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En un momento en el que los profesionales de la salud están poniendo sus vidas en riesgo, decenas de miles de doctores en Estados Unidos están enfrentando grandes reducciones en sus salarios.
Y mientras en algunas partes de Estados Unidos se habla de la desesperada escasez de personal de enfermería, en otras partes del país a muchas enfermeras se les está ordenando que se queden en casa sin sueldo.
Eso se debe a que las compañías de salud estadounidenses están buscando cómo reducir costos mientras luchan por generar ingresos durante la crisis del coronavirus.
"A las enfermeras se les llama héroes", expresa con evidente disgusto Mariya Buxton. "Pero realmente no me siento como héroe en este momento porque no estoy haciendo lo que me corresponde", dice.
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Buxton es una enfermera pediátrica en St. Paul, Minnesota, pero se le ha pedido que se quede en casa.
En la unidad donde trabajaba, así como en los hospitales a lo largo y ancho de casi todo el país, se han interrumpido todos los procedimientos médicos que no se consideren urgentes. Eso significa una inmensa pérdida de ingresos.
Y aunque, por el momento, ha logrado mantener sus prestaciones del seguro de salud a través de la compañía para la cual trabajaba, Buxton no está recibiendo salario mientras está cesante.
"La gente me solía decir que siendo una enfermera nunca tendría que preocuparme de tener un empleo. Y aquí me tienen, con 40 años recién cumplidos y desempleada por primera vez desde que empecé a trabajar", lamenta.
Aunque apoya las medidas tomadas para frenar la propagación del virus, Buxton teme que cuanto más tiempo pase sin que los hospitales puedan realizar procedimientos médicos habituales, más enfermeras habrá en la misma situación que ella.
Sin pacientes
La generación de ingresos para los hospitales no solo se ha visto afectada por las suspensiones de determinadas cirugías.
"Yo tenía programado trabajar 120 horas en abril. Pero, a mediados de marzo, le eché un vistazo a mi horario y me habían cortado todos mis turnos", cuenta la doctora Sahina Parks.
"Ni siquiera recibí una llamada o un correo electrónico ni nada. Simplemente desaparecieron. Fue una sensación extremadamente incómoda", relata.
La doctora Parks es especialista en medicina de urgencias en el estado de Michigan, pero trabaja en hospitales en Ohio y Oklahoma.
El departamento en el que trabaja sigue abierto, pero los pacientes no están yendo.
"He estado practicando un poco de telemedicina en el último mes para recuperar un poco de los ingresos que perdí", explica Parks.
"Y lo que estoy escuchando de casi todo los pacientes es que realmente no quieren ir a los hospitales porque están asustados del coronavirus".
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Ese sentimiento ha dejado más desolados de lo normal a muchos departamentos de urgencia en el país.
"Si no estamos viendo pacientes, entonces no estamos generando ningún tipo de dinero contable y, aunque nos pagan por hora, también ganamos dinero según el número de pacientes que atendemos por hora", explica la doctora.
Parks dice que ha estado considerando solicitar prestaciones por desempleo para tratar de pagar sus deudas de estudio universitario.
Sin opciones
Aunque parezca curioso que tanto personal médico en Estados Unidos esté recibiendo recortes a su salario o haya perdido su empleo durante la pandemia, los administradores de la salud dicen que las enormes presiones financieras los han dejado con pocas opciones más.
"Hemos visto nuestros ingresos caer un 60% casi de la noche a la mañana", explica Claudio Fort, director ejecutivo de un hospital en el estado de Vermont que está perdiendo US$8 millones al mes.
Por eso, dice, han tenido que dejar cesantes a unos 150 miembros de su personal, un poco menos del 10% del plantel del hospital.
"No creo que haya un hospital en la nación que básicamente no esté buscando cómo sobrevivir y pasando dificultades para tratar de reducir los costos estructurales y mantener el flujo de caja mientras navegamos esto", apunta Fort.
Su hospital ha recibido aproximadamente U$5,4 millones del gobierno federal durante la crisis, pero esto todavía deja un gran déficit y el hospital no sabe qué otra ayuda estará ofreciendo Washington en los próximos meses.
"Esta es una situación sin precedentes", comenta Fort, temeroso de un potencial impacto duradero.
"Cuando todo esto termine, esperamos devolverles a todos su empleo completo para que sirvan a las 60.000 personas que atendemos, pero no sé cuántas de las cosas que hacíamos apenas hace dos meses vamos a poder continuar aportando a la comunidad", dice.
Futuro incierto
Pero, para algunos, los despidos del personal médico y el hecho de que cientos de miles de los que continúan trabajando hayan sido obligados a aceptar recortes salariales han cimentado la sensación de que ni siquiera será suficiente el regreso a las cosas como solían ser antes de la pandemia.
"Es un crimen que las horas y los salarios de estas personas se estén recortando en un momento en el que están arriesgando sus vidas, cuando es más peligroso el venir a trabajar todos los días y cuando, en realidad, deberían estar recibiendo algo como un pago adicional por peligrosidad", opina la doctora Jane Jenab.
Jenab es una especialista en medicina de urgencias en Denver, Colorado. Para ella, el problema está muy claro.
"Uno de los mayores problemas con la medicina en EE.UU. hoy en día es que se ha vuelto un negocio. Ese no era el caso en el pasado", dice la doctora.
"Estos grandes grupos médicos corporativos tienden a manejar estos hospitales de una manera muy austera porque, sinceramente, están mucho más preocupados por las ganancias que por los pacientes", expresa con evidente pasión.
La doctora Jenab siente que la abrupta pérdida de ingresos del personal médico es apenas uno de los problemas sistémicos de la salud privada en EE.UU. que se ha puesto de alto relieve por la crisis del coronavirus.
"Una de las principales discusiones que estamos teniendo en este momento [como médicos en EE.UU.] es que cuando todo esto haya pasado, ¿cómo vamos a implementar un cambio real y duradero en nuestra profesión?", plantea.
"Es difícil no darse cuenta de la drástica necesidad de alejar el foco de la medicina del negocio y devolvérselo al cuidado de nuestros pacientes", concluye.
Reportaje adicional de Eva Artesona.