China, países acostumbrados al alquiler de "amigos" o de "padres".
Pero al otro lado del Pacífico, en el estado de California, hay un hombre al que un día se le ocurrió pasear gente. Y está probando ser exitoso.
Chuck McCarthy tuvo la idea en 2016. Mandó hacer una camiseta, creó una página de Facebook y pegó afiches por todo Los Ángeles promocionando sus servicios como The People Walker ("El paseador de personas", en español).
Tres años después, McCarthy atrajo a inversionistas que el pasado marzo le ayudaron a lanzar una app móvil del servicio, que cuenta actualmente con más de 200 proveedores, es decir, personas que cobran por caminar con extraños.
La app funciona de forma parecida a Uber o Lyft: creas un perfil, permites que la herramienta utilice tu ubicación geográfica y solicitas la caminata a una hora y en un día específicos. A continuación, aparece un listado de personas que cobran entre US$7 y US$21 por cada media hora de trayecto.
Como es de esperar en la ciudad sede de la industria del entretenimiento y el cultivo a la imagen, muchos de los proveedores son también actores, entrenadores físicos o profesores de yoga.
Aunque también hay psicólogos, profesionales de otras áreas y personas que hablan diferentes idiomas.
Ni McCarthy ni su socio deciden cuánto va a cobrar cada proveedor, sino que establecieron un rango de precios y cada quien elige cuánto vale. Lo que sí es requerido para todos es un chequeo de antecedentes penales.
Bob Nankin lleva dos años y medio caminando con McCarthy, aunque aclara que no lo hace porque se sienta solo.
"Mis amigos están ocupados, tienen sus vidas y es difícil coordinar para vernos", dice.
"Mi motivación es el ejercicio, aunque entiendo que alguien camine por un tema de salud mental o por soledad", agrega.
No es extraño que este servicio se ofrezca en en una ciudad como Los Ángeles, en la que los centros urbanos están dispersos, el tráfico es infernal y mucha gente trabaja desde casa o con horarios irregulares.
De hecho, en el condado de Los Ángeles el 24% de las viviendas, casi 785 mil, están habitadas por una sola persona, según datos del censo citados en la web Suburban Stats.
En el caso de Nankin, quien está retirado de su empleo en el sector de la salud, caminar es una prioridad a sus 71 años.
"Con Chuck intercambio historias, hablamos de nuestros planes y he conocido diferentes vecindarios gracias a él", dice.
Los adultos mayores constituyen uno de los públicos más atraídos al servicio, pero no son los únicos.
McCarthy dice que ha caminado hasta con adolescentes de 18 años, curiosos de saber si su servicio "era real o una broma".
Esa percepción ha sido una de sus luchas. "La gente comenta cosas como: '¿quién va a pagar por caminar?' Y yo les respondo que por qué no, si ya pagamos por estar sentados".
Lo dice en referencia a servicios de streaming como Netflix, que popularizaron el llamado binge-watching, es decir, invertir horas en ver toda una serie de una sola sentada.
"Incluso las apps de entrenamiento físico quieren que te sientes lo más rápido posible. Promocionan rutinas de solo 15 minutos o menos", añade.
Pasar muchas horas sentado fue justamente lo que motivó a McCarthy, quien vive en Los Ángeles desde hace 11 años, para crear The People Walker.
Había decidido abandonar el trabajo de producción de comerciales para convertirse en actor, un oficio que puede llegar a ser bastante solitario.
"Pasaba horas en internet postulándome a trabajos de actuación. Incluso a veces cuando iba a un café a trabajar, no hablaba con nadie", recuerda.
Así que pensó que podía cobrar por caminar, como un ejercicio físico, para que fuese más seguro y para tener más experiencias humanas.
"Pensé en pasear perros, pero no me gusta recoger caca", bromea.
Los pósters caseros que fue pegando en varios vecindarios llamaron la atención de más de un medio local. Uno incluso metió a McCarthy en la categoría de "gente con trabajos extraños".
Pero, según él, "hay gente en esta ciudad que paga US$100 la hora por caminar con entrenadores físicos o con guías turísticos, así que no entiendo qué tiene de raro".
McCarthy insiste también en que el servicio no es solo para gente solitaria. "Muchos de nuestros clientes tienen amigos y vida social", aclara.
Sobre si la app ha sido un éxito, McCarthy se limita a decir que "no nos vamos a hacer multimillonarios con esto".
Con un trabajo como editora en línea que la mantiene en casa todo el día, CJ Arabia decidió trabajar como "paseadora".
La primera vez que lo hizo, recuerda, el cliente le pidió que acelerara el ritmo.
"Estaba muy nerviosa, pero terminó siendo una maravilla", dice.
Arabia cuenta que el comentario que más recibe de los usuarios es que, de no haber reservado una caminata, se hubiesen quedado encerrados en casa.
"Es ese compromiso de tener una cita, de no fallar, que sirve mucho de motivación", añade.
Tanto Arabia como McCarthy tienen claro que no son amigos de sus clientes, aunque las caminatas a veces los lleven a compartir información muy personal.
Es un rasgo que parece ser el denominador común de las apps de relaciones sociales: conocerse, pasar un buen rato y mas no profundizar.
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