Son los únicos territorios de la Unión Europea en el África continental y sus fronteras han sido foco de crisis migratorias y disputas diplomáticas.
Hablamos de Ceuta y Melilla, dos ciudades que pertenecen a España desde hace más de 500 años, pero que Marruecos ha estado reivindicando como suyas prácticamente desde que consiguió su independencia en 1956.
La ley internacional no las considera colonias y la Organización de Naciones Unidas (ONU) respalda que son provincias españolas.
Este 17 de mayo, tras más de dos años de fronteras cerradas a causa del coronavirus, Marruecos reabrió sus pasos terrestres a Ceuta y Melilla. Es el último episodio de la nueva fase de concordia que experimentan ambos países luego de varios años turbulentos.
El reciente acercamiento se produce después de que el gobierno socialista de Pedro Sánchez aceptara el proyecto de Marruecos sobre la autonomía del Sáhara Occidental el pasado mes de marzo, otra disputa territorial que durante años avivó esta complicada relación.
Y aunque muchos esperan que esta nueva fase despeje o al menos aliviane las reivindicaciones por Ceuta y Melilla, expertos consultados por BBC Mundo ponen en duda que el país africano renuncie completamente a estas reclamaciones históricas.
Pero ¿cómo estas ciudades en el norte de África pasaron a pertenecer a España?
Melilla pertenece a España desde el siglo XV. Ceuta desde el XVII.
En 1415, Ceuta era uno de los principales puertos económicos y estratégicos del mundo islámico y por siglos estuvo controlada por varias dinastías bereberes y árabes.
Pero ese mismo año fue conquistada por Portugal, en medio del proceso de reconquista cristiana que años más tarde acabaría con los reinos islámicos que durante 700 años habían dominado a su vez la península ibérica.
Más de un siglo después, en 1580, Portugal y España se unieron en una dinastía conjunta conocida como la Unión Ibérica, por lo que Ceuta también pasó a formar parte del dominio español. Una vez disuelta la Unión, en 1640, España se quedó con Ceuta.
Por su parte, Melilla fue conquistada por la corona de Castilla en 1497. Por mandato de los Reyes Católicos, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, una flota acudió a esta otra ciudad portuaria como parte de la reconquista española durante la que, apenas cinco años antes, habían derrotado al último reino musulmán de la península en Granada.
Para muchos musulmanes, Ceuta y Melilla son un doloroso recuerdo de derrota y humillación frente a las potencias europeas cristianas.
La presencia en estos territorios en el norte africano fue fundamental para las pretensiones expansionistas de España.
Para esta nación, controlar la entrada al mar Mediterráneo a través del estrecho de Gibraltar era una prioridad estratégica.
"Ceuta y Melilla adquirieron mucho valor por su cercanía a la península y la capacidad que brindaban para controlar el paso por el estrecho de Gibraltar", le explica a BBC Mundo el historiador Manuel Torres Soriano, de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, en España.
Ceuta, justo al otro lado del Estrecho y apenas a 14 kilómetros de la costa peninsular, servía como una especie de cabeza del flujo comercial y de personas entre ambas orillas.
"Melilla, por otro lado, atendió a la necesidad de contar con un puerto y una base desde la cual sostener la lucha contra la piratería. Este era un problema enorme para la seguridad de España", añade Torres.
Desde entonces, y tras cinco siglos de presencia ininterrumpida, España considera a esas dos ciudades como parte integral de su territorio.
"Ahora, con una población estable, Ceuta y Melilla son tan españolas como cualquier otro territorio de la península", dice Torres.
En la primera mitad del siglo XX, la geografía estratégica de Ceuta y Melilla volvería a ser clave para los objetivos militares de España.
Entre 1912 y 1956, España y Francia tuvieron a su cargo un protectorado en el norte de África que incluía grandes zonas del actual Marruecos.
A España le correspondió la zona norte y sur del país. Pero de este protectorado quedaron excluidas Ceuta y Melilla, que mantuvieron su estatus de territorios españoles.
"Ambas ciudades se convirtieron en el epicentro de la administración colonial de España en el actual Marruecos. Eran la base administrativa y militar para controlar ese protectorado", explica Torres.
No es casualidad que la Guerra Civil española estallara en 1936 a raíz de un levantamiento militar en Melilla.
Tanto allí como a Ceuta el Ejército español enviaba a las que probablemente eran sus mejores tropas.
