Canberra.— A causa de los incendios, unas 4 mil personas tuvieron que dejar sus viviendas en la ciudad costera de Mallacota, mientras esperaban el inicio del año 2020; tres cuerpos fueron encontrados sin vida.

Debido a las llamas van ocho fallecidos desde el lunes y 17 desde que inició la temporada de estos siniestros, que han dejado más de mil casas destruidas y 5.5 millones de hectáreas han ardido —más que la superficie de Dinamarca u Holanda—.

Por ello, Australia ha lanzado una operación de rescate a gran escala para ayudar a las miles de personas que, huyendo de los incendios que asolan varias zonas del país y lugares turísticos, pasaron la noche de Año Nuevo refugiadas en las playas.

Se han desplegado barcos y aviones militares para aportar ayuda humanitaria y evaluar los daños después de una de las peores jornadas.

A medida que pasaba el tiempo se acentuaba la preocupación por varios reportes de desaparecidos, mientras el fuego calcinaba el sureste del país.

Las autoridades locales han instado a los turistas y todos los no residentes a que abandonen las zonas de los siniestros en el sureste de Australia ante la previsión de una ola de calor extremo y de que aumente el riesgo durante el fin de semana.

El Servicio Rural de Bomberos de Nueva Gales del Sur ha declarado una “zona sin turistas”, que va 240 kilómetros al sur de la turística localidad de Batemans Bay hasta la frontera con el estado de Victoria.

Su subcomisario, Rob Rogers, ha explicado a la prensa este jueves por la mañana que el riesgo de incendios está lejos de haber acabado y que se espera que las condiciones empeoren el domingo, cuando llegue otra ola de calor con temperaturas de más de 40 grados centígrados.

Largas hileras de vehículos han colapsado las carreteras que van hacia el norte y el oeste desde la zona de evacuación este jueves. Otros muchos se ven incapaces de marcharse ya que las gasolinerías están sin combustible o las bombas no funcionan por los apagones.

También hay falta de alimentos y agua en muchas de las comunidades costeras que se han visto aisladas de la autopista desde que comenzaron los fuegos.

Muchas carreteras todavía continúan cerradas por las llamas y los árboles caídos que lastran los esfuerzos para hacer llegar comida, agua y combustible a esos lugares.

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