"Todo esto influyó en que las guarniciones aquí destinadas se mostraran afines al levantamiento y llevaran la iniciativa en el estallido de la Guerra Civil", dice Torres.
La Guerra Civil española culminó en 1939 con la victoria de las tropas franquistas sobre el bando republicano.
El protectorado español en el norte de África no terminaría hasta 1956, cuando Marruecos consiguió su independencia y surgió como el Estado que hoy conocemos. Una zona en el sur le fue entregada a Marruecos en 1958.
Pero Ceuta y Melilla siguieron siendo españolas.
Prácticamente desde el logro de la independencia, Marruecos ha reclamado frecuentemente el fin de lo que ellos han considerado una ocupación española en Ceuta y Melilla.
Sus reivindicaciones forman parte de la idea del Gran Marruecos, por la que los marroquíes reclaman la soberanía sobre estas y otras zonas del territorio norafricano, incluido el Sáhara Occidental.
Pero cuando Marruecos presentó el caso de Ceuta y Melilla ante Naciones Unidas como territorios no autónomos pendientes por descolonizar, este fue desestimado.
Samir Bennis, analista político marroquí, explica que, tras la independencia de España y Francia, Marruecos actuó de buena fe, asumiendo que la cuestión de Ceuta y Melilla se resolvería de forma amistosa en el futuro.
Actualmente, España se niega categóricamente a mantener cualquier negociación sobre estas dos ciudades e insiste en que han sido españolas durante más de cinco siglos y que son parte integral del Estado español.
Sin embargo, Bennis cuestiona la postura española desde un punto de vista histórico.
"Durante la mayor parte de la historia, estos dos enclaves no fueron considerados como dos ciudades españolas completamente establecidas. Su estatus ha variado entre fortalezas militares y presidios al aire libre a los que enviaban personas a cumplir sentencias para mantenerlas alejadas de la península", dijo Bennis a la BBC.
Expertos consultados por BBC Mundo argumentan que hay mucha política alrededor de las reivindicaciones marroquíes sobre Ceuta y Melilla y que no se trata solo de un tema legal.
De hecho, estas dos ciudades no son los únicos territorios que han enfrentado a España y Marruecos.
Cerca de costas marroquíes, España también controla el peñón de Vélez de la Gomera, el peñón de Alhucemas, las islas Chafarinas y el islote de Perejil.
A diferencia de Ceuta y Melilla, no hay civiles en estos territorios. Vélez de la Gomera alberga una base militar, pero sin población civil.
"Eso es muy importante. Para Marruecos siempre sería más fácil reclamar territorios sin habitantes que Ceuta y Melilla", explica a BBC Mundo Jamie Trinidad, experto en ley internacional de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido.
"La defensa legal de España es que esos territorios se convirtieron en españoles mucho antes de que Marruecos se convirtiera en un Estado. Y, bajo la ley, estos territorios no son considerados colonias porque están perfectamente integrados como entes autónomos dentro de la Constitución española", añade el experto.
"En términos legales, que esos territorios son españoles es algo que está bastante claro. Para Marruecos va a ser muy difícil cambiar ese estatus, aunque creo que mantendrá sus reclamaciones vivas como estrategia política", dice Trinidad.
El académico opina que para Marruecos es mucho más importante el Sáhara Occidental que sus reclamaciones sobre Ceuta y Melilla, y aunque cuentan con el apoyo de organismos como la Unión Africana, se deben más a un tema emotivo al tratarse de "los dos últimos territorios europeos en el África continental".
Como ciudades autónomas, Ceuta y Melilla cuentan con competencias similares a las de otras autonomías de España como Cataluña, el País Vasco o Andalucía. Pero su régimen es más bien un híbrido entre un ayuntamiento local y una comunidad autónoma.
"Tienen un estatus específico para ambas ciudades que no se contempla para ningún otro territorio. Tienen muchas más competencias que un ayuntamiento pero no llega al nivel de autonomía y recursos que puede llegar a tener una comunidad autónoma", explica Torres.
El Estado español reconoce de esta forma el carácter único de estas dos ciudades y les otorga mucho más peso político del que hubiesen tenido si fueran dos meros municipios.
A pesar del origen marroquí de muchos de sus habitantes y del crecimiento del islam, Torres explica que hasta el momento no se ha generalizado un problema de identidad nacional.
"De hecho, los españoles ceutíes y melillenses con ascendencia marroquí se sienten más reafirmados en esa identidad española por una situación de bienestar material y de acceso a derecho y libertades que no se tienen al otro lado de la frontera", dice Torres.
"Desde la visión mayoritaria de esas ciudades, las reivindicaciones de Marruecos se han sentido como una amenaza, no como algo planteable", añade.
Sin embargo, en ocasiones ambas ciudades se sienten abandonadas por el Estado español. Ambas figuran como las dos últimas en nivel de riqueza per cápita del país, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas.
Su posición peculiar las hace muy vulnerables a lo que sucede en Marruecos y la economía de sus habitantes depende en gran medida del comercio sumergido y del contrabando que ha fluido a ambos lados de la frontera durante décadas.
Además, son el único punto de entrada terrestre a la UE desde África, lo que convierte a estas ciudades en el objetivo de miles de migrantes cada año.
Una situación que algunos consideran ha sido utilizada por Marruecos como arma política.
En la primavera de 2021, unos 8.000 migrantes cruzaron la frontera en un solo día. Entonces, se especuló con que guardias marroquíes habían hecho la vista gorda para abrirles paso. El incidente desembocó en una grave crisis diplomática entre España y Marruecos, provocando que el gobierno español enviara refuerzos a sus fronteras.
Y el pasado viernes 24 de junio, en el primer intento de cruce masivo desde que España y Marruecos reanudaron sus relaciones en marzo, al menos 23 inmigrantes murieron y otros resultaron heridos el viernes cuando una gran multitud intentó cruzar a Melilla, aunque organizaciones de derechos humanos elevan la cifra de fallecidos a 37.
El incidente se produjo cuando un amplio dispositivo de fuerzas marroquíes intentó detener a los migrantes con porras, gases lacrimógenos y pelotas de goma.
En los últimos años, a raíz de las tensiones que se dieron entre estos dos países, Ceuta y Melilla se han convertido en un eslabón preocupante de la estabilidad española.
En marzo de 2020, las fronteras marroquíes se cerraron con estas dos ciudades a causa del coronavirus y no reabrieron hasta el pasado 17 de mayo. Durante las restricciones, la economía de sus vecinos sufrió y se evidenció aún más su dependencia con el país africano.
Es por ello que el Observatorio de Ceuta y Melilla ha estado pidiendo al gobierno español medidas contundentes para cambiar el modelo económico de estas ciudades, disminuir la dependencia con Marruecos e impedir crisis futuras.
"Melilla y Ceuta se encuentran ante una crisis de extraordinaria seriedad, agravada en grado sumo por su dependencia económica de Marruecos. Algunos analistas de prestigio estiman que, bajo ciertas circunstancias, la no sostenibilidad de Melilla y Ceuta supone un riesgo para los intereses de España", concluye uno de los informes del Observatorio.
Con el reconocimiento español del plan de autonomía marroquí sobre el Sáhara Occidental a fines de marzo, la relación entre ambos países dio un giro considerable.
Esta estratégica región en el noroeste de África fue colonia española hasta 1975 y lleva desde entonces inmersa en un conflicto por definir su estatus. Por un lado, el pueblo saharaui pide ser un país independiente y, por otro, Marruecos considera que este territorio le pertenece.
Naciones Unidas estableció en 1991 la Minurso, una misión especial con el objetivo de celebrar un referéndum en el que el pueblo saharaui pueda elegir entre la independencia o la adhesión a Marruecos. Sin embargo, hasta la fecha no ha sido posible organizar la consulta.
Por primera vez en muchos años, España rompió su neutralidad sobre la situación de este territorio, ganándose críticas internas y abriendo a su vez otro enredo diplomático con Argelia, un rival histórico de Marruecos que defiende la alternativa saharaui al conflicto.
La posición de España ha supuesto una mejora indudable en su relación con Marruecos que para muchos también podría alivianar el reclamo marroquí sobre Ceuta y Melilla.
Aunque Carlos Echeverría, director del Observatorio de Ceuta y Melilla y profesor de relaciones internacionales en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, opina que "esa situación no cambia en absoluto".
"Aunque el mensaje de las autoridades españolas vaya en la dirección contraria, que Marruecos renuncie al reclamo sobre Ceuta y Melilla no se ha dejado por escrito en ningún sitio", dice Echeverría a BBC Mundo.
"Muchos creen que se abrirá un periodo de tranquilidad, y puede que así sea, pero yo no veo esa tranquilidad asegurada. La reivindicación siempre va a estar ahí", añade el experto.
